Julio César Arreaza B. 26 de mayo de 2024
Vamos
en camino del segundo fraude seguido, bajo condiciones peores, perpetrado por
la ilegítima usurpación. El primero, esmirriado y monumental al mismo tiempo,
consumado en mayo de 2018, fuera de toda observancia de mínima ortodoxia
electoral.
El
segundo fraude comenzó con la patada a la legítima candidata opositora que
recibió el respaldo impresionante del 93% de los electores, derivado de la
formidable y transparente elección primaria realizada el 22 de octubre.
Ilegalmente el ecosistema criminal la sacó de la contienda. La contundencia del
hito sorprendió por sus magnitudes a todos, rebasando cualquier cálculo: María
Corina Machado se convirtió en la líder de Venezuela. Estos son los hechos.
No puede negarse que el régimen escogió el candidato de la oposición, en el sentido que eliminó de la contienda y dejó por fuera a la candidata aclamada por la mayoría de la nación.
A
nuestro juicio no se dio la pelea que todos esperábamos para enfrentar la
patraña y se dio cartel a la oposición funcional al régimen.
El
hecho es que parte del nuevo liderazgo brotado de la fuente limpia del 22 de
octubre está preso y asilado, sin salvoconductos, no mediando ninguna razón
legal para la medida arbitraria y a todas luces totalitaria.
En
lugar del liderazgo que bregó y gestó la hazaña ciudadana libertaria, vemos en
la tarima, pescueceando como siempre, con su cara lisa y fresca, con poca
vergüenza, a unos dirigentes que no representan a nadie, que habían sido
puestos de lado por la fuerza soberana expresada en la primaria.
En
todo este entramado totalitario, confuso y dañado, hay que tomar posición y la
tomaremos. Votaremos por un hombre decente: Edmundo González Urrutia.
Insisto
en que no podemos perder de vista el fenómeno y sucumbir al epifenómeno.
El
fenómeno es que estamos envueltos en la tramoya de un ecosistema criminal, que
se organiza para no perder. No está inserto en los valores democráticos, sino
se apega a ellos, superficialmente, como significantes vacios. Se disfraza para
la comunidad internacional.
El
gran poder corrupto y corruptor se organiza para no perder. Su interés es
permanecer en el poder, no la democratización, no está dispuesto a entregarle
el poder a la sociedad.
Este es el fenómeno que vivimos y enfrentamos aquí, el epifenómeno es la
ilusión de que estamos preparados para cobrar la victoria.
El
poder está en la ley y en las capacidades de exigir su cumplimiento.
Hoy
carecemos de piso parejo y el régimen no permite, con sus instituciones
apéndices, actuar con arreglo a las reglas y demandar su acatamiento
equitativo. En cambio, él las incumple, abierta y groseramente, y no pasa nada.
Tú juegas limpio y te cantan penalti. El juega sucio y mete el balón en el arco
con las manos y le cantan gol.
Nuestra
debilidad sigue siendo la oposición funcional al régimen que continúa actuando
sin representación popular.
El
nivel de crueldad del narcorrégimen es supremo. Cierran los puestos de
empanadas y hoteles donde come y se hospeda la líder. Su futuro será el de
convertirse en los sitios de comida y hoteles más concurridos por los
venezolanos.
¡Libertad
para Javier Tarazona, los policías metropolitanos, los comandos de Vente, Rocío
San Miguel, Dignora Hernández, Henry Alviarez, Carlos Julio Rojas y los
hermanos Guevara! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni
exiliados!
Julio
César Arreaza B.
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