domingo, 26 de febrero de 2012

Enfermedad, mentiras y rumores


Tulio Hernández El Nacional / ND

 Son dos las condiciones básicas para que un rumor cobre fuerza. Que se trate de un asunto realmente importante para el colectivo en donde circula y que en el seno de dicho colectivo exista una gran ambigüedad informativa sobre el tema en cuestión. Si las dos cosas ocurren simultáneamente, la mesa está servida para que el rumor se haga incontenible.

Era eso lo que sostenían Allport y Postman, los científicos sociales que en medio de la Segunda Guerra Mundial se dedicaron a estudiar los efectos perversos del rumor en un contexto en el cual se temía que informaciones alarmistas sobre amenazas militares externas pudiesen lesionar la moral de los ciudadanos norteamericanos que necesitaban mantenerla muy en alto para terminar de ganar la guerra.

La conclusión que se derivaba de aquellos estudios era muy obvia. Si se acepta que es el déficit de información veraz lo que le da vida al rumor, basta con que los posibles afectados generen una información transparente, oficial y creíble sobre el tema en zozobra para hacer que el mismo pierda su efectividad.

Desde entonces hasta el presente han surgido nuevas y diversas teorías sobre el comportamiento y los efectos del rumor, y, sin embargo, las estrategias más comunes que tratan de seguir los sistemas democráticos en circunstancias adversas como la enfermedad de sus líderes y jefes de Estado responden más o menos al mismo guión. El que han seguido por estos tiempos Lugo, Lula y Cristina Kirchner.

Una vez que el problema existe un equipo de comunicaciones prepara el escenario para anunciar la enfermedad y sus consecuencias políticas de la manera más profesional y menos alarmista posible, con lo que se intenta lograr que a partir de ese momento la información surja sólo de los partes oficiales, se reduzca la ambigüedad y se neutralice el rumor.

Pero ocurre que una operación de ese tipo sólo puede realizarse en países donde la institucionalidad política es muy sólida, y la alternancia de gobiernos y presidentes, una rutina por todos aceptada. Porque cuando estas dos condiciones fallan y el jefe de Estado no es un presidente normal sino una figura que concentra todos los hilos del poder, aspira a gobernar hasta el final de sus días y se asume como único garante de la realización plena de su proyecto político y de la unidad entre las fracciones en el mando, entonces la enfermedad se convierte en una terrible amenaza; ya no es posible seguir las recomendaciones de Allport y Postman, el manejo secreto por parte de un muy pequeño cónclave de lo que debería ser una información de interés público se convierte en una necesidad estratégica, y el rumor encuentra alimento fresco y abundante para engordar.

Cuando se trataba de regímenes totalitarios y eran los tiempos previos a Internet, el ocultamiento de la enfermedad e incluso de la muerte, como ocurrió con Gómez en Venezuela, Stalin en la URSS y Franco en España, podía ser manejado por largos períodos.

Por eso los teóricos de los tiempos de la Segunda Guerra sostenían que no puede haber rumor si la población tiene miedo de un sistema policial que lo castiga.

Pero cuando se trata de regímenes neoautoritarios que, por su naturaleza híbrida, han logrado construir su propio aparato comunicacional pero no han acallado plenamente el sistema de medios independientes y, además, tiene el boca a boca de Internet en su contra, el secreto es muy difícil de guardar y su reconocimiento o aceptación ya no queda en manos de un equipo profesional o un buró político, sino en las decisiones personales del caudillo o tirano.

Y allí ha estado hasta ahora el gran dilema. Aceptar la enfermedad y convertirla en eficiente melodrama proselitista que refuerce el culto al jefe único de la "revolución".

O negarla, para que la figura no se lesione al perder el vigor del héroe invencible. El lapsus del teniente coronel es un libro abierto: "Yo lo que soy es un ser humano ¡no soy inmortal!", dijo el domingo pasado. ¿A qué viene la aclaratoria? ¿Había algún rumor al respecto?


Tomdo de: http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=845395

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