Américo Matín 27 de
marzo de 2016
A
algunos podrá parecerles que la visita de Obama a Cuba fue obra de la
improvisación, gesto taumatúrgico, carta inesperada, pero para quienes hayan
seguido la ruta de la revolución cuando menos desde el crudo Período Especial
en Tiempos de Paz y aún desde el 26 de julio de 1956 y el desembarco del Granma
en 1957, el encuentro habanero de los presidentes de EEUU y Cuba ha sido
planificado detalladamente y forma parte necesaria de la marcha ya difícilmente
reversible (por no decir “irreversibles”, que es lo que en realidad creo) de
las negociaciones entre ambos países. En lo que a mí respecta, forzado por la
necesidad de llegar a la médula de un fenómeno que tan determinante fue para
Latinoamérica y Venezuela, he dedicado largo tiempo al estudio de la historia
misma de la accidentada isla.
1.
Inmovilismo
norteamericano
Que
EEUU levante el embargo sobre Cuba y normalice sus relaciones con ese país es
un sentimiento compartido en casi todo el mundo, incluida la mayoría de EEUU y
de la influyente colonia cubana en Norteamérica, cuya comprensión realista del
asunto se viene reflejando en encuestas de la más diversa procedencia, sin que
ese sutil cambio afecte la fuerte hostilidad contra la dictadura castrista y la
percepción colectiva de que ese modelo fracasó.
La
apertura económica y política en sana paz de aquella fortaleza cerrada, de
ideología hermética y combativa, ha sido aceptada como posible y deseable no
solo en razón de justicia y DDHH sino también por conveniencia geopolítica y
oportunidad para la inversión y el comercio.
Cinco
décadas de confrontación, dictadura, sangre vertida, propiedades confiscadas,
ruina de tantos cubanos, separación forzada de familias alimentaron la tesis de
que con los Castro ya no habría diálogo posible, idea recogida en la Ley
Helms-Burton que lo condicionaba no únicamente a la caída de la revolución sino
a que ninguno de los célebres hermanos figurara en el gobierno de transición.
El radicalismo de izquierda continental y mundial se alineó con Fidel en su
ofensiva contra quien calificó siempre como “el peor de sus enemigos de la
humanidad”.
Remover
semejante obstáculo fue siempre muy difícil y por eso el status quo minaba la
posición norteamericana y fue usado por Cuba para legitimarse. Que Fidel no
diera su brazo a torcer y los gobiernos norteamericanos no convirtieran la
mejora de relaciones en agenda viva, inmovilizó la situación ad infinitum.
Salvo la opinión favorable al cambio en intelectuales y analistas perspicaces
sobre todo del partido demócrata, algunos de cuyos candidatos jugaron con la
idea sin atreverse a materializarla. El viraje vino con Barack Obama en su
segundo período.
2.
Se
erosiona el inmovilismo castrista
Las
causas y etapas del crecimiento del poder del silencioso Raúl frente al
omnímodo y ruidoso de su hermano, las he analizado al detalle en mi obra La
sucesión de Castro, una herida abierta (Alfadil, 2006) yHuracán
sobre el Caribe. De Fidel a Raúl (UCAB 2013) (1)
El
problema de los problemas -la resistencia de la mineralizada mentalidad
conservadora a la apertura raulista- lo desarrollo en la segunda de esas obras,
de la cual incluyo ahora estos párrafos:
“
¿Cómo erradicar esa lesiva mentalidad? Habría que ampliar el diapasón de las
reformas extendiéndolo a los dominios político y cultural… El restablecimiento
de una democracia pluralista respetuosa de los derechos humanos y las
libertades fundamentales. Y en lo cultural, la propagación de una plena
libertad creativa. No parece sencillo barrer los privilegios del
partido y de los burócratas, tan tenaces e imaginativos en la defensa de sus
intereses” (2)
“Si
quiere barrer pronto el peso agobiante de la vieja mentalidad tendría que
despojarla de legitimidad con un torrente de ideas nuevas expuestas con
libertad y creatividad… Pero el engranaje lo paraliza” (3)
Podrá
faltarle energía o audacia, pero es evidente que Raúl no quiere actuar, sobre
todo en el tema de DDHH, con la celeridad que en justicia piden los exiliados,
presos y perseguidos. Los mencionados obstáculos le atan las manos
probablemente con su aquiescencia. En todo caso, la corriente de la reali irá
disolviendo paulatinamente esos nudos. A lo menos es lo que estamos autorizados
a esperar. Pero sin duda hasta los ángulos teatrales de la visita de Obama
ayudarán a mejorar el ritmo de los cambios. Puede afirmarse que los acuerdos ya
anudados, la presión de los interesados en invertir y cambiar el modelo
económico, el anhelo de vivir mejor exacerbado en todos los estratos de la
población y el trabajo imparable del Padre Tiempo, imprimirán una velocidad y
densidad en el viraje cubano que quizá sorprenda a la mayoría, tanto o más que
este primer encuentro de dos archirrivales históricos en suelo habanero.
