NOTA EDITORIAL: Análisis de un venezolano residente en La Coruña, España, votante en Vigo
La cifra de votantes del 12 de Febrero es coherente con los números que obtuvo la oposición en algunos eventos pasados, como el referéndum y las mismas presidenciales. Los votantes están allí, y cuando se motivan adecuadamente los resultados son evidentes. Acá no hay inventos ni cifras infladas.
El evento en sí, y los tres millones de votos tiene muchas lecturas: se ha resuelto el liderazgo de manera directa y transparente, se ha respetado el acuerdo político y moral de sumarse al ganador, se ha practicado la democracia, se ha organizado y llevado a cabo con total éxito un evento muy complejo a nivel nacional e internacional creando equipos de trabajo muy efectivos y motivados, en cada mesa se han respetado las reglas establecidas por la Ley y por la Comisión Electoral de la MUD, la proclamaciones de los ganadores estadales y municipales han sido rápidas, y al final cada cual aceptó la realidad favorable o no hacia su candidatura dentro de un ambiente de lealtad y competencia impecable.
El análisis de los resultados por estado muestra que en las regiones más pobladas los porcentajes de votantes efectivos fue del orden del 20% con relación al total de inscritos, pero en los estados menos poblados raramente se supera el 10%. Compensar ese desequilibrio será importante para las elecciones presidenciales de Octubre. Y fue ese alto porcentaje de votantes de las regiones más pobladas que le dio a Capriles ese margen enorme en el resultado, exceptuando el Zulia claro está, bastión de Pablo Pérez, donde fue al revés, pero insuficiente para equilibrar al resto del país, cuyos estados con menos votantes igualmente doblaron o triplicaron al zuliano.
El análisis de las candidaturas a gobernadores es igualmente interesante, porque efectivamente sí hubo una relación directa de resultados de éstas con las candidaturas nacionales, exceptuando naturalmente líderes consolidados que ganaban al margen de este fenómeno.
Lo mismo puede decirse a nivel de alcaldías, pero como era de esperarse, a medida que se va de lo nacional hacia lo local, el efecto de arrastre nacional disminuye, y por ello vemos resultados muy parejos en Libertador (Caracas), Piar y Caroní (Bolívar), Girardot, Sucre o Zamora (Aragua), Barinas (Barinas), Sucre, Baruta, Guaicaipuro (Miranda), o Zamora en el estado Cojedes.
Este desglose nos indica que las maquinarias partidistas tradicionales ahora funcionan mejor localmente, pero fuera de ese ámbito prevalece la persona y no el partido al que pertenece. Nos dice además que nacional y regionalmente se han definido liderazgos muy netos, pero que localmente hay un equilibrio entre diferentes opciones, lo cual es bueno para las comunidades, pero a su vez implicará un mayor esfuerzo en involucrarlos a todos para las presidenciales.
Inevitablemente hay que dedicar unas líneas a los partidos tradicionales. Pareciera que los apoyos de éstos no son importantes ya a nivel nacional, y que su influencia queda limitada a fuertes liderazgos regionales, que en el futuro podrían proyectarse nacionalmente, como hicieron Capriles y Pablo Pérez, pero en un país diferente, donde AD, Copei, MAS, etc., no serán determinantes sobre el carisma de las personas ni su obra de gobierno si fuese el caso. Este razonamiento aplica claramente a estas primarias: la gente escogió entre Pablo Pérez y Capriles, no entre AD, o COPEI, o Un Nuevo Tiempo o Primero Justicia, etc.
Por ahora la prioridad seguirá siendo ganar las presidenciales y sacar al régimen, y ya habrá un tiempo para que de forma natural se vayan perfilando o reviviendo movimientos y partidos de alcance nacional y local. Baste saber que para estos meses y hasta Octubre, las candidaturas ganadoras a gobernador afines a Capriles, unidas a todo lo que representa Pablo Pérez en el Zulia, permitirán dar una pelea ganadora para las presidenciales.
Ojalá además que muchos de esos gobernadores y alcaldes triunfen también; recordemos que todas las instituciones nacionales (Asamblea Nacional, Tribunal Supremo de Justicia, Consejo Nacional Electoral) seguirían en manos del chavismo, haciendo difícil la gobernanza, con lo cual el tener poder real en gobernaciones y alcaldías permitiría avanzar en el proyecto de cambio mientras se renueva el resto, sea con la actual Constitución o con otra que se apruebe en su momento.
Ha sido entonces un resultado neto, fulminante, un liderazgo claro para presentarlo frente al régimen como la alternativa con posibilidades reales. ¿De dónde salieron tantos votantes? Pues parece que siempre han estado allí, esperando el momento para expresarse, esperando la motivación adecuada, los líderes adecuados. Y los jóvenes, especialmente ellos, decidieron que era hora de participar y apoyar a uno u otro de dos candidatos igualmente jóvenes.
No han sido votos inflados por el CNE, en manos del chavismo, que ahora inexplicablemente clama que ha habido chanchullo, puesto que los voceros del régimen decían que no se llegaría al medio millón de votantes y ahora no hallan como explicar la realidad, dándonos de paso otro ejemplo de su control sobre las instituciones al aprobar judicialmente la prohibición de no destruir los cuadernos de votación. Lo cual demuestra además que son tontos, puesto que los cuadernos reflejan solamente quienes votaron. Son las papeletas propiamente dichas las que, anónimamente, dicen la verdad.
En todo caso la MUD quemó los cuadernos. Que ello se interprete no solamente como el respeto hacia lo acordado previamente sino también como un acto de desobediencia civil frente a la loquera de un TSJ politizado y errático.
No parece que todo este gentío que votó se deje influenciar por la propaganda del régimen, que presentará a Capriles como la derecha recalcitrante y representante de una oligarquía (?) criolla dispuesta a esclavizar al país. Presentarán argumentos, inventarán historias, habrá agresiones y muchos episodios desagradables que esperamos todos no nos dejen más muertos. Pero todos comenzamos a sospechar que ni los mismos votantes chavistas en el fondo tampoco se dejan influenciar por los payasos que el régimen presenta en sus emisoras de radio y televisión ni por las focas de la Asamblea Nacional.
Comenzamos a sospechar que a todos, chavistas o no, siempre nos ha gustado un buen gallo, como Carlos Andrés, o el mismo Caldera, y Betancourt. Y por ello no sería de extrañar que el buen gallo de la oposición comience también a gustarle a muchos chavistas, para producir así otra avalancha, pero mucho más arrolladora, el próximo Octubre. Por el camino ya veremos qué indican las encuestas.
A todas estas, ¿Dónde está Chávez? ¿Estará enfermo por su cáncer y anda en terapia, escondido por unos días mientras para medio ponerse en pie a punta de corticoides o escondido pensando cómo se le va a enfrentar a este fenómeno electoral llamado Capriles?. ¿Saldrá a decir, como cuando perdió el referéndum, que ésta es una victoria de m...? ¿Dónde está pues?
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