Trino Márquez 22 de mayo de 2024
@trinomarquezc
La
oposición agrupada en torno de la Plataforma Unitaria Democrática, Edmundo
González Urrutia y María Corina Machado adelanta la campaña electoral en las
peores condiciones registradas desde 1999. Es una cruzada heroica en la que se
lucha en dos campos distintos, aunque complementarios entre sí.
El primer frente está formado por el Gobierno y el Estado construido por el chavismo-madurismo a lo largo de un cuarto de siglo de ejercicio hegemónico del poder. Debido a que por primera vez desde que llegó a Miraflores el régimen encara unas elecciones en las que luce claramente perdedor, está utilizando de forma descarada todos los mecanismos a su alcance para minimizar e invisibilizar a Edmundo González y a María Corina, las dos figuras que encarnan las esperanzas de cambio.
Sin
dejar a de arremeter contra Edmundo González, el ensañamiento se ha dirigido
especialmente contra María Corina. Sabe que es la líder más importante del
país. La persona que sintetiza el descontento y a la vez la esperanza de
transformación. Los medios oficiales la ignoran, y cuando se acuerdan de ella
es para acusarla de delitos inventados en las salas situacionales del
madurismo. La persecución se extiende a los dueños de los modestos hoteles
donde se alberga en sus giras por el interior o a los humildes restaurantes
donde junto a sus acompañantes se reúnen para comer. No existe espacio donde la
paranoia y el rencor madurista no se expresen con insolencia.
En su
reciente visita a Apure, María Corina tuvo que sortear toda clase de dificultades
para llegar a San Fernando y, a partir de allí, visitar los pueblos de un
estado abandonado desde hace muchos años por el régimen, que ahora acaricia la
posibilidad de redención. Esa fe en el futuro permitió que María Corina –con la
ayuda de la gente- evadiera las alcabalas y todas las demás barreras levantadas
por el oficialismo, y se conectara con el pueblo que la recibió con entusiasmo
desbordado.
El
hostigamiento directo a María Corina se combina con el ensañamiento contra su
entorno más cercano. A los miembros de su comando de campaña refugiados en la
embajada de Argentina desde hace más de dos meses, aún no se les ha otorgado el
salvoconducto que les permitiría abandonar la sede con destino al país sureño.
A la diputada Dignora Hernández y a Henry Alviárez se les ha negado el derecho
a comunicarse con sus abogados privados.
El
cerco a María Corina también se enlaza con acciones de carácter más general:
asedio permanente y cierre de medios informativos que el régimen vincula con la
oposición y, ahora, la discusión en la Asamblea Nacional de un proyecto de ley
inquisitorial orientado a controlar las organizaciones no gubernamentales, con
el fin de acallarlas y someterlas a la voluntad del Gobierno. No parece casual
que la condena a los miembros de la llamada Operación Gedeón –entre 20 y 30
años- haya sido anunciada precisamente por esos días, cuando la campaña
electoral comienza a cobrar bríos y las encuestas, respaldadas por los
paupérrimos actos de masas, señalan que la popularidad de Nicolás Maduro se
arrastra por el piso.
A las
embestidas del régimen contra la Plataforma, María Corina y Edmundo González,
hay que añadir las agresiones laterales contra la Unidad. Me refiero a los
flechazos provenientes del ‘alacranato’, como se le llama a ese sector que
pretende presentarse formando parte de una oposición ‘civilizada’, cuando en
realidad es un aliado objetivo de Miraflores. Para los miembros de esa claque
(excluyo a Enrique Márquez, un aspirante con méritos propios), el verdadero
enemigo no es la casta que durante veinticinco años ha destruido al país, sino
Edmundo González y María Corina, su compañera de fórmula, quienes supuestamente
representan a la derecha rancia, apátrida y proimperialista. Sus
integrantes no enfrentan dificultades para desplazarse en aviones comerciales o
por carreteras, llegar a hoteles, celebrar reuniones en locales comerciales o
comer en los restaurantes que les place. A ellos el régimen no los persigue. A
Maduro, ellos le resultan perfectamente funcionales. Proyectan la imagen de
amplitud que el oficialismo aspira de forma obsesiva. Por supuesto, esos
candidatos no representan ningún peligro para su reelección. Entre todos no
llegan ni a 8% en la intención de voto. El electorado los ha castigado porque
traicionaron la Unidad e introdujeron una cuña en los deseos de cambio de los
venezolanos.
Hasta
ahora, la Plataforma Unitaria, Edmundo González y María Corina han logrado
llevar adelante una campaña épica. Falta un poco más de dos meses para llegar
al 28 de julio. El heroísmo de la dirección política hay que combinarlo con la
eficacia organizativa y el activismo popular. El compromiso de la gente con el
proyecto de cambio democrático está viéndose en toda la nación. Resulta
indispensable mantenerlo y
potenciarlo.
Trino
Márquez
@trinomarquezc
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