Humberto García Larralde 20 de mayo de 2024
No se
dice nada nuevo al afirmar que el mandato de Maduro ha dependido, durante estos
años, del apoyo de factores militares que controlan a la FAN.
Para
asegurar tan crucial apoyo, el chavo-madurismo, con asesoría cubana,
instrumentó una estrategia de tres vectores:
1) La
corrupción deliberada de quienes acceden a posiciones de mando, haciéndolos
cómplices de las prácticas de depredación y expolio que cimientan al gobierno:
manejos irregulares en Pdvsa, CVG y otros entes del Estado; la minería ilegal;
extorsión en alcabalas, fronteras, puertos, aeropuertos, etc.
2) El amparo ideológico, capaz de absolver ilegalidades y abusos con el argumento de que son los auténticos herederos del Ejército Libertador, garantes del legado de Bolívar y, por ende, dueños del país. Tal discurso los acredita, por antonomasia, como patriotas y antiimperialistas, y encubre su sumisión a directrices cubanas. Quienes les piden rendir cuentas y someterse al control civil, no son más que viles apátridas.
3) La
represión severa de todo oficial que proteste o se oponga a estos manejos, con
presidio, tortura, acoso a familiares, degradación y otras humillaciones, así
como el relevo de mando sobre tropas y/o el retiro forzado de quienes, por no
exhibir constantemente pruebas de su lealtad al régimen –“¡Chávez vive, la lucha
sigue!”–, están bajo sospecha de pensar con criterio propio.
De los
269 presos políticos en Venezuela a comienzos de mayo, 147 son militares.
Recordemos, además, la muerte en custodia del capitán Acosta Arévalo y del
general Raúl Baduel. Hay otros. No se hace mayor esfuerzo por invisibilizar
este cruel proceder para que sirva de ejemplo de la clase de castigo que le
espera a quien, dentro de la FAN, decide denunciar los abusos cometidos.
El
fascismo enfatiza mucho más que la dictadura militar clásica su legitimación
ideológica. Se concibe, así mismo, como una revolución, conducida por el líder
indiscutible, capaz de soliviantar a las masas con atractivas fórmulas
populistas y patrioteras, en contra de quienes señala como enemigos. Reduce la
política a una guerra para liquidar a éstos. Para ello, el referente militar y
la invocación de batallas para glorificar el uso de la violencia han sido
consustanciales. Construye un discurso de supremacía moral, apelando a las
pasiones y al “derecho” de imponerse, por cualquier medio, sobre los
“apátridas”.
En
Venezuela, esta prédica se agotó irremediablemente con el deterioro del
“proceso”, salvo para un grupito de fanáticos a quienes le sirve de
justificación de las prebendas que da el ejercicio “revolucionario” del poder.
Pero, para la inmensa mayoría de venezolanos, incluyendo el grueso de la FAN,
tal discurso, en una situación de tanta penuria, injusticia, corrupción e
ineficacia, representa hoy la más cruel burla.
Las
condiciones miserables en que se encuentra la tropa, la decadencia de
equipos y pertrechos, y las remuneraciones menesterosas que reciben no
desaparecen por la magia de un discurso patriotero, de loas a Chávez.
Oficiales y tropa tienen familiares y amigos. Las condiciones en que viven son
testimonio insoslayable de la destrucción causada por quienes han comandado la
“revolución”. Y esta toma de conciencia no pasa desapercibida por el núcleo
duro del chavo-madurismo.
Desesperadamente,
se incrementan las arengas a la tropa —¡Maduro incluso vestido de militar!—
para exigirle lealtad absoluta. Resucitan a los enemigos de siempre y/o
inventan nuevos. El reclamo del territorio Esequibo, largos años descuidado,
cobra, de repente, prueba de su patriotismo. La fértil imaginación de Saab
alimenta la proliferación de conspiraciones de toda naturaleza que demandan la
vigilancia militar en resguardo de la “revolución”.
