por Yvette Sierra Praeli en 9 abril 2024
- De acuerdo con el análisis de imágenes satelitales realizado por la Universidad de Maryland, el planeta perdió 3.7 millones de hectáreas de bosques primarios en 2023.
- Brasil, Bolivia, Perú y Colombia se encuentran en la lista de los diez países que perdieron más bosques en el último año.
- Brasil y Colombia lograron detener el ritmo de deforestación en 2023. La pérdida de bosques sigue sin freno en Bolivia y Perú.
El planeta sigue perdiendo bosques de manera acelerada. El más reciente reporte del World Resources Institute (WRI) indica que en 2023 al menos 3.7 millones de hectáreas dejaron de ser bosques tropicales primarios, una extensión que casi equivale a la superficie de Suiza. El ritmo con el que se termina con las zonas forestales equivale a diez campos de fútbol por minuto, señala el informe publicado el 4 de abril.
Cuatro países de Latinoamérica figuran en la lista de los diez más deforestados en el planeta durante 2023: Brasil, Colombia, Bolivia y Perú. Los dos primeros, sin embargo, presentaron porcentajes de deforestación menores que los registrados en el 2022.
Los gráficos muestran la lista de los diez países con mayor deforestación en los años 2022 y 2023. Fuente: World Resources Institute.
A diferencia de años anteriores, Brasil y Colombia han visto avances en la conservación de sus bosques. En el caso de Brasil, en 2023 la deforestación se redujo en un 36 % con respecto al 2022. En Colombia, los números indican que la pérdida de bosque disminuyó en 49 % si se compara con el 2022.
En contraste, otros países latinoamericanos no han logrado detener la pérdida de sus bosques. En Bolivia, por ejemplo, la deforestación creció en 27 % en 2023 comparado con el año anterior.
En Perú, la deforestación tuvo una mínima disminución durante el 2023, de apenas el 6 %, si se compara con el 2022.
“Por los resultados, en Brasil y Colombia la tasa de deforestación está disminuyendo, pero todavía no está en el nivel necesario para cumplir con el compromiso de reducción para 2030”, dice Mikaela Weisse, directora de Global Forest Watch.
Santa Cruz es el departamento con mayor deforestación en Bolivia. Foto: Rhett Butler.
Weisse comenta que los resultados de este año abren un espacio a la esperanza, aunque precisa que el nivel de deforestación actual es el mismo que se tenía en el 2020, cuando se firmó la Declaración de Glasgow, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26). ”Solo tenemos seis años para llegar a esa meta”.
Pablo Negret, investigador postdoctoral de la Universidad de Berna, en Suiza, resalta que si bien los resultados son alentadores en Colombia y Brasil, no se puede decir lo mismo de Bolivia y Perú. “Los resultados de Global Forest Watch para Perú y Bolivia indican que la deforestación viene aumentando consistentemente desde el año 2000. Esto es alarmante”.
El reporte fue elaborado sobre base de imágenes satelitales analizadas por el laboratorio del departamento de Ciencias Geográficas de la Universidad de Maryland, y que han sido publicadas en la plataforma Global Forest Watch del World Resources Institute.
Colombia: la deforestación se redujo a la mitad
Los resultados más alentadores del informe de WRI corresponden a Brasil y Colombia. En ambos los niveles de deforestación se han reducido significativamente en el último año. Pese a ello, los dos figuran entre los diez países con mayor pérdida de bosques primarios en el mundo.
Deforestación en Sierra de la Macarena, Colombia. Foto: Jorge Luis Contreras.
De acuerdo con el análisis de WRI, Colombia pasó de ocupar un quinto lugar en 2022 al décimo en 2023. En este país, la pérdida de bosques afectó a 66 083 hectáreas en 2023, prácticamente la mitad de las 128 455 hectáreas del año anterior.
Alejandra Laina, gerente de Recursos Naturales de WRI Colombia, considera tres puntos claves sobre la reducción de la deforestación en esa nación. El primero es que los programas que desde hace unos años tiene la cooperación internacional para comunidades campesinas e indígenas y para la sociedad civil han estado funcionando.
El segundo aspecto tiene que ver con las políticas de gobierno implementadas desde la llegada a la presidencia de Gustavo Petro, en agosto de 2022, y las estrategias de reducción a la deforestación asociadas a las acciones de restauración. La reforma rural integral también ha tenido un impacto en esta cifra. Un tercer punto corresponde a las políticas de gobierno y la gobernanza de los territorios.
