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miércoles, 29 de octubre de 2014

Elecciones Legislativas de 2015: ¿cómo es que puede ganar la unidad o perder la oposición?, por @puzkas

Por Eugenio G. Martínez | 28 de octubre, 2014

Las últimas mediciones de opinión pública podrían hacer suponer a los sectores de oposición que están cerca de un triunfo incontestable en los comicios legislativos del año 2015. Según el IVAD[1], el bloque político coyuntural opositor aglutina a 52,5% de los ciudadanos y el bloque chavista congrega a 33% de los electores. Por otra parte, Datanálisis reporta que por primera vez en 11 años quienes se autodefinen como opositores representan a 38% de la población, mientras que quienes se autodefinen como chavistas aglutinan a 28,9% de los electores.

¿Pero cómo podrían comportarse estas personas frente a la máquina de votación? Según el IVAD, 27,6% de los ciudadanos dice que podrían votar por los candidatos del oficialismo a la Asamblea Nacional, mientras 45,2% asegura que sufragarían apoyando a los aspirantes de unidad de la oposición. Al día de hoy, 27% no sabe o no contesta sobre cuál bloque de candidatos se inclinaría a respaldar el próximo año.

El estudio del IVAD aún no valora (por la ausencia de elementos) cómo podrían comportarse quienes dicen votar por el chavismo o por la oposición cuando conozcan el nombre y apellido de sus aspirantes a curules en el Parlamento.

En este estudio también se analiza un segundo escenario, en este caso para la elección de una Asamblea Nacional Constituyente en el cual la oposición acude dividida en dos bloques. Ante este escenario, el 25,4% de los ciudadanos dice que votaría por los aspirantes revolucionarios, 23,5% asegura que apoyaría a los postulados por “La Salida” y 23,4% sufragaría por los candidatos de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

Datos similares se encuentra en un trabajo de Consultores 21[2] enfocado en las principales zonas urbanas del país: mientras 48% de los ciudadanos dice que podría votar por las candidatos de la MUD, 33% asegura que lo hará por los aspirantes del PSUV. Sin embrago, Consultores 21 también valora el escenario en que la oposición presente fórmulas distintas. En esta hipótesis, 26,8% dice que votaría por los candidatos apoyados por Henrique Capriles Radonski, Primero Justicia, Acción Democrática y el resto de partidos de la MUD, mientras 24,6% asegura que respaldaría a los aspirantes identificados con Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma. Un tercio de los electores seguiría votando por el PSUV.

Las encuestas en este momento dicen que la unidad puede ganar los comicios, es cierto. Sin embargo, en el hipotético pero no descartable escenario en que la oposición acuda dividida a las elecciones parlamentarias de 2015 dificilmente obtendrá la victoria.

Para muchos analistas no existe inconveniente con esta división, porque al sumar la votación de los dos grupos opositores se supera ampliamente al chavismo. Quienes así piensan no incluyen en su análisis que el sistema electoral que se emplea en Venezuela desde 2009[3]sobrerrepresenta a los grupos mayoritarios y castiga a las minorías. En otras palabras, penaliza la falta de unidad.

Los resultados de las últimas elecciones parlamentarias colocaron a Venezuela en el centro de los estudios sobre mayorías manufacturadas[4], un concepto que se aplica entre los académicos e investigadores electorales para definir los resultados de una elección a cuerpos colegiados cuando una fuerza política que no logra la mayoría absoluta de los votos obtiene la mayoría absoluta de los escaños, en virtud de los efectos del sistema electoral.

Pero para continuar con el análisis es necesario realizar una aclaratoria políticamente incorrecta entre el electorado pro-opositor: no es cierto que la oposición obtuvo la mayoría de los votos en las elecciones del año 2010. De ser cierto, el sistema electoral la hubiese sobrerrepresentado en el Parlamento. En sentido estricto, lo que sucedió fue que los candidatos de la alianza opositora obtuvieron 47% de los sufragios y el PSUV capitalizó 48,5%. El resto de los votos pertenecen a partidos disidentes del chavismo e incluso de la oposición.

No obstante, gracias a la sobrerrepresentación de mayorías, al obtener 48,5% de los votos el chavismo pudo capitalizar 59% de las curules en el Parlamento[5], una asignación que hubiese resultado aún más desproporcionada si la oposición no hubiese obtenido la mayoría de los votos en el estado Zulia, lo que el sistema electoral premió con la mayoría de los parlamentarios de ese estado en detrimento del chavismo.

Como bien ha explicado en el pasado Giovanni Sartori[6], el sistema electoral puede constituirse como el elemento de más fácil y mejor manipulación para transformar el juego político. Académicamente, el sistema que se usa desde hace cinco años en Venezuela se define como orientado a propiciar una mayoría parlamentaria casi absoluta de la fuerza que obtenga el mayor número de votos, sobrerrepresentando a las fuerzas grandes y subrrepresentando (o excluyendo) a las medianas y pequeñas.

