Por Piero Trepiccione
El 23 de febrero de este año
escribí un artículo sobre este tema que creí iba a ser el único, sin embargo,
vistos los acontecimientos posteriores me he visto en la necesidad de recordar
algunas líneas de esa primera reflexión sobre un asunto que ya se ha vuelto
“viral” en doble sentido: en las redes sociales y en salud pública. Decía yo en
aquel momento para nada lejano: “el coronavirus ha sido una noticia que ya se
está tomando como algo rutinario en el resto del mundo fuera de China. Aun
cuando ya pasan los