Por Víctor Antonio Bolívar
Castillo
Ya en septiembre del año
2017, en un artículo que titulamos “Grave e imperdonable omisión” alertábamos
sobre los efectos que se generarían sobre la participación de la oposición en
las elecciones regionales de entonces, convocadas por la incipiente e
inconstitucional “ANC”.
En esas líneas manifesté:
“No agredo a los otros opositores que asumen como una panacea el acudir a esos
sufragios; me inquieta sí que esa decisión vaya aparejada con la inimaginable
abstracción de dos de los hechos más trascendentes del acontecer político del
país. El bestial fraude electoral del 30 de julio y su resultado: la ANC”.
Más adelante sostuve: “La
participación en esas elecciones debió enmarcarse en una estrategia que le
diera fuelle a la oposición y no al régimen que en ellas ha visto, entre otras
ventajas, la ansiada paz en la calle cuando la protesta había alcanzado sus
mayores decibeles, el desconcierto en muchos actores de la comunidad
internacional, el reconocimiento del árbitro electoral y, por vía
consecuencial, el reconocimiento de una ANC, así como una inmensa mayoría de
venezolanos en estado cataléptico”
Se realizaron esas
elecciones con los resultados ya conocidos. Dos gobernadores burlados en sus
triunfos y cuatro gobernadores que han sobrevivido en una especie de cogobierno
menguado y subyugado al este gobierno ultracentralista e intervencionista que
no le da respiro a las buenas intenciones de esos mandatarios regionales. El
costo fue grande.
Hoy, luego de aquellos vientos,
tenemos estas tempestades. El régimen ha rebanado sistemáticamente a un
gran número de diputados opositores, que comenzó con los parlamentarios
indígenas licuados en la infernal mafia judicial. Con esa “ANC” tememos que
seguirán allanándole la inmunidad a más de 25 diputados, sin suplentes, para
luego dejar al Parlamento como un cascarón y así declararlo inexistente. Lo
demás es mero trámite. Sala Electoral convalidando esa decisión y convocando
nuevas elecciones parlamentarias en forma adelantada: son los últimos naipes
del régimen.
Luego de un largo periplo
con renovados coqueteos electorales, que fueron solo un guiño de la dictadura,
estamos aterrizando en la dura verdad de que todo era mentira. A nuestro pesar,
esa “ANC” desconocida por una gran cantidad de países y organismos
internacionales, pero tangencialmente reconocida por erradas decisiones que la
dotaron de una legitimidad de la que carecían, con ambigüedades y
genuflexiones, seguirá siendo el único escenario en el que aún sobreviva agónicamente
este régimen de forajidos.
¿Por cuánto tiempo más?, no lo sabemos. Ojalá sea
pronto.
14-08-19
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