Por Luis Manuel Aguana, 22/03/2016
Difícilmente exista en el pueblo venezolano y en especial en el
caraqueño, una tradición tan hondamente respetada y querida como aquella que
dio origen a la leyenda de “El Limonero del Señor”. En efecto, así tituló el
poeta del pueblo, Andrés Eloy Blanco, al poema dedicado al Nazareno de San
Pablo en conmemoración perenne del milagro que se le atribuye por haber curado
de la peste a los caraqueños, al enredarse los gajos del limonero de la esquina
de Miracielos a su corona de oro, en aquel año del Señor de 1597:
…En la esquina de Miracielos / hubo una
breve oscilación; / los portadores de las andas / se detuvieron; Monseñor /el
Arzobispo, alzó los ojos / hacia la Cruz; la Cruz de Dios, / al pasar bajo el
limonero, / entre sus gajos se enredó. / Sobre la frente del Mesías / hubo un
rebote de verdor / y entre sus rizos tembló el oro / amarillo de la sazón.
De lo profundo del cortejo / partió la
flecha de una voz: / ¡Milagro…! ¡Es bálsamo, cristianos, / el limonero del
Señor…! / Y veinte manos arrancaban / la cosecha de curación / que en la
esquina de Miracielos / de los cielos enviaba Dios. /Y se curaron los pestosos
/ bebiendo el ácido licor / con agua clara de Catuche, / entre oración y
oración….
Traigo al recuerdo el poema de Andrés Eloy esta Semana Santa de 2016,
porque lo que sufrimos, no solo los caraqueños, sino todos los venezolanos, es
una peste tal vez de igual o mayor magnitud de la que sufrieron nuestros
antepasados en 1597.
Con el milagro del Nazareno de San Pablo al pasar su procesión por la
esquina de Miracielos, lo que hizo fue mostrarle a sus fieles que la solución
estaba tan cerca como esa famosa mata de limón que ahora recordamos todos los
años en estas fechas al haber curado a un pueblo que se moría en las calles.
Y así de cerca para el que la quiera ver está la solución de Venezuela,
como el limonero de la Esquina de Miracielos. La gente moría en las calles con
una peste y la solución estaba allí. Haría falta un milagro para que vieran lo
obvio. Hacía falta que el propio Nazareno mostrara la curación para que la
gente dejara de morir.
No en vano los venezolanos somos así. Tal vez se hubieran reído si
alguien hubiera ofrecido limones para aplacar la crisis, ¿quién sabe? Pero lo
cierto es que la solución estaba allí y nadie la había visto.
Pero algo bien importante: al final, Andrés Eloy denuncia la
desaparición del limonero:
…Miracielos: casuchas nuevas; / la tapia
desapareció. / ¿Qué mano avara cortaría
el limonero del Señor…? / ¿Golpe de sordo mercachifle o competencia de Doctor /
o despecho de boticario / u ornamento de la población…?
el limonero del Señor…? / ¿Golpe de sordo mercachifle o competencia de Doctor /
o despecho de boticario / u ornamento de la población…?
El Nazareno de San Pablo / tuvo una casa
y la perdió / y tuvo un patio y una tapia / y un limonero y un portón. /
¡Malhaya el golpe que cortara / el limonero del Señor…! / ¡Mal haya el sino de
esa mano / que desgajó la tradición…!
Aun a sabiendas del poder curador del limonero para el pueblo, alguien
lo desapareció. Alguien pensó que no era conveniente que el mismo pueblo al que
Dios a través de su Nazareno le obsequió la curación, administrara eso. Alguien
pensó que no era posible que el pueblo se diera su propia solución. Todo lo que
había tenido el Nazareno lo había perdido, hasta su limonero, razón por la cual
no era extraño pues que hasta eso lo perdiera también.
Cuando algunos venezolanos decimos porque creemos que es del mismo
pueblo que debe salir la solución al grave problema que confrontamos, y que se
originó de las entrañas mismas de lo que somos, no falta ese alguien, a quien
acusa de una manera indirecta y precisa Andrés Eloy en su poema, para decir que
eso debe “ser administrado”. Que el pueblo debe ser conducido por algunos
iluminados que “saben”, porque tienen la “experiencia”, para donde
deben ir los destinos de este pueblo que se muere por la nueva peste del Siglo
XXI.
Pero creo que se equivocan esta vez. Ya Venezuela los reconoce y no les
cree porque ellos cortaron El Limonero del Señor. ¡Mal haya el sino de esa mano que desgajó la tradición…! como
maldijera Andrés Eloy a quienes cortaron el limonero. De las tierras de toda
Venezuela cosecharemos limones para combatir esta nueva peste del Siglo XXI.
Del mismo pueblo de Venezuela saldrán los liderazgos que conduzcan esa cosecha
para curar la peste que nos agobia. Ya están saliendo los primeros frutos y el
pueblo ávido ya reconoce la cura en una solución que sale de la propia gente.
Los poetas son unas almas tan sensibles que vibran con el pueblo que
les acoge. Aquiles Nazoa decía en su Credo que creía en los poderes creadores
del pueblo; y Andrés Eloy Blanco, con su extraordinaria agudeza desafiaba la
imaginación señalando sutilmente a los enemigos del pueblo venezolano.
La Constituyente está tan cerca de este pueblo y del Juan Bimba de
Andrés Eloy Blanco como estuvieron los limones de El Limonero del Señor en
1597. Esa cura está allí, de las manos de la propia gente de todo el país. Solo
deben comprenderla para aplicarla, como el jugo de limón con agua clara de
Catuche. No permitamos que manos interesadas en desviar los poderes creadores
del pueblo, esta vez la corten como lo hicieron antes con el limonero. Nos
queda ahora a nosotros salvarla para convertirla en realidad, invocando la
ayuda del Todopoderoso y el milagro del Nazareno de San Pablo en esta Semana
Santa del Señor del año 2016…
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter: @laguana
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