El cuadro muestra los cambios en los niveles de deforestación en Colombia entre 2002 y 2023. Fuente: World Resources Institute.
Sin embargo, a Laina le preocupa que esta tendencia se revierta y se regrese a las altas tasas de deforestación de años anteriores, sobre todo por lo que está sucediendo desde 2024 en la región amazónica, en donde “hay muchas quemas, apertura de vías y movilización de ganado”.
Pablo Negret, investigador postdoctoral de la Universidad de Berna, en Suiza, considera que la reducción en los niveles de deforestación en Colombia está relacionada con las políticas del gobierno de Gustavo Petro, entre ellas el , fomentar el ecoturismo y buscar herramientas para mejorar la economía del país con actividades distintas a la extracción minera y petrolera que afectan la cobertura de bosque.
Otro factor que toma en cuenta Negret para la reducción de la deforestación en Colombia es el término de la pandemia. “El pico de deforestación estuvo relacionado con la poca gobernanza en los parques nacionales —sobre todo en los amazónicos— que hubo en el país durante la pandemia. Esto permitió que los grupos ilegales y otras personas pudieran hacer uso de los recursos sin control de las autoridades”.
Vista aérea de la selva del Putumayo con evidentes parches de deforestación.Foto: Natalia Pedraza Bravo.
Negret considera que para cumplir los compromisos mundiales para frenar la deforestación para el 2030, “todavía hay un largo trecho para conseguir ese objetivo”.
Brasil: aún lidera el ranking mundial de deforestación
En esta lista de Global Forest Watch, Brasil permanece en el primer lugar del ranking mundial con una pérdida de un 1 136 874 hectáreas de bosques primarios en 2023, cifra inferior al 1 772 689 hectáreas del 2022.
Pasto y reserva forestal legal cerca del Arco de la Deforestación en la Amazonia brasileña. Crédito: Rhett A. Butler.
El informe de WRI indica que esta disminución coincide con la transición de gobierno del presidente Jair Bolsonaro al presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que ocurrió a inicios de 2023. “Durante el mandato de Bolsonaro, su administración erosionó las protecciones ambientales y destruyó las agencias de aplicación de la ley. Por el contrario, Lula se ha comprometido a poner fin a la deforestación en el Amazonas y otros biomas para 2030”, indica el documento.
Entre las medidas adoptadas por el gobierno de Lula da Silva en Brasil se mencionan la revocación de medidas anti ambientales, el reconocimiento de nuevos territorios indígenas y un mayor esfuerzo para la aplicación de la ley. “Estos cambios parecen estar teniendo un impacto en la tasa de pérdida de bosques, aunque sigue siendo superior a su punto más bajo a principios de la década del 2010”, indica el informe de WRI.
Mikaela Weisse, directora de GFW, señala que las decisiones políticas tienen mucho impacto en la conservación o pérdida de bosques. “Estamos viendo este impacto no solo en Brasil y Colombia este año, sino también en Indonesia hace algunos años, cuando ingresó una nueva administración y puso énfasis en reducir la deforestación”.
El cuadro muestra los cambios en los niveles de deforestación en Brasil entre 2002 y 2023. Fuente: World Resources Institute.
Cuando los políticos ponen la reducción de la deforestación como una prioridad pueden realmente cambiar las cosas, dice Weisse, sin embargo, agrega que los políticos cambian, por tanto, se tiene que pensar en otras acciones para mantener la reducción en la deforestación.
“No hay una solución fácil. Se puede considerar tener más áreas protegidas y territorios indígenas con financiamiento para conservación de bosques, invertir en economías sostenibles y que puedan mejorar las economías locales”, menciona Weisse.
El investigador Pablo Negret también destaca comenta sobre las políticas ambientales en Brasil. Cuando Jair Bolsonaro estuvo en el gobierno “se disparó la deforestación porque era un presidente que consideraba el desarrollo de la Amazonía a costa de la biodiversidad”.
El informe de WRI indica que el avance en la conservación de los bosques ha llegado en un momento en que la Amazonía enfrenta una drástica sequía. “Aunque la pérdida de bosques por incendios no aumentó en la Amazonía brasileña en su conjunto en 2023, el área que rodea la ciudad de Manaos sufrió incendios sin precedentes y el estado de Roraima experimentó un número récord de incendios en febrero de 2024”.
