Orlando Viera-Blanco 14 de mayo de 2024
@ovierablanco
Renovar
votos es volver a vivir lo vivido. No es sólo ser feliz sino saber que lo hemos
sido. Es reafirmar el compromiso de amor mutuo después de un largo viaje de
ilusiones, alegrías, logros y promesas…algunas cumplidas otras por cumplirse.
Después de más de treinta años casados y cuarenta juntos, ese amor agraciado de luz y pasión no desfallece, sino que encumbra sus expectativas. Es protegerse más, acompañarse más y disfrutar otra maravilla de la vida, que son los hijos de nuestros hijos. Verlos crecer [a los nietos] es reeditar cada mirada, cada sonrisa, cada primer paso que dieron nuestros hijos, lo cual se convierte en una emoción tan grande como el primer beso, la primera lágrima, la primera vez que dijeron mamá o papá.
Renovar
votos es un momento de reflexión. Es revivir un viaje asombroso y misterioso a
la vez, porque sin ser capaces de anticiparlo todo, la vida te sigue
sorprendiendo, esplendorosamente. Renovar votos es reafirmar el compromiso de
estar juntos en las buenas y en las malas, reafirmar el pacto de solidaridad,
es recordar los momentos más especiales, vividos ¡y por vivir! Porque también
es posible viajar y recordar el futuro cuando el pasado ha sido bueno, lleno de
ilusión y esperanza. Los invito a un pequeño paseo por lo que ha sido y será,
vivir Venezuela, siendo felices, y sabiéndolo [dixit Pérez Reverte]
Una
expresión de gratitud y complicidad infinita
Toda una vida compartida la podemos resumir en cinco palabras: amor,
compromiso, celebración, gratitud y complicidad.
Celebrar
es recordar, y recordar es vivir. Por favor acompáñenme por
este “corto” viaje que alcanza más de tres décadas, de la mano de Dios, de
nuestra fe, de la familia, de los amigos que son Uds. Apuesto que muchos han
transitado el mismo camino.
Los
recuerdos los abrazamos como joyas en la bruma…Cada risa, cada caricia, cada
despedida o reencuentro, es una dulce espuma, que nos toca y se esfuma. Por eso
hay que apreciar cada segundo. Recordar y recordar. Es un ritual de
experiencias fecundas. Es volver a tomar la mano protectora de nuestros padres,
el cobijo afectuoso de un profesor querido, la chiquillada compartida con el
mejor amigo, la hermosa fatiga de llevar en los hombros a nuestros hijos.
Mi
viaje-les cuento con suavidad-comenzó en la cantina de mi colegio, el Instituto
Escuela. Siendo dos adolescentes, me impactó el desplazamiento, la sonrisa
y la tierna mirada de una niña de poco hablar, pero mucho ver. Casi sin
preguntarle, sentí en mi corazón que ella respondía que sí a cada antojo, a
cada deseo. Mi querido Javier, el hermano varón que no nació de vientre común,
sino que Dios me obsequió, fue el cupido. En ese momento comenzó a juntarse un
destino, un amando aprendiendo, que aún no para. La conexión plena
de dos vidas que se unen tanto en la pasión, como en la comprensión porque tus
decisiones nunca serán acertadas si no vienen acompañadas de la absolución y la
indulgencia del ser que amas y te más ama. Es perder la ruta cuando no cuentas
con ese acto fraterno de remisión. Afortunadamente la complicidad con quien te
redime y cuida, te hace salir del laberinto y encontrarle nuevamente en la
salida, entre mieles, antorchas y jazmines.
Gabi
siempre ha sido una mezcla fabulosa de silencios y azores. Luz en la tormenta.
Manantial en el desierto. Es fascinante como cada día es capaz de sorprendernos
con un sí cuando esperabas un no y viceversa. Es la magia de la mujer
venezolana, desbordadamente intuitiva. Sabe estar donde quiere estar o marcharse
[en silencio] si no le gusta, aun estando. En esta dimensión los hombres no
podemos competir. Somos toscos, torpes. A partir de esta premisa, un hombre es
exitoso porque al decir de mi hija Valeria, aprende a prestar atención a la
mujer que te quiere, sin egoísmos y sin jactancia.
Ella
había estudiado toda su vida en el colegio y yo también. Pero nunca nos
conocimos […] Aquella luminosa mañana de Marzo de 1982, no quería bajar al
recreo. Después del receso venía la clase de química, a cuyo profesor [Clavel]
le tenía pavor. Aleatoriamente elegía a su víctima, para pasar[la] a la pizarra
y pedir [le] síntesis complejas. Presentía que sería el elegido…Pero
Javier-como siempre-me convenció. -Vamos [Nano], te voy a presentar a Gabi la
grande. Había otra [Gaby] pequeña que le gustaba. Javier se las ingenió
para asegurar el encuentro.
