Opus Dei 01 de noviembre de 2021
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Comentario
de la Conmemoración de todos los fieles difuntos. “Dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios, creed también en mí”. Al pensar
en la muerte, Jesús nos pide confianza en la Providencia. Que creamos en Él,
porque no nos dejará solos en ese momento y nos llevará a su morada celestial.
No somos nosotros quienes alcanzamos el Cielo, sino que Dios nos conduce a Él.
Evangelio
(Jn 14,1-6)
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón. Creéis
en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas. De lo
contrario, ¿os hubiera dicho que voy a prepararos un lugar? Cuando me haya
marchado y os haya preparado un lugar, de nuevo vendré y os llevaré junto a mí,
para que, donde yo estoy, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis
el camino. Tomás le dijo: — Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podremos saber
el camino? — Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida — le respondió Jesús—; nadie
va al Padre si no es a través de mí».
Comentario
Después
de celebrar ayer la fiesta dedicada a todas las personas que gozan de la
presencia de Dios en el Cielo, la Iglesia nos invita a rezar hoy de modo
especial por los difuntos.
El
Evangelio seleccionado recoge una pequeña parte del diálogo de Jesús con sus
apóstoles durante la Última Cena, en el que, a raíz de una pregunta de Tomás,
les revela que solo a través de Él se puede llegar al Padre.
Podemos
imaginar la inquietud e incertidumbre de los apóstoles ante los acontecimientos
que están viviendo. Desde la preparación de la cena los días previos con las
indicaciones concretas sobre el lugar de la celebración; el comienzo con el
lavatorio de los pies y el mandato universal de amarse y servirse los unos a
los otros como él hizo durante los tres años de enseñanza con ellos. El Maestro
se ha mostrado en un modo especialmente solemne y, también, emotivo.
Seguramente percibirían que estaban a las puertas de algo grande, quizá
ese algo que no terminaban de entender desde que comenzaron
gozosos a seguirle.
Es natural
que los hombres, ante la muerte, sintamos también inquietud e incertidumbre.
Incluso miedo. Es el momento final, aquel al que nos hemos preparado desde
siempre y que sabemos que a todos nos llegará algún día. En este contexto,
Jesús nos pide que confiemos en él. Que creamos en Él, porque no nos dejará
solos en ese momento y nos llevará a su morada celestial. Por eso Jesús es el
Camino, porque no somos nosotros quienes alcanzamos el cielo, sino que nos
conduce Él.
Jesús
es la Verdad porque en ese trance imponente de la muerte, todas las
verdades que nos rodean se deshacen ante la única Verdad del amor de
un Dios que da la vida por sus hijos y que solo espera que le acojamos. Por
último, Jesús es también la Vida porque Él participa desde toda la eternidad de
la vida divina junto a su Padre de la que, mediante su resurrección, nos dejó
un testimonio inquebrantable a todos los hombres.
Tomado
de: https://opusdei.org/es-ve/gospel/2021-11-02/
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