PAULA VÁSQUEZ en Tal Cual 27/02/2012
Los
tramposos siempre creen que les están haciendo trampa. Al señalar al CNE de
cómplices, inyectan veneno en el sistema que ellos mismos han creado. La
presión por obtener los cuadernos parece más bien una táctica policial de
delación
En un clima de neurosis política como el que reina en
Venezuela, el episodio de las primarias y sus tres millones de votos ha dado
rienda suelta al malestar oficial y sus consecuencias dramáticas no se hacen esperar.
Ya va un muerto. El nuevo enemigo interno del régimen son esos tres millones y
para poderlos combatir, el gobierno tiene que, antes que nada, identificarlos.
Las teorías del complot han florecido en el seno del
campo oficial: la imposibilidad de votar en tres minutos, las dudas sobre la
eficacia de los operadores de las máquinas, etc. Pero lo que me concierne es
sobre todo ese gusto por la intriga, esa táctica de sembrar la duda y de
maniobrar que corresponden a una cierta manera de hacer política.
Se trata pues de un episodio de delirio manipulatorio que
debería ser caso de estudio. Sobre todo por su falta de refinamiento.
Porque pareciera imposible no darse cuenta de que
descalificar los mecanismos del voto en Venezuela es descalificarse a ellos
mismos que fueron los que lo idearon y pusieron en marcha. Al sembrar la duda
sobre la veracidad de la participación de los tres millones de votantes, el
oficialismo se autointoxica.
Incapaces de distinguir lo verdadero de lo falso, caen en
su propia trampa y lo que antes fue una manera de propiciar el voto a favor del
gobierno ahora es una fianza para la oposición.
Lo que pasa también es que la franqueza es una rareza en
el juego político oficial. Y por estar acostumbrado al doble juego, así juzgan
a los oponentes.
Los tramposos siempre creen que les están haciendo
trampa. La intriga ha resultado ser gruesa, burda. Al señalar al CNE de
cómplices, inyectan veneno en el sistema que ellos mismos han creado. La
presión por obtener los cuadernos parece más bien una táctica policial de
delación.
La MUD ha hecho todo para que esos tres millones de
ciudadanos que salieron a votar no sean los rehenes de las elecciones de
octubre. Con ese pie arranca la campaña chavista, con la intención de llevar a
cabo un trabajo de inteligencia policial detectando quiénes de esos tres
millones desertaron de las filas oficiales, quiénes están traicionando al
benefactor que les está dando becas, salarios o bolsas de comida.
La cosa es tan burda que el periodista de la RNV tuvo que
buscar sus numeritos en un mensaje de texto porque fue incapaz de aprendérselos
para poder argumentar solito su teoría del fraude. La intriga florentina, ese
arte de construir combinaciones complicadas para suscitar rencores y celos,
quedó reducida en la Venezuela bolivariana a la chuleta SMS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico