Vladimiro Mujica 04 de abril de 2024
@MujicaVladimiro
En 1930 se produjo un evento extraordinario que cambiaría la historia de la India y que constituiría uno de los acontecimientos centrales en el nacimiento de los movimientos de desobediencia civil no violenta. La Gran Marcha de la Sal, convocada y liderada por Mahatma Gandhi, constituyó un acto singular en la campaña de liberación del dominio británico. Durante la marcha, que cubrió un recorrido de unos 400 kilómetros, miles de indios siguieron a Gandhi en su protesta por los impuestos a la sal y enfrentaron la represión de las fuerzas británicas. Eventualmente la Marcha de la Sal, y el movimiento de protesta que la misma desencadenó, atrajo atención mundial al movimiento de independencia de la India a través de una extensa cobertura de medios de comunicación. El concepto de la desobediencia civil no violenta ha tenido una influencia fundamental en la evolución de los conflictos contra gobiernos autoritarios y situaciones endémicas de injusticia social, desde el movimiento de Martin Luther King, hasta la caída de Milosevic en Serbia.
El
proceso de crecimiento y consolidación del liderazgo de María Corina Machado
(MCM) en la población venezolana de todos los estratos sociales y simpatías
políticas es verdaderamente notable en nuestra historia reciente. En las zonas
populares del país, MCM es recibida como un figura que representa el bien y la
reconciliación a los que aspira la nación. Su base de apoyo incluye a los
chavistas descontentos, al chavismo disidente y, por supuesto a venezolanos
cercanos a cualquiera de los partidos y organizaciones de la sociedad civil
democrática. El régimen conoce esta verdad, sabe que ha perdido el apoyo
popular y por eso se aferra hoy más que nunca al poder a través de sus tres
herramientas: miedo, hambre y represión. El ejercicio brutal y sórdido del
poder ha corrompido a todas las instituciones del Estado y ha transformado el
proceso electoral para elegir a un nuevo presidente en un ejercicio de
discriminación, un verdadero apartheid, contra la mayoría del pueblo
venezolano. En un ejercicio tramposo, en abierta violación de la Constitución,
no solamente se inhabilita a MCM, sino que se impide por la vía de los hechos
la inscripción de Corina Yoris, designada por MCM, quien había obtenido un claro
mandato en la Primaria, para reemplazarla. El descaro y abuso del régimen, y la
violación de los Acuerdos de Barbados, ha sido duramente rechazado, inclusive
por algunos de sus más cercanos aliados en Latinoamérica, como Lula y Petro, y
por supuesto denunciado por todos los gobiernos democráticos del mundo.
El
proceso de construcción de poder popular y de una transición democrática hacia
la Venezuela posible, donde los venezolanos podamos disfrutar nuevamente de
nuestro país, en un espacio de reconciliación, pasa porque todos entendamos que
MCM no es solamente la candidata presidencial seleccionada en la Primaria, y
boicoteada por el régimen, sino la líder de la nación. El camino hacia esa
Venezuela se está convirtiendo en un proceso irreversible, en una analogía
singular de la Marcha de la Sal de Ghandi, pero esta vez una Marcha de la
Dignidad y la Libertad, algo que adquiere la dimensión poética de ser tan
fundamental para la vida como la sal, donde los venezolanos recuperemos
nuestros derechos y se termine la humillación a la que pretende someternos el
régimen.
Pero
para que la Marcha de la Dignidad y la Libertad no se detenga, es indispensable
también que todos los sectores democráticos se enfrenten en términos realistas
y duros a la emboscada del régimen para apartarnos de la ruta electoral. Eso
supondría, y esto es puramente mi opinión personal, como primer paso, que los
dos candidatos a quienes se les permitió inscribirse, Manuel Rosales (UNT) y
Edmundo González (MUD), depusieran sus candidaturas a favor de Corina Yoris
(CY), la candidata que tiene el apoyo esencial de la líder del proceso. Esto
refrescaría todo el ambiente tóxico que priva en el entorno opositor. Pero allí
no terminan las cosas, porque es literalmente impensable que el régimen que no
habilitó a MCM vaya a permitir la candidatura unitaria de CY. Si ese el caso,
entonces hay que pensar en conformar un verdadero Pacto de Estado, liderado por
MCM y con el concurso de todos los sectores que han seguido transitando la ruta
democrática para abrir el camino de la transición, con todos los elementos que
la misma implica. Tal Pacto de Estado sería un émulo adaptado a los tiempos,
del Pacto de Punto Fijo, que despejó el camino de tránsito hacia la democracia,
luego de la caída de Pérez Jiménez.
Pero
hay también que entender que el régimen sigue teniendo un plan claro para
apoderarse de cualquier elección medianamente transparente y desconocer la
voluntad popular. Ante ello el escenario inevitable es el de la resistencia
civil constitucional a la que nos obliga nuestra Carta Magna. Que el régimen se
robe la elección presidencial si decide hacerlo, pero que lo haga entonces
desnudo ante su pueblo y la comunidad internacional.
La
Marcha de la Dignidad y la Libertad está en camino y plagada de obstáculos. El
régimen actúa como si fuera todopoderoso porque se sabe en control de las
instituciones y los medios de represión. La vergüenza más reciente en esa
dirección es el abominable proyecto de ley contra el fascismo. En el terreno
internacional, la alianza con Rusia, China, Irán, Cuba y Nicaragua representa
una conspiración letal contra la democracia y la estabilidad del continente.
Pero el régimen también sabe que perdió el respaldo del pueblo y allí está su
talón de Aquiles. Preservar el liderazgo de MCM y tener planes contingentes,
incluidos el Pacto de Estado y la resistencia civil constitucional, son deberes
ineludibles de todas las fuerzas democráticas que aspiran a recuperar a
Venezuela para los venezolanos. Nos lo debemos a nosotros mismos y a los cientos
de presos, desaparecidos y torturados en estos 25 años de ignominia.
Vladimiro
Mujica
@MujicaVladimiro
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