Por lo general, las campañas electorales presidenciales en casi todo el mundo terminan convergiendo no sólo hacia la reducción y simplificación de las preferencias del electorado, sino que esta reducción se centra en las dos opciones candidaturales que representan los dos polos de la oferta política, el polo de la continuidad del gobierno en funciones y el polo del cambio en la conducción del país,
A pesar de que poder elegir libremente es un derecho humano fundamental e inviolable, para nadie es un secreto que el camino electoral en nuestro país, como ocurre bajo modelos autoritarios de dominación, va a estar indudablemente lleno de toda clase de inconvenientes y obstáculos. Frente a esa realidad, y muy lejos de permitir que ella genere desánimo o desesperanza, lo que cabe es sortearlos con inteligencia y organización ciudadana. Y desde esa esperable inteligencia, un elemento crucial en las semanas que nos separan del 28 de julio es ayudar a presagiar entre todos el país que viene y ayudar a que sea posible.
Como actores políticos que somos todos, el momento histórico por el cual atraviesa Venezuela demanda de nosotros una actitud de activación y lucha por el país que se desea. La elección que se acerca es tan crucial para el futuro de todos que va mucho más allá de la escogencia de un candidato. De hecho, lo que está en juego son dos modelos de país. Uno es ya harto conocido desde hace varios lustros, y quiere continuar en el poder para seguir haciendo lo mismo que hasta ahora.
En el Evangelio de Mateo, Jesús advierte sobre los falsos profetas y señala cómo la verdadera naturaleza de alguien se debe discernir no tanto por lo que habla, dice o promete, sino por sus acciones: “por sus frutos los conoceréis”. Pues bien, después de tantos años el poder, los frutos de la actual oligarquía gobernante están a la vista. Si a usted le gustan, y le parece que ese tipo de realidad y de país no sólo debe seguir sino profundizarse, su opción electoral por el polo del continuismo es clara. Si, por el contrario, usted aspira una realidad diferente a la que enfrenta a diario, y cree que usted, su familia y su país merecen condiciones de vida distintas, entonces usted es de los que militan el polo del cambio. Pero, ¿cambio hacia dónde?
El candidato unitario del polo del cambio ha anunciado que, de ser electo, luchará por un país donde prevalezca la tolerancia política y la reconciliación social. Habla de adversarios y no de enemigos políticos. Insiste en la importancia del respeto a las opiniones ajenas. Rescata la necesidad urgente de reducir los niveles de pobreza y de desigualdad social. Anuncia que pondrá el acento en el reencuentro de las familias separadas por la crisis, y plantea una transición pacífica basada en la inclusión, sin persecuciones ni represalias. Este dibujo del país que puede venir -aunque a algunos les dé todavía temor pensar que es posible- ciertamente motiva a luchar por hacerlo realidad. Pero el reto de esa lucha es tan grande e importante que requiere el concurso y participación de todos. El llamado es a convertirnos todos, sin excepción y cada uno desde su metro cuadrado de influencia, en agentes de esa Venezuela posible, para lo cual es necesario asumir una necesaria actitud política.
La necesaria actitud política tiene mucho que ver con la capacidad de enamorar a otros con la idea de un sueño, con la habilidad para transformar los deseos en metas, con convencer en la necesidad de no renunciar a ellos y de luchar por conseguirlos. Es denunciar la injusticia de las realidades concretas, en cuanto indignas de la condición humana, y a partir de allí insistir en motivar y mantener viva la esperanza que vale la pena y es posible incidir en esas realidades hasta cambiarlas. Se trata de recordar y proclamar siempre no sólo el norte hacia el cual podemos dirigirnos, sino además el compromiso de no desistir en la lucha hasta alcanzarlo, para lo cual resulta una condición esencial nunca dejar de creer que esa sociedad deseable es posible.
La necesaria actitud política implica denunciar, anunciar, acompañar al sufriente, insistir a tiempo y a destiempo, hablar siempre, no callar, repetir el mensaje –porque siempre habrá alguien a quien no le ha llegado o que no crea que es posible- , informar, proponer, enseñar que las cosas pueden ser distintas, impedir que las personas se resignen a sobrevivir como súbditos sumisos, explicar cómo hacer las cosas de manera diferente a las que han generado esta tragedia. Ser testigo y presagio de la Venezuela posible. No permitir que la desesperanza se instale y carcoma los deseos de cambio. Y esto, de nuevo, no es una actitud exclusiva de la dirigencia política y social, sino de todos quienes, cada uno desde su especificidad y condición particular, aspiramos a la liberación democrática de nuestro país.
https://www.elnacional.com/opinion/la-necesaria-actitud-politica/
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