FIORELLA PERRONE
DEFENSORA DE DERECHOS HUMANOS
No cabe duda de que la violencia y la inseguridad personal se han convertido en problemas importantes para nuestra sociedad. Nos hemos acostumbrado a ver las cifras de muertes violentas en las grandes ciudades del país, observando que la mayoría de esas muertes ocurren en hombres jóvenes pertenecientes a los sectores populares.
Efectivamente, si revisamos las estadísticas del Anuario de Mortalidad de Venezuela de 2008, (último publicado por el Ministerio del Poder Popular para la Salud), encontramos que de las 25 principales causas de muerte diagnosticadas, los suicidios y homicidios ocupan el tercer lugar. Y si analizamos las diez principales causas de muerte, especificadas por grupos de edad y sexo, vemos que para los hombres de 15 a 24 años y de 25 a 44 años, los suicidios y homicidios son la primera causa de muerte.
Las causas y consecuencias de que nuestros hombres jóvenes se estén muriendo debido a la violencia son muchas, pero todos y todas coincidimos en que es un problema que es necesario atender con extrema urgencia y seriedad.
Uno de los elementos que facilitan este clima de inseguridad es el hecho de que grandes sectores de la población posean armas de fuego; en este sentido, vale la pena hacerse algunas preguntas: ¿cómo es que estas armas llegaron a manos que no tenían que llegar?, ¿cómo es posible que la mayoría de estas personas portadoras de armas no tengan el permiso de porte de las mismas?
Se hace imperativo e impostergable comenzar a desarmar a la población, no solamente a quienes delinquen comúnmente causando tantas muertes y dolor en las familias, sino a personas de buena voluntad o no, cuyas armas debido a robos o hurtos van a para a manos de los delincuentes, y también, a grupos y colectivos con objetivos políticos o no, que poseen y controlan armas.
Debemos entender que el desarme debe ser total, sin excepciones de ningún tipo, para que los programas de desarme que se emprendan sean exitosos y no tengamos que seguir lamentando la muerte de venezolanos y venezolanas debido a heridas por armas de fuego. En este sentido, aparte del decomiso y destrucción de esas armas se debe emprender una serie de acciones educativas hacia la población, donde se promuevan valores como la tolerancia, la paz y la resolución pacífica de conflictos.
Tenemos que empezar a erradicar la violencia del lenguaje, las acciones y la forma de relacionarnos los unos con los otros, las otras con las otras y las otras con los otros, si queremos tener unas generaciones distintas en el futuro.
La Comisión Presidencial para el Control de Armas, Municiones y Desarme tiene una importante tarea que realizar, seguramente que toda la población está dispuesta a apoyar todas las acciones que se emprendan para erradicar las armas ilegales. No más muertes violentas, nos lo merecemos como país.
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