viernes, 25 de noviembre de 2011
De Wilson Ramos a julio Benavides: ¿Qué pasará con los cientos de venezolanos anónimos que siguen secuestrados?
Por Radar de Los Barrios, 12/11/2011
El país entero, sin distingos sociales o políticos, celebra la liberación del grandeliga venezolano Wilson Ramos, catcher de los Tigres de Aragua y de los Nacionales de Washington que había sido secuestrado el miércoles pasado en el barrio popular donde aun vive su familia en Valencia, estado Carabobo. Ya anteriormente familiares de peloteros venezolanos habían sido objeto de agresiones similares, pero el caso de Wilson es el primero en que un pelotero activo es víctima directa del hampa. El hecho causó honda consternación y esta a su vez movió los resortes de la maquinaria policial venezolana. Eso –y quizá la “oferta” del FBI norteamericano de participar en las investigaciones si la seguridad local era insuficiente- hizo posible que 72 horas después, en la noche del viernes, se supiera la noticia del feliz desenlace. “Wil-son!”, “Wil-son!”, gritaba la gente en los estadios al conocerse la buena nueva: Wilson Ramos, el del barrio Santa Inés, el muchacho que llego a limpiar parabrisas de automóviles en los semáforos para ayudar económicamente a la familia antes convertirse en estrella deportiva, había escapado de las garras de la muerte y estaba, sano y salvo, con los suyos.
DE SANTA INÉS A JOSÉ FÉLIX...
Mientras esa noche de viernes en el barrio Santa Inés de Valencia todo era risas y alborozo, en la Zona 6 del barrio José Félix Ribas, en Petare, la situación lamentablemente era muy distinta. Allí la noche anterior el hampa había intentado secuestrar a otro joven venezolano. En esta ocasión el agredido por el hampa no era famoso, no era pelotero profesional, ni tenía contrato millonario en dólares con equipo norteamericano alguno. El joven que el hampa intentó secuestrar en Petare era el hijo de un humilde transportista, de un “camionetero” que tenía dos décadas prestando servicio a la comunidad en la Línea “Conductores José Félix Ribas”. Julio Benavides se llamaba este vecino y trabajador del volante, que con determinación hizo lo que en su lugar muchos habrían hecho: poner en peligro su propia vida con tal de mantener a salvo a su familia. Impidió efectivamente el secuestro de su hijo, pero recibió dos impactos de bala en el trance, heridas que acabaron rápidamente con su vida. El viernes a primera hora los vecinos y colegas del Sr. Benavides realizaron una enérgica protesta que paralizó el tránsito en todo el Este popular de Caracas: Petare, Mariches y Palo Verde fueron algunos de los sectores paralizados por airados ciudadanos que exigían la presencia del Ministro de Relaciones Interiores, Tareck El Assaimi, quien por supuesto... jamás se presentó.
DE JOSÉ FÉLIX A GUARENAS...
Todo esto ocurre en Petare menos de un mes después que en Guarenas los comerciantes y las comunidades tuvieron que realizar un paro cívico en protesta por el secuestro y asesinato de otro venezolano que lamentablemente tampoco contaba con la precaria ventaja de la notoriedad: Antonio Ciamacco González era el nombre de ese ciudadano, un comerciante que a pesar de las dimensiones relativamente modestas de su negocio, tenía un altísimo concepto de su responsabilidad social como emprendedor, característica que lo llevó a desarrollar intensas y muy cercanas relaciones con las organizaciones sociales y comunitarias de esa ciudad. Secuestrado por el hampa, su cautiverio terminó en asesinato, en medio de la indignación impotente de sus vecinos, colegas y amigos. Tras el paro cívico realizado el 19 de Octubre se “reencaucharon” viejas propuestas: Que si una “mesa de trabajo”, que si un “operativo especial de vigilancia”, que si “una investigación exhaustiva hasta las últimas consecuencias”, y bla, bla, bla. Todavía el eje Guarenas-Guatire es coto impune de cacería para bandas que pasan de la piratería en carreteras al secuestro express con la misma facilidad con que se cambian la franela...
DE GUARENAS A NAIGUATÁ...
Ese paro cívico ocurrió en Guarenas apenas nueve días después que en Naiguatá, Estado Vargas, la comunidad entera libró una batalla de más de diez horas contra la Guardia Nacional “Bolivariana” y Poli-Vargas. En efecto, el 10 de octubre el pueblo en pleno salió a la calle a protestar porque esa madrugada un hampón conocido como “El Viejo”, de amplio prontuario y famoso porque más tardaba la policía en ponerlo preso que los tribunales en dejarlo nuevamente en libertad, había asesinado a Germán Vladimir Paz y Miguel Orlando Blanco, dos jóvenes de la comunidad. La indignación de los vecinos llegó al tope cuando descubrieron que las mismas fuerzas de seguridad que no aparecían nunca cuando de proteger al ciudadano del hampa se trataba, si aparecían en forma masiva y luciendo costosos equipos anti-motines, cuando reprimir al pueblo era lo planteado desde “arriba”. Eso transformó en batalla campal lo que al principio había sido pacífica protesta.
DE NAIGUATÁ A TODA VENEZUELA...
Estas no son “opiniones” nuestras. Son HECHOS, hechos concretos que además acaban de ocurrir. Este es el contexto real en que se ha producido el secuestro y posterior liberación de Wilson Ramos. Claro que nos alegramos por el hecho de que ese compatriota este sano y salvo, no faltaba más! Pero no podemos olvidar al Sr. Benavides, ni a Ciamacco, ni a Germán Vladimir Paz y Miguel Orlando Blanco, ni a los cientos, miles de venezolanos anónimos que en este momentos están secuestrados, extorsionados o amenazados por un hampa que se ha transformado en el verdadero gobierno en los barrios. Porque estemos claros: En este país el gobierno existe para hablar paja por TV, para amenazar medios de comunicación si dicen verdades incómodas, para perseguir opositores y sobre todo para prometer y no cumplir. Pero en los barrios y en las urbanizaciones populares de Caracas y de toda Venezuela, allí donde vivimos siete de cada diez venezolanos, quien decide quien vive y quien muere, quien entra y quién sale, quien paga vacuna y quien no, es el hampa. Y los venezolanos que vivimos en estos espacios deprimidos y segregados no somos otra cosa que rehenes de esas mafias criminales, que actúan impune y libremente ante la mirada complaciente, cómplice en la práctica, de quienes cobran un sueldo para supuestamente mantenernos a salvo de esos sujetos.
Esa es la realidad, ese es el reto de los venezolanos de bien: Derrotar a los malandros y a sus cómplices por acción y omisión, esos que le dicen “buenandros” a los malvivientes y “guarimberos” a los ciudadanos que protestan exigiendo seguridad!
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