Luis Manuel Esculpi 18 de marzo de 2020
@lmesculpi
La
lógica más elemental indica la imperiosa necesidad de adoptar todas las previsiones
para impedir la propagación de la pandemia en el país. Más que necesaria son
imprescindibles, especialmente si se toma en cuenta las condiciones en las
cuales se encuentra el sistema de salud pública y que la inmensa mayoría de la
población no puede acceder a las clínicas privadas. El respaldo a la decisión
del Estado de Alarma, no puedo obviar la situación de crisis que atravesamos y
la responsabilidad de quienes han gobernado.
También
resulta natural la desconfianza y escasa credibilidad expresada en las redes
por las medidas del régimen de Maduro, por toda la opacidad con que se conduce.
El discurso institucional de Juan Guaidó constituye un elemento fundamental que
contribuye a la comprensión de la gravedad del fenómeno, y lo exigente de las
acciones preventivas.
El
discurso oficial, por su parte, llama a no utilizar políticamente la situación
derivada de la pandemia, mientras muestra un sesgo permanente en beneficio de
su posición política, por ejemplo, al anunciar la procedencia de los
contagiados por el virus del exterior menciona a Europa, los Estados Unido y Colombia;
señalando luego, y de “otras nacionalidades”, tal señalamiento genérico conduce
a pensar que pueden provenir de países cuyos gobiernos son sus aliados.
Se
saluda la llegada de una delegación cubana para contribuir a combatir el virus,
mientras se niega la entrada de comisiones de la organización Médicos sin
Fronteras. Una de las previsiones principales consiste en el lavado de las
manos, sin embargo amplias zonas del país carecen de suministro. Solo para
mencionar algunas de las contradicciones entre las declaraciones formales y la
práctica.
La
“cuarentena” en seis estados significa una seria dificultad adicional para la
mayoría que vive al día, además de la necesidad de salir a proveerse de los
recursos para adquirir alimentos, tiene que salir casi a diario a adquirirlos.
En medio de las carencias y limitaciones de los servicios públicos, tales como
el transporte, la electricidad y el gas, además del agua.
En
economía improductiva e hiperinflacionaria, junto a la disminución de los
precios del petróleo, la situación tenderá a agravarse y hacer más difícil aún
la vida de los venezolanos. No queremos presentar un oscuro panorama, pero no
sería responsable colorear o edulcorar la realidad.
La
mayoría de los males que confrontamos son anteriores a la presencia del virus y
a la existencia de las sanciones, son consecuencias de la aplicación de una
política equivocada asociada a modelos ya fracasados que nos colocan en un
plano de mayores dificultades para atender la urgencia del presente.
Los
rasgos autoritarios del régimen no pueden dejar de estar presente en ninguna
coyuntura, cuando escribimos esta columna, hoy lunes a primera hora de la tarde
no ha sido publicado en gaceta oficial el decreto que establece el estado de
alarma, cuando en la práctica están suspendidas unas garantías; entre ellas la
de libre circulación por el país. Es más ese decreto de acuerdo al artículo 339
la Constitución :..” será presentado, dentro de los ocho días siguientes de
haberse dictado, a la Asamblea Nacional o a la Comisión Delegada, para su
consideración y aprobación”…para ser consecuente con la prédica de amplitud y
llamados a la unidad nacional, debiera ser llevado a la Asamblea legítima que
preside Juan Guaidó.
Es
conveniente recordar que de acuerdo al artículo 337 de la Constitución la
restricción temporal de las garantías no puede contemplar “los derechos a la
vida, prohibición de incomunicación o tortura, el derecho al debido proceso, el
derecho a la información y los demás derechos humanos intangibles”. Con ese
recordatorio se evidencia también como el texto de la Carta Magna se ha
convertido en letra muerta.
Para
finalizar reiteramos nuestro respaldo a las medidas dirigidas a evitar la
expansión del virus, para evitarnos nuevas calamidades y llamamos a cumplirlas.
Luis
Manuel Esculpi
@lmesculpi
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