Después
de aquella primera mirada dulce y confiada [como la heredada por mis hijas y
ahora mi nieta] un mes más tarde le terminé declarando mi inocencia,
decodificando [y conteniendo] los latidos de mi pecho. En momentos decisivos
confieso que soy sumamente nervioso, así que [ella] sin esperar pedírselo, de
pronto dijo SI…Luego vino un silencio estruendoso. Así aprendí a interpretar la
quietud de su mirada. Ella me enseñó a calmar mi agitación con su sosegada
comprensión. Es aprender a ver la luz que no quieres ver. Y brota, el si
sucederá…
Desde
aquella tarde de abril, no nos volvimos a separar. Nos graduamos de
bachilleres, luego ella de arquitecto en la Universidad Simón Bolívar y yo
abogado de la UCAB. Por cierto, cada día que salía de la universidad, la
visitaba. Ella hacía sus maquetas mientras yo revisaba mis notas de Calamandrei
o Jiménez de Azúa; Brewer Carías o Eloy Lares Martínez, sin perderme los magnacumlaudes
apuntes de Juan Cristóbal y Donato. Sin ellos nadie se graduaba. Poco
después de recibirme como abogado, nos casamos. Y al poco tiempo nacieron las
cuatro bendiciones que Dios nos dio: Constanza, Valeria y los gemelos Juan
Ignacio y Eduardo Andrés. Ellos hoy representan nuestro más hermoso sueño hecho
realidad. Ahora son Valentina y José Antonio, nuestros primeros nietos. Dos
corazones, dos ramas de amor bajo el cielo azul, que vienen a renovar este
pacto sagrado de amor, compromiso, celebración, gratitud y complicidad.
Sólo
es química, química…
Regresé del recreo alucinado, absolutamente prendado. ¿Amor a primera vista?
Imposible. No lo valía. No hice nada de nada para merecerlo. Después de muchos
años juntos he descubierto que las cosas siempre suceden como ella quiere. Su
genialidad ha sido hacerme feliz y hacérmelo saber […] Minutos más tarde, pasó
lo que tenía que pasar…
Clavel
alzó su voz: -Viera al pizarrón. Yo aún levitaba como ángel pastoreando de nube
en nube, impactado por aquel “recreo”. -Construya la síntesis de este compuesto
Viera. -Si profesor, le contesté cuál gladiador desafiante, que quiere
demostrar sus habilidades frente a la bestia y las gradas para ganarse la
admiración de quien aún no conocía bien, ni estaba ahí.
Hice la
síntesis más larga de mi vida. ¡Creo que ese día decidí estudiar
derecho! No me cabía una ecuación más en el pizarrón. Pero lo logré. Clavel se
acercó y me miró fijamente a mis ojos. Mi corazón volvía a desbordarse [como
sucedió minutos antes en el recreo]. -Bien Viera. Ud. parece que está
inspirado. Podía hacer lo mismo en tres líneas, pero lo consiguió en más de
veinte. Pues nada, así es la vida. Algunos toman caminos largos y otros más
cortos…¿Qué me habrá querido decir? No importaba. Mi mente seguía en otro
sitio.
Sin
embargo, ese ha sido mi destino. Siempre he llegado donde voy, por las rutas
más largas ¡y más empinadas! Y lo he podido hacer gracias a su inspiración.
Nuestras mujeres son entonces, sin duda alguna, nuestra mejor ecuación, nuestra
“síntesis” de cada día, nuestro camino y nuestra llegada, donde la pizarra de
la vida es escrita por la cal de nuestro amor. ¿Cómo no renovar ese deseo de
escribir sobre ellas? Como dice la canción de nuestro Frank Quintero, sólo es
química, química […] que consolida el universo, la ternura y la emoción en un
nuevo juramento entre risas, auspicios y claveles…
Un
nuevo capítulo de ilusión
Fue un día especial. Renovamos las promesas que hicimos hace años, y sumamos
unas nuevas. Pedimos por Venezuela, por volver a la casa donde hicimos familia
y fundamos hogar. Cada día a su lado ha sido un regalo que valoro y guardo en
mi alforja, cálidamente. Como el primer sí, sin haberlo pedido..porque del
mismo modo-sin pedirlo-nuestras madres con mucho amor, nos trajeron al mundo.
Renovando
mis votos, prometo seguir amándote, apoyándote y creciendo contigo en este
viaje llamado vida. Prometo seguir amando, apoyando y haciendo lo que esté a mi
alcance para que este largo andar, termine donde comenzó: en la gracia,
en el nido trepidante y en la belleza de nuestro querido país. Gracias
por todo lo que eres y por todo lo que hemos construido juntos. Y como dijo
Valeria: gracias por entendernos y llevarnos de la mano, a pesar de saber que
la ruta no era la más corta. Ha llegado la hora de entenderte a ti, de
prestarte atención, y decirle que sí al destino sin tener que pedirlo.
Venezuela
está a la salida del laberinto, esperándonos para retomar las veredas de
mieles, faroles y Jazmines, para ver la luz que no queremos ver. Oramos por
todos aquellos que han sido felices y no lo sabían y por lo que quieren
saberlo. Nuestras ofrendas de hoy son más para otros que para nosotros. Hemos
compartido tantas alegrías, también amargas tristezas, superando desafíos, que
ahora toca pedir por el bienestar, la luz y la prosperidad de esa gran y noble
mujer llamada Venezuela. !Prestémosle atención!
[…]
Javier, hermano querido que pronto te has marchado. Sigue descansando en paz.
No están demás algunas travesuras en el cielo, para embarcar
un nuevo viaje de absolución, redención, paz y renovación de votos.
¡Feliz
día de las madres!
Orlando
Viera-Blanco
@ovierablanco


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