También se debe tomar en cuenta que no todos los biomas de Brasil experimentaron avances en la conservación de sus zonas forestales. Mientras en la Amazonía brasileña se reportó menos pérdida de bosque, en el Cerrado y el Pantanal aumentó la deforestación durante 2023.
Según el informe, el bioma Cerrado experimentó un aumento del 6 % en la pérdida de cobertura arbórea entre 2022 y 2023, un crecimiento que se ha mantenido en los últimos cinco años. El Cerrado es el centro agrícola del país, donde la producción de soya ha aumentado más del doble en los últimos 20 años.
En el caso del bioma del Pantanal, la pérdida de bosques en 2023 se debe, principalmente, a los incendios que se agudizaron por la sequía que desde hace varios años afecta a este ecosistema.
Bolivia: aumenta la pérdida de bosques
Como ha sucedido desde 2021, Bolivia se ubica en el tercer lugar a nivel mundial entre los países que perdieron mayor cantidad de bosques primarios. La deforestación en 2023 aumentó en un 27 % , es decir, pasó de 385 567 hectáreas de bosques primarios perdidos en 2022 a, por lo menos, 490 544 hectáreas en 2023. Además, si en esta cifra se considera toda la cobertura vegetal del país la cantidad aumenta a 696 362 hectáreas.
“En Bolivia teníamos tasas de deforestación que no superaban las 200 000 hectáreas, desde el 2015 aumentó a más de 250 000 hectáreas. Y desde el 2021 tenemos una aceleración de la deforestación por encima de las 300 000 hectáreas”, comenta Marlene Quintanilla, directora de Investigación y Gestión del Conocimiento de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN).
Para Quintanilla, la pérdida de los bosques tiene que ver con las políticas ambientales del gobierno. “No se mira al bosque como un bien económico, sino que se debe talar para impulsar la economía”.
Quintanilla menciona la ganadería y la agroindustria como los principales motores de la deforestación. En ese sentido, explica que en Bolivia se talan bosques para mantener la seguridad jurídica de un predio, puesto que, según la normativa, si no se ha eliminado el bosque significa que el terreno no tiene una función económica y social, por tanto, el Estado puede pedir la reversión de esas tierras.
“Mucha gente termina deforestando para tener ganado o algún cultivo en sus predios con el fin de no perder esa tierra. La seguridad jurídica de los bosques es muy débil o no existe en Bolivia”, dice Quintanilla, quien considera que existe una errónea interpretación de las leyes. “El bosque no tiene que estar tumbado para tener una función económica y social, por el contrario, tenemos que mirar al bosque como un pilar fundamental para el bienestar económico y social. Esto es lo que no se interpreta de las leyes”.
En cuanto a las zonas en donde ocurre la deforestación, Quintanilla comenta que el 74 % de la pérdida de bosque se da en Santa Cruz, “un departamento que comparte tres biomas importantes: la Amazonía, el Chaco y la Chiquitanía”. Tarija es otro departamento con alta deforestación, al igual que Chuquisaca.
El análisis de WRI también indica que los incendios forestales representan el 51 % de la pérdida de estos bosques primarios. La expansión agrícola es otro motor de la deforestación en Bolivia. “La expansión de la soya ha provocado casi un millón de hectáreas de deforestación en el país desde principios de siglo, casi una cuarta parte de las cuales puede atribuirse a colonias menonitas. Aunque Bolivia tiene mucha menos producción de soya que los países vecinos, la mayor parte de su expansión se ha producido a expensas de los bosques”, señala el informe.
Miguel Vargas, director ejecutivo del Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (Cejis) de Bolivia, analiza las consecuencias de la política de ampliación de la frontera agrícola que se ha instalado en Bolivia desde hace por lo menos diez años. “A partir del año 2014 se inicia este proceso de cambio de normas que han privilegiado la deforestación, para habilitar áreas de bosque nativo para la producción de monocultivos, de carne, y en este último periodo para la producción de biodiesel debido a la reducción en las reservas de gas”.
Vargas también menciona que en 2023 se quemaron aproximadamente 3 millones de hectáreas, además, indica que los incendios afectaron por lo menos el 10 % de la superficie de los territorios indígenas titulados. “Esta incidencia es cada vez más sostenida y se ha convertido en otra de las causas para que las comunidades indígenas pierdan sus medios de subsistencia y muchas veces tengan que dejar sus comunidades”.
Vargas resalta que en Bolivia, la política ha privilegiado la ampliación de la frontera agroindustrial: “La cantidad de tierra para producir oleaginosas, soya y carne de vacuno está en expansión, se ha desarrollado de manera tan rápida que está presionando cada vez más a territorios indígenas y áreas protegidas”.