3.
Planificación
conjunta
Que
Raúl no lo esperara en la escalerilla del avión; que el hombre y su familia se
alejaran rápidamente en la limusina del presidente, y otros detalles que puedan
haberse registrado, fueron hechos planificados minuciosamente para no provocar
emociones prematuras antes de que siguieran alcanzándose metas.
Por
eso Obama declaró: “Se trata de un primer paso” y de allí también el muy
cauteloso editorial del Granma y la invitación al presidente Maduro para
calmarlo y tal vez silenciarlo (conociendo al personaje, sabemos que una tarea
como esa sería como ir a la Antártida en traje de baño)
Poco
importa que Maduro se haya auto-invitado o que en realidad hablarle antes de
seguir galopando fuera uno de los colaterales resueltos por Obama y Castro, lo
cierto es que si algo ha quedado a la vista es el desolador aislamiento y
pérdida de influencia del heredero del pomposo socialismo del siglo XXI.
Obama
y Castro convinieron en no presentar la visita como la solución completa de
seculares antagonismos, y de paso no quisieron que se les irrogara el pecado de
ingenuidad, aparte de darse tiempo en la empresa de convencimiento que les
espera. Un abrazo efusivo a la vera del avión del presidente norteamericano
hubiera sido excesivo cuando los presos siguen presos en Cuba y la
liberalización del sistema sigue siendo asignatura pendiente. O mientras Maduro
y Dilma están en situaciones críticas, la Alba totalmente enmohecida, UNASUR
casi inoperante y Mercosur en trance de infarto. Lanzar gritos de júbilo o
palmearse ruidosamente la espalda habrían sido manifestaciones excesivas hoy
aunque muy probables más adelante.
En
suma, los preparativos fueron conjuntos y estrictos hasta para medir las dosis
de alegría que las partes oficiales pudieran permitirse.
4.
Cuba
necesita seguir hasta el final
Para
saber que la negociación no obedece a pueril maniobra de Cuba, intento de
engañar al otro o deseo de “ganar tiempo” (¿ganar tiempo en el sentido de
“esperar”? Suena macabro cuando lo que necesita ahora mismo es “no perderlo”)
bastaría con leer las conclusiones del Sexto Congreso del PCC de 2012. En ese
evento fundamental se hizo carne del Estado y Partido de los comunistas la
global reforma propuesta y defendida por Raúl y sus colaboradores más
estrechos, entre los cuales figuran el destinado a sucederlo en el mando Miguel
Díaz Canel, el llamado artífice de la reforma Miguel Murillo, el sindicalista
oficialista Salvador Valdés y la única mujer en el Buró Político, Mercedes
López Acea (4)
Al
proyecto de viraje presentado al VI Congreso del PCC por el nuevo jefe
principal de la revolución se le denominó oficialmente Lineamientos de
la política económica y social del partido y la revolución.
“Era un
gran esfuerzo por iniciar la apertura económica sin comprometer el dominio
total del poder ejercido por el PCC ni cambiar mayormente el asfixiante
ambiente político” (5)
Raúl
ha anunciado que se retirará del mando en un par de años. Una nueva generación,
con Díaz Canel a la cabeza, debe acelerar esta política hasta sus últimas
implicaciones. Quizá Raúl haya decidido dejar que sean sus sucesores los
protagonistas de una estrategia que podría desbordarlo pero el cambio mismo,
una vez iniciado en serio, no tendrá otra opción que la de correr, derribando
jinetes si fuera el caso.
