Crónica de Roberto Giusti sobre la proclamación de
Henrique Capriles como candidato presidencial
Cuando Teresa Albanes le entregó a Henrique Capriles el acta en
la cual se le proclamaba como el vencedor en las primarias del 12 de febrero y
el candidato la levantó con ambas manos, estalló una ovación ensordecedora en
los espacios del Centro Internacional de Exposiciones. De riguroso flux y
corbata, Capriles estaba recibiendo de la doctora Albanes el título de líder
nacional, otorgado por más de tres millones de venezolanos y refrendado por el
CNE y la Comisión Electoral de las Primarias (CEP).
El acto, al que no le faltó el ingrediente popular, con
presencia de miles de personas que coreaban el nombre del candidato, se
caracterizó, sin embargo, por un tono de solemne celebración con la cual
concluía el duro ciclo de organización, desarrollo y culminación de un hecho
electoral sin precedentes (“las primarias más participativas de la historia”,
diría Ramón Guillermo Aveledo).
Otro momento cumbre se produjo cuando Albanes se dispuso
a dar los resultados definitivos de participación y su voz fue acallada por la
multitud, exigiendo repitiera la cifra mágica que le ha devuelto al país la
convicción de que el cambio es posible. Ella, con voz firme, la complació y
luego, al proclamar que Henrique Capriles, obtuvo “un millón novecientos mil…
.” el anuncio se diluyó en el estruendo para que el recinto se viniera abajo.
Flotaba anoche esa nueva sensación de poder derivada de la
fuerza popular. Así, una arbitrariedad que en el pasado se habría impuesto sin
mayor protesta, ahora es resistida democráticamente. Sus autores no han
asimilado la nueva realidad y el daño que se autoinfligen al promover torpezas
de ese tipo, incapaces ya de desvirtuar un acto de reafirmación unitaria.
Lo otro es el líder. El ambiente de camaradería entre los
dirigentes de la heterogénea masa de partidos y posturas que es la unidad
democrática era evidente. Observándolos sentados en vecindades a veces
traviesas (Julio Borges al lado de Leopoldo López) es posible cavilar cómo una
hazaña electoral obra en todas direcciones. Así, Capriles logró reunificar en
torno a su figura al PPT y Causa R, a Podemos y el MAS, a copeyanos
oficialistas y a disidentes y a Primero Justicia con Voluntad Popular.
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