El economista ambiental y experto en deforestación, Stasiek Czaplicki Cabezas, señala que en Bolivia la antigua frontera agrícola y pecuaria se ha consolidado en torno a los biomas de la Chiquitania y del Chaco, sin embargo, en los últimos años la frontera agrícola también se ha extendido hacia la Amazonía.
Como ha sucedido desde 2021, Bolivia se ubica en el tercer lugar a nivel mundial entre los países que perdieron mayor cantidad de bosques primarios. La deforestación en 2023 aumentó en un 27 % , es decir, pasó de 385 567 hectáreas de bosques primarios perdidos en 2022 a, por lo menos, 490 544 hectáreas en 2023. Además, si en esta cifra se considera toda la cobertura vegetal del país la cantidad aumenta a 696 362 hectáreas.
“En Bolivia teníamos tasas de deforestación que no superaban las 200 000 hectáreas, desde el 2015 aumentó a más de 250 000 hectáreas. Y desde el 2021 tenemos una aceleración de la deforestación por encima de las 300 000 hectáreas”, comenta Marlene Quintanilla, directora de Investigación y Gestión del Conocimiento de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN).
En la comunidad San Miguelito el plan de desmonte avanza y está cerca del municipio indígena San Antonio de Lomerío. Crédito: Edwin Caballero.
Para Quintanilla, la pérdida de los bosques tiene que ver con las políticas ambientales del gobierno. “No se mira al bosque como un bien económico, sino que se debe talar para impulsar la economía”.
Quintanilla menciona la ganadería y la agroindustria como los principales motores de la deforestación. En ese sentido, explica que en Bolivia se talan bosques para mantener la seguridad jurídica de un predio, puesto que, según la normativa, si no se ha eliminado el bosque significa que el terreno no tiene una función económica y social, por tanto, el Estado puede pedir la reversión de esas tierras.
“Mucha gente termina deforestando para tener ganado o algún cultivo en sus predios con el fin de no perder esa tierra. La seguridad jurídica de los bosques es muy débil o no existe en Bolivia”, dice Quintanilla, quien considera que existe una errónea interpretación de las leyes. “El bosque no tiene que estar tumbado para tener una función económica y social, por el contrario, tenemos que mirar al bosque como un pilar fundamental para el bienestar económico y social. Esto es lo que no se interpreta de las leyes”.
El cuadro muestra los cambios en los niveles de deforestación en Bolivia entre 2002 y 2023. Fuente: World Resources Institute.
En cuanto a las zonas en donde ocurre la deforestación, Quintanilla comenta que el 74 % de la pérdida de bosque se da en Santa Cruz, “un departamento que comparte tres biomas importantes: la Amazonía, el Chaco y la Chiquitanía”. Tarija es otro departamento con alta deforestación, al igual que Chuquisaca.
El análisis de WRI también indica que los incendios forestales representan el 51 % de la pérdida de estos bosques primarios. La expansión agrícola es otro motor de la deforestación en Bolivia. “La expansión de la soya ha provocado casi un millón de hectáreas de deforestación en el país desde principios de siglo, casi una cuarta parte de las cuales puede atribuirse a colonias menonitas. Aunque Bolivia tiene mucha menos producción de soya que los países vecinos, la mayor parte de su expansión se ha producido a expensas de los bosques”, señala el informe.
Miguel Vargas, director ejecutivo del Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (Cejis) de Bolivia, analiza las consecuencias de la política de ampliación de la frontera agrícola que se ha instalado en Bolivia desde hace por lo menos diez años. “A partir del año 2014 se inicia este proceso de cambio de normas que han privilegiado la deforestación, para habilitar áreas de bosque nativo para la producción de monocultivos, de carne, y en este último periodo para la producción de biodiesel debido a la reducción en las reservas de gas”.
Los incendios forestales es un de las causas de deforestación en en Bolivia. Foto: Sernap.
Vargas también menciona que en 2023 se quemaron aproximadamente 3 millones de hectáreas, además, indica que los incendios afectaron por lo menos el 10 % de la superficie de los territorios indígenas titulados. “Esta incidencia es cada vez más sostenida y se ha convertido en otra de las causas para que las comunidades indígenas pierdan sus medios de subsistencia y muchas veces tengan que dejar sus comunidades”.