Lo
esencial es esta verdad monda y lironda: Cuba no puede regresar al pasado
fidelista ni dejar la tarea a medio hacer. En momentos de lucidez a Raúl se le
escapó enfatizar:
“Rectificamos
o se acaba el tiempo de seguir bordeando el precipicio y nos hundimos” (6)
Después
del naufragio del socialismo real, la cuestión para la Isla es sobrevivir,
producir, fortalecer nexos comerciales con el mundo occidental y especialmente
con EEUU aun cuando deba regresar al capitalismo democrático, que a mi juicio,
sería su último destino. El pragmático Raúl y sus descorazonados amigos habrán
reflexionado sobre la metáfora de los gatos de Den Xiaoping. El color que
tengan no tiene importancia, siempre que cacen ratones.
Las
solas medidas de austeridad anunciadas o en proceso de ejecución revelan la
magnitud de las calamidades que pesan sobre los cubanos. Las catastróficas
granjas estatales y las improductivas empresas públicas despidiendo a granel,
con el agravante de que la inexistencia de un desarrollado sector privado no
permite absorber las masas ambulantes de desempleados; el incremento del número
y variedad de trabajadores por cuenta propia (una de las formas de apertura a
la iniciativa privada, llamada eufemísticamente sector “NO ESTATAL”, para no
tener que decir “PRIVATIZACIÓN”, que es su verdadero nombre) es neutralizada
por los mayores impuestos que les aplica el Gobierno
“El
costo de avanzar hacia una economía productiva es demasiado alto debido a las
grotescas fallas del modelo. A Raúl no le queda más remedio que dar el paso a
conciencia de que mientras más lo retarde más graves serán las consecuencias”
(7)
Lo
cierto es que no hay terapia de choque más dura que la anunciada por el
gobierno cubano. Y dada la debilidad de la productividad y producción agrícola
e industrial no será por el lado de la oferta que pueda superarse el drama del
cubano promedio, cuyo salario es inferior a un dólar diario, en tanto que la
compensación otorgada a los centenares de miles de despedidos es todavía más
precaria.
El
gobierno importa el 70% de los alimentos y con reservas internacionales tan
escasas la trampa se cierra. Se eliminan los comedores populares, bajan los
rubros de la libreta de aprovisionamiento (o racionamiento) y los fondos para
medicina gratuita, deporte y educación. Por eso la CEPAL ha dicho que Cuba vive
una situación tan desesperada como la del Período Especial.
Agónicamente
Cuba necesita de inversiones productivas masivas, preferiblemente extranjeras y
es lo que se propone la Reforma. Sin más oferta no hay salida posible. ¿Se
entiende por qué Cuba no podía continuar el conflictivo gargarismo fidelista ni
promover el socialismo siglo XXI del cual tanto habla el presidente Maduro? El
acercamiento a la Unión Europea y sobre todo, a EEUU es la primera de sus
asignaturas.
5) Buen balance
Es
evidente que Obama y su entorno están al tanto de la encrucijada en que se
encuentra el gobierno de Castro. Es la razón prioritaria que lo envía a Cuba a
proyectar el convenio bilateral cuando, a juicio de varios de sus compatriotas
y algunos analistas, se ha excedido en concesiones a cambio de la escasa
correspondencia de la otra parte en lo relacionado con la liberación política.
Personalmente creo que no hay tal. Otorgándolas, el presidente estadounidense
ha obtenido frutos significativos. Ha respondido civilizadamente a las
votaciones sistemáticamente adversas en la ONU sobre el embargo a Cuba. Ha
acelerado y consolidado el proceso de negociaciones bilaterales. Ha levantado
su imagen en la esquiva y reservada Iberoamérica. Ha borrado parte de la oscura
era del Destino Manifiesto que tan duramente afectó a México y Centroamérica.
Ha afirmado su liderazgo en la Europa estremecida por el terrorismo. En fin, de
cara a lo mucho más que se espera de esta relación, Obama tiene logros muy
defendibles.
¿Y
Raúl? También tiene registros estimables. Conquistó un piso muy sólido para
levantarse del subsuelo en que se halla y una oportunidad insuperable para
reencontrarse en algún momento con la democracia, la libertad y mejor ubicación
en el plano internacional.
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