Por Ramón Guillermo Aveledo
No celebro que se impongan
sanciones al Estado venezolano. Claro que me preocupan las consecuencias que
puedan tener para el pueblo y las empresas de nuestro país. Pero comprendo
quienes son los responsables y que no es a esas medidas que se debe esta crisis
Dos semanas seguidas, el
gobierno de los Estados Unidos ha anunciado sanciones que acentúan las
anteriores. Son su modo de presionar, usando los medios políticos a su
disposición, para que el grupo en el poder haga concesiones y ayude así a la
deseable solución negociada a la crisis sociopolítica venezolana.
Siempre he diferenciado
entre las sanciones individuales a las que se haga merecedor un funcionario por
actos de los que es personalmente responsable y las que pueden afectar a la
población en general. Estas tienen un alto riesgo de injusticia, porque
castigan a inocentes mientras afectan poco la comodidad y el desahogado modo de
vida de quienes sí toman las decisiones o influyen en ellas.
Es discutible si la táctica
escogida por Washington ayuda o no al propósito perseguido. Unos creen que sí y
otros que al contrario, endurece las posiciones. Hay quienes dicen que ese tipo
de acciones están pensadas para sabotear e incluso dinamitar las conversaciones
de Oslo-Barbados. Eso no lo creo, a juzgar por lo que reiteradamente han
declarado los voceros más importantes de la administración norteamericana que
como otros centros de poder mundial ha manifestado su apoyo a la iniciativa
noruega, como el Grupo de Lima, la Unión Europea y su Grupo de Contacto
Internacional e incluso los gobiernos de China y Rusia, cuya relevancia en este
asunto no se puede ni se debe ignorar.
Lo que sí tengo claro es que
el motivo de estas y precedentes sanciones, son las acciones y omisiones por
parte del grupo en el poder que no sólo ha violado nuestra Constitución sino
ignorado compromisos internacionales de la República. Baste con ver el reciente
informe de la Doctora Bachelet, Alta Comisionada de la ONU para los Derechos
Humanos.
Y también que esas medidas
estadounidenses, las tomadas por Obama antes y por Trump ahora, no son el
origen de la crisis venezolana y si pueden contribuir a su agudización es porque
dificultan los paliativos que a algunos de sus efectos más sentidos por
nosotros puedan aplicarse ahora.
Los apagones, las fallas en
el servicio de agua, los problemas en el suministro de gasolina, gasoil y gas
doméstico, la parálisis de la economía que destruye inversión y oportunidades
de empleo, la pérdida dramática de valor de nuestra moneda, la escasez de
alimentos y medicamentos, el pésimo estado de la vialidad, la violencia impune
son anteriores y nada tienen que ver con las sanciones, así que la cantinela de
excusar en ellas los problemas creados por ellos, Hechos en Revolución, no pasa
de ser gamelote propagandístico cuyos creadores deben ser consultores
extranjeros que nos salen carísimos en divisas necesarias para cosas
verdaderamente útiles.
12-08-19
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