Vargas resalta que en Bolivia, la política ha privilegiado la ampliación de la frontera agroindustrial: “La cantidad de tierra para producir oleaginosas, soya y carne de vacuno está en expansión, se ha desarrollado de manera tan rápida que está presionando cada vez más a territorios indígenas y áreas protegidas”.
El economista ambiental y experto en deforestación, Stasiek Czaplicki Cabezas, señala que en Bolivia la antigua frontera agrícola y pecuaria se ha consolidado en torno a los biomas de la Chiquitania y del Chaco, sin embargo, en los últimos años la frontera agrícola también se ha extendido hacia la Amazonía.
Puntos críticos de pérdida de bosques en Bolivia en áreas devastadas por incendios. Fuente: World Resources Institute.
“El año pasado hubo inversiones sustanciales en la palma de aceite y en la ganadería, sobre todo con inversiones públicas. El gobierno mismo ha establecido viveros y plantas de transformación de biodiésel, así como mataderos y frigoríficos con todo lo necesario para el establecimiento de cadenas de valor de aceite de palma y biodiesel y ganaderas”.
Según Czaplicki, los cultivos para el biodiesel podrían generar una pérdida de bosque de 450 000 hectáreas adicionales a la tendencia que ya existe. “El establecimiento de las primeras plantaciones se dio el año pasado y no hay reporte oficial sobre la cantidad de tierras destinadas a ese fin”.
Las comunidades indígenas y campesinas están siendo desplazadas por esta expansión agropecuaria y agroindustrial enfocada a monocultivos, señala Czaplicki, así como la ganadería de gran escala.
Perú: preocupación por la impunidad
Perú ocupa el quinto lugar en el ranking de los diez países con mayor pérdida de bosques primarios en el mundo. En 2023, la deforestación alcanzó 150 398 hectáreas, una cifra ligeramente menor de las 160 991 hectáreas que se registró en 2022, según el informe de WRI.
Para Sandra Ríos, investigadora del Instituto del Bien Común (IBC), los resultados del análisis de WRI indican que los problemas de pérdida de bosques en Perú se mantienen. “Se está perdiendo bosques en cifras por encima de lo que ocurría hasta el 2010. No descendemos por debajo de 70 000 hectáreas anuales que era lo que pasaba antes del 2010”.
La deforestación no desciende porque los problemas siguen presentes, agrega Ríos. “No estamos cumpliendo con los compromisos que hemos asumido de aquí al 2030 y al 2050. Y tenemos que considerar que en el período analizado probablemente aún no se muestren los resultados de decisiones que se han tomado a inicios de este año con la ley a la que llamamos antiforestal”.
Se trata de la modificación de la ley forestal, aprobada recientemente por el Congreso de la República. Una cuestionada norma que según expertos en el tema abre las puertas para una mayor deforestación en Perú.
“A partir de este gran cambio es probable que nos vayamos a enfrentar a un año atípico; el riesgo es que lo que suceda este año nos marque nuevamente como sucedió en el 2012 con aumento significativo de deforestación”, agrega Ríos.
Para Julia Urrunaga, directora en Perú de la Agencia de Investigación Ambiental (EIA por sus siglas en inglés), “la razón por la que esta deforestación se mantiene y avanza es porque hay una impunidad total. No hay voluntad política para detenerla.”.
Urrunaga recuerda que uno de los argumentos para la aprobación de la ley fue la nueva normativa de la Unión Europea, aprobada en abril de 2023, que prohíbe las importaciones de café, cacao, carne de ganado vacuno, soya, aceite de palma (y una serie de sus derivados), madera, caucho, carbón vegetal y papel impreso que estén relacionados o hayan sido obtenidos de bosques deforestados.
“El encargado de negocios de la Unión Europea ha explicado en el Congreso de la República que esa ley forestal no tiene nada que ver con la regulación europea, no es necesaria y no soluciona el problema”, comenta Urrunaga.
La directora en Perú de la EIA resalta que las leyes y normas aprobadas en Perú han legalizado lo ilegal. El mensaje es “sigan trabajando ilegalmente porque no pasa nada, aquí se dan amnistías eternas”.
Urrunaga también señala que los resultados positivos que se han dado en Colombia y en Brasil demuestran que “es posible reducir radicalmente la deforestación, siempre que exista voluntad política e implementación real de las normas nacionales. Necesitamos autoridades que entiendan lo que está en juego y prioricen los bosques y las poblaciones que dependen de ellos”.
Tomado de:
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