San Josemaría 03 de agosto de 2019
De
lejos –allá, en el horizonte– parece que el cielo se junta con la tierra. No
olvides que, donde de veras la tierra y el cielo se juntan, es en tu corazón de
hijo de Dios (Surco, 309).
Esta
doctrina de la Sagrada Escritura, que se encuentra –como sabéis– en el núcleo
mismo del espíritu del Opus Dei, os ha de llevar a realizar vuestro trabajo con
perfección, a amar a Dios y a los hombres al poner amor en las cosas pequeñas
de vuestra jornada habitual, descubriendo ese algo divino que en los detalles
se encierra. ¡Qué bien cuadran aquí aquellos versos del poeta de Castilla!:
Despacito, y buena letra: / el hacer las cosas bien / importa más que el
hacerlas.
Os
aseguro, hijos míos, que cuando un cristiano desempeña con amor lo más
intrascendente de las acciones diarias, aquello rebosa de la trascendencia de
Dios. Por eso os he repetido, con un repetido martilleo, que la vocación
cristiana consiste en hacer endecasílabos de la prosa de cada día. En la línea
del horizonte, hijos míos, parecen unirse el cielo y la tierra. Pero no, donde
de verdad se juntan es en vuestros corazones, cuando vivís santamente la vida
ordinaria... (Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, 114-116)
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