Por Marino J. González R.
Hasta la fecha, en Singapur
se han reportado 266 casos de coronavirus (covid-19), sin ningún fallecimiento.
Siendo que el primer caso fue diagnosticado en ese país casi dos meses atrás,
es altamente significativo que el control implementado haya permitido reducir
los casos y evitar muertes. Especialmente si se compara con países de América
Latina, tales como Brasil y Chile, en los cuales el registro de casos ha
alcanzado más de 200 en menos de dos semanas.
La comparación con países
muy diferentes, en términos sociales y económicos, como es el caso de Singapur,
es muchas veces subestimada. Se aduce que las condiciones son muy diversas, que
la disponibilidad de recursos no es similar, entre otras consideraciones. En el
caso de Singapur también se agrega que sus particulares rasgos geográficos y de
densidad poblacional, impiden establecer puntos de coincidencia con países de
América Latina.
A pesas de estas reales
diferencias, existen elementos que permiten extraer lecciones que pueden ser
aplicadas en nuestros contextos. En primer lugar, Singapur ha alcanzado
notables logros económicos y sociales a través del tiempo. Por ejemplo, solo
para tomar la cobertura de protección financiera en salud, puede observarse que
el gasto que deben sufragar las personas con sus recursos propios (llamado
también “gasto de bolsillo”) se ha reducido de 48% en el año 2000 a 32% en 2017
(último año de información por parte de la OMS), una de las cifras más bajas en
Asia.
Esto es, la introducción de
cambios de políticas es una práctica continua en Singapur. Por otra parte, la
población del país alcanza es cercana a los 6 millones de habitantes, similar a
la de algunos países de nuestra región. Es decir, que las diferencias señaladas
pueden estar relacionadas con características de la toma de decisiones, más que
con factores pre-determinados.
Singapur está muy vinculado
con China (330.000 personas llegan de este país cada mes), lo cual tiene
notables implicaciones, incluyendo en los aspectos sanitarios. La epidemia de
SARS de 2003, originada en China, ocasionó 33 muertes en Singapur. Desde ese
momento, el sistema de salud tomó decisiones para impedir que se repitiera una
situación similar.
Una de ellas fue la creación
de Centro de Enfermedades Infecciosas y el Laboratorio Nacional de Salud
Pública. También se aumentó el número de camas de aislamiento en el sistema
público, así como la dotación de los equipos de protección y tecnologías
requeridas para enfrentar epidemias.
De igual forma se diseñaron
los mecanismos de coordinación inter-institucional para actuar en situaciones
de emergencia. El país también asumió la tarea de fortalecer sus capacidades en
el manejo de enfermedades infecciosas.
El reporte del covid-19 el
31 de diciembre de 2019 por parte de China, encontró a Singapur en condiciones
adecuadas para implementar las acciones requeridas. El 2 de enero el Ministerio
de Salud notificó a todos los médicos que estuvieran alertas sobre casos de
neumonía en pacientes que procedieran de Wuhan. Al día siguiente, se inició la
medición de temperatura a los viajeros procedentes de China. También se
constituyó el Equipo Interministerial a cargo de coordinar las acciones contra
la epidemia en todos los ámbitos.
Como producto de esta fase
de preparación, el 23 de enero se detectó el primer caso de Covid-19 en
Singapur. A partir de ese momento se realizó la identificación rigurosa y
cuarentena de los contactos de casos confirmados.
También se impusieron
restricciones de entrada al país a las personas que hubieran viajado a China en
los 14 días previos. Aproximadamente 700 viajeros de Hubei fueron colocados en
cuarentena, y autorizados permisos de trabajo por 14 días a los nacionales de
Singapur que regresaran de China. A todos los casos sospechosos se les realizó
el test para descartar el diagnóstico.
Como producto de estas
medidas, y el seguimiento estricto de los casos, se logró reducir la cantidad
de personas contagiadas y evitar los fallecimientos. De manera que el éxito de
Singapur en el control de la pandemia por covid-19 es producto de acciones
deliberadas, incorporadas en un plan de trabajo sistemático a través de más de
quince años.
Las dimensiones de estas
inversiones son perfectamente compatibles con la disponibilidad de recursos en
los países de América Latina. Que no se hayan realizado no es un efecto
fatalista, es más bien la consecuencia de no haber tomado las medidas adecuadas
cuando era pertinente.
El hecho de que dos meses
después de anunciada la epidemia por las autoridades chinas, todavía existan
países de la región que no cuenten con los planes y recursos requeridos, está
vinculado más a la ausencia de previsión y prioridades que a brechas
insalvables con respecto a las buenas prácticas en el ámbito global.
La experiencia de Singapur
en el control del covid-19 ilustra que las políticas exitosas son más bien
expresiones de rutinas (planificar, asignar recursos, monitorear) que de
acciones surgidas de la emergencia y la improvisación. Ojalá se esté a
tiempo para tomar en cuenta las lecciones de Singapur, y así evitar casos y
muertes por Covid-19 en los ciudadanos de América Latina.
18-03-20
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