Por Marianella Herrera-Cuenca
Hace un par de días, el
Director de la FAO, José Graziano da Silva, expresó su preocupación por el
alarmante aumento del hambre en Venezuela, pero hace un par de semanas el
propio informe sobre el Estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el
mundo”, hablaba de un aumento de 6,4% en el período 2012-2014 de personas
subalimentadas a un 21,2% de personas en la misma condición en el período
2016-2018, lo cual indicaría un aumento de casi 4 veces más de la proporción de
personas subalimentadas, lo cual es sumamente grave. Pero este deterioro
ocurre, en el medio de una terrible hiperinflación que ha alcanzado el 10.000.000%
aproximadamente y con un deterioro del PIB que pasó del -3,9% a -25% estimado
en 2018, según el mismo reporte de la FAO-FIDA-Unicef-OMS-PMA.
Ahora bien, las agencias han
expresado preocupación por la situación de alimentación y nutrición en
Venezuela, el compromiso de las nuevas generaciones y ultimadamente el
compromiso para el desarrollo del país. Sin medidas inmediatas destinadas a
frenar el avance del deterioro nutricional de la gente, en particular de los
grupos más vulnerables no será posible avanzar hacia una sociedad más justa,
más equitativa y más educada.
Pensamos que la educación es
un factor fundamental para el desarrollo tanto de los individuos como para las
sociedades en las cuales se vive. Pero para educar y completar la educación, el
cerebro tiene que ser “educable”, es decir tiene que estar en buenas
condiciones. Salvar la vida es importante, pero salvar el cerebro también.
Vivir una vida llena de discapacidades, resulta difícil y engorroso. No es
fácil seguir adelante cuando no se es capaz de aprender a leer y escribir, o
cuando no se podrían desarrollar las habilidades matemáticas avanzadas por una
deficiencia de hierro en los primeros años de la vida.
La diferencia en el
desarrollo de los países tiene que ver con la investigación y con el desarrollo
de la ciencia y estos tienen que ver ultimadamente con el desarrollo de ideas
en un cerebro sano. Y es importante entender, todos absolutamente todos tenemos
el potencial de ser la mejor expresión de nosotros mismos, si estamos bien
alimentados y bien nutridos, con buen estado de salud y dentro de un sistema de
educación digno y de calidad.
Por eso la preocupación del
señor da Silva la compartimos todos. Estamos en un país en el cual según
Encovi, el 80% de los hogares venezolanos viven en situación de inseguridad
alimentaria, esto es con compromisos severos para el acceso a los alimentos, lo
cual repercute negativamente en el estado nutricional de los miembros de un
hogar. El riesgo de padecer hambre en este momento lo tiene la mayoría de los
venezolanos, pues todos vamos al mercado con la incertidumbre de si la tarjeta
de débito va a pasar o no.
Y volviendo a la
preocupación del señor da Silva, los reconocimientos de la FAO a una situación
extemporánea no ayudaron. Recuerdo el esfuerzo del 2012 de unas cuantas
organizaciones que unidas, realizamos una petición ante la oficina de la FAO en
Caracas para analizar ese reconocimiento del 2012 que ya parecía incongruente y
no sabíamos nosotros lo que podía llegar a pasar, podían verse rasgos de
deterioro inminente en el que hacer alimentario y nutricional que debieron ser
intervenidos con la finalidad de prevenir daños a la población civil.
La exhortación una vez más
es a revisar los mecanismos de cooperación, vigilancia y ayuda. Necesitamos
medidas a implementarse en el corto plazo, no unos planes que parecen no llegar
nunca y que pueden convertirse en medidas desesperadas de respuesta tardía. En
fin, agradecemos al señor da Silva su preocupación, y más le agradeceríamos la
cooperación inmediata para aliviar el sufrimiento de los millones de
venezolanos por los cuales usted tan preocupado se encuentra.
01-08-19
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