Ilustremos la literatura académica con una proyección: supongamos que los resultados de la elección presidencial del año 2013 se repiten sin ninguna variación en las elecciones legislativas del año 2015. Para este ejercicio se parte de la premisa de que los rectores del Consejo Nacional Electoral (CNE) no modificarán las  circunscripciones de votación que se usaron en el año 2010 y que todos los electores que votaron por Henrique Capriles Radonski lo harán por candidatos de la oposición y todos los electores que votaron por Nicolás Maduro lo harán ahora por los candidatos del PSUV a la Asamblea Nacional.

En abril de 2013, la diferencia entre la oposición y el chavismo fue de 1,49 puntos porcentuales. Si Venezuela en realidad tuviese un sistema de representación proporcional como lo establece la Constitución Nacional, la composición del Parlamento debería ser muy similar a esta paridad en la votación. No obstante, al tener un sistema que sobrerrepresenta a las mayorías, si el chavismo repite su votación de la elección presidencial obtendría 99 diputados, reduciendo a la oposición a sólo 66 diputados.

En el supuesto que se concretaran las tendencias de votación que se reflejan en el estudio de Consultores 21, el PSUV con apenas un tercio de los votos podrían obtener hasta 136 curules[7], mientras la división de la oposición la condenaría a solo 28 curules, 24 de éstos al bloque de la MUD y apenas 4 al bloque de los partidos que representan a “La Salida”.

“El ganador se lo lleva todo”, o prácticamente todo, es la mejor forma de resumir los efectos del sistema electoral venezolano.

No obstante, la sobrerrepresentación favorece a cualquier bloque político. Si en el ejercicio con los resultados de la elección presidencial de 2013 se asigna a la oposición el apoyo de 51% de los votantes, entonces quienes adversa al chavismo podrían obtener hasta 99 curules. De ahí la resistencia de varios técnicos electorales del PSUV a avalar la aprobación de este sistema en 1999.

Todos los factores políticos conocen la perversión del sistema. Incluso los partidos de oposición. La duda en este caso es si, conociendo la penalización por la falta de unidad, se atreverán a presentar distintas candidaturas, una acción que inevitablemente provocará su derrota, sin importar lo mal que luzca Maduro en los estudios de opinión pública.

En el caso del chavismo la interrogante es distinta. La disciplina de bloque impuesta por Hugo Chávez hace casi inviable que fórmulas alternativas al PSUV se presenten con opciones reales de triunfo. Por eso la duda en este caso es si la mayoría del chavismo en el Parlamento tratará de volver a modificar la Ley Electoral (como ya ocurrió en el 2009)  para compensar la tendencia sostenida de pérdida de aceptación de la Revolución Bolivariana.

Por último, la proyección de los resultados electorales para 2015 también debería incluir otras variables. O al menos ésta: la fecha de la elección (muy relacionada con los distintos anuncios económicos por venir) y la posibilidad de que el nuevo CNE sucumba a los deseos oficiales de adelantar los comicios parlamentarios. Incluso, la  reedición de un “Dakazo” o la posibilidad de hacer primarias para escoger a los candidatos.

En definitiva: paralizarse porque las encuestas de hoy decretan la victoria de la oposición o la derrota del chavismo podría ser la peor forma de analizar el futuro electoral del país.
*
[1] El estudio del IVAD se realizó a través de una encuesta por muestreo. De acuerdo con el reporte de IVAD, el tamaño de la muestra fue de 800 entrevistas en hogares. El trabajo de campo culminó el 29 de septiembre de 2014. El estudio tiene un nivel de confianza de 90% para errores máximos admisibles entre+/- 1,27% y +/- 2,91%. 
[2] El estudio de Consultores 21 se realizó del 27 de septiembre al 2 de octubre de 2014. Consistió en 1.000 entrevistas en hogares de las principales ocho zonas urbanas del país para un error muestral de  +/- 3,16%
[3] En 2009 la Asamblea Nacional sin representación de la oposición derogó la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política para aprobar la Ley Orgánica de Procesos Electorales. Este cambio provocó que se adoptara un sistema electoral similar al empleado en México que permitiera lo que se ha llamado la dictadura del PRI
[4] El concepto de Mayorías Manufacturadas está ampliamente desarrollado en el estudio de Arend Lijphart (1994) “Electoral System and Party System. A Study of twenty seven democracias, 1945-1990”. Oxford University Press. New York. 
[5] Sin la modificación de las circunscripciones de votación y de la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política el chavismo hubiese obtenido 10 diputados menos, diputados que debieron asignarse a los grupos minotarios del propio chavismo o de la oposición.
[6] La bibliografía de Giovanni Sartori es abundante, pero para centrarse en el tema de cómo los cambios en la legislación electoral  pueden manipular los resultados el texto más cercano al caso venezolano se encuentra en la investigación titulada “Ingeniería Constitucional comparada. Una investigación de estructuras, incentivos y resultados”. Estudio auspiciado por el Fondo de Cultura de México.
[7] Para obtener esta conclusión se utilizan de base de los resultados de la encuestas de Consultores 21 y se supone que el PSUV obtiene 33% de los votos en todas las circunscripciones (para elegir a los diputados nominales) y en la votación de cada estado (para elegir a los diputados tipo lista) mientras los dos bloques opositores obtienen 26,8% y 24,4% respectivamente en todas las circunscripciones.


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