Arrecian
denuncias e insultos en contra del sempiterno imperio, siempre detrás de estas
acechanzas “contra Venezuela”. La prisión arbitraria de Rocío San Miguel,
respetada defensora de derechos humanos, entra en este orden por dirigir Control
Ciudadano, ONG que siempre ha objetado el uso discrecional, partidista de
la FAN, en violación de lo establecido en la Constitución. Igual la persecución
de Sebastiana Barráez y de otros periodistas de prestigio.
Y eso
resalta, precisamente, lo que está en juego: lograr que la actuación de la
Fuerza Armada responda a lo que se dispone en la constitución y no a intereses
particulares, como reza su artículo 328. Su comportamiento no puede ser a
discreción de la dictadura, cual fuerza pretoriana. Significa quitarle a ésta
la savia de su acción represiva. Sin apoyo popular, deja desnudo a Maduro y sus
acólitos.
Con
una clara y determinante mayoría ganada para el cambio político por vía
pacífica, electoral, lo que el pueblo venezolano les exige a los militares no
son “pronunciamientos” ni nada por el estilo, sino ser guardianes del orden
constitucional, en particular, lo referente al respeto de la voluntad popular, fundamento
de nuestra soberanía como república democrática (Art. 5 y 6, CRBV).
Y esto
es crucial, no sólo para garantizar que los comicios del 28 de julio sean
verdaderamente libres, provistos de las debidas garantías y a resguardo de
acciones violentas, de intimidación y escamoteo, sino también para los cinco
largos meses entre el triunfo electoral y la toma oficial de la Presidencia, a
principios del próximo año. Y luego, habrá de asegurarse condiciones,
igualmente competitivas y libres de coacción, para las elecciones legislativas,
municipales y regionales de ese año.
El
hecho de que, desde la oposición democrática, se tenga que insistir en que la
FAN cumpla con los propósitos que le señala la Constitución, es indicio
lamentable de hasta dónde ha llegado en Venezuela el abuso con que ha sido
instrumentada en aras de violar ésta, condición definitoria del poder
autocrático. Ya no hay apoyo popular. En fin, la consabida imbricación fascista
con el componente militar, cobijado en discursos patrioteros y amenazas.
No nos
sorprendamos ver a quien ha venido trabajando tan afanosamente por ganarse el
desmérito de ser incluido en el núcleo duro de tan nefasto cónclave —Tarek W.
Saab—, denunciando que velar porque los integrantes de la FAN observen el
Estado de derecho, es parte de una “conspiración terrorista para asesinar a
Maduro” (¡!). Su torcida imaginación hará lo posible por evitar un
comportamiento institucional, digno, de los militares, a la altura de lo que la
Patria, es decir, los venezolanos, espera(mos) de ellos.
Finalmente,
para facilitar tan importante postura de la FAN en defensa de la Constitución,
es menester lograr el triunfo más contundente posible ante la oligarquía
retrógrada que detenta actualmente el poder en las próximas elecciones del 28
de julio. Es lo que vienen haciendo, valerosamente, María Corina Machado y su
comando, con el apoyo de la Plataforma Unitaria y de muchos otros, y con
la participación activa de millares de venezolanos, conformando
activamente los “comanditos” que defenderán la expresión de la voluntad popular.
Y esta vasta red debe asumir, también, la misión de ventilar cualquier abuso o
atropello por los medios a su alcance. La comunidad internacional, en
particular los países cercanos, tienen la vista puesta en nuestro proceso
electoral.
En
momentos en que cobra creciente relevancia negociar condiciones de justicia
transicional que faciliten el cambio político decidido por el pueblo, el
comportamiento de componentes de la FAN habrá de ser observado con lupa.
Ocasión propicia para proponerse, ante la mirada de los venezolanos y de la
comunidad internacional democrática, la conquista del respeto y las
consideraciones propias de una institución que cumple con su deber ser,
dispuesta a enmendar sus recientes excesos.
Humberto
García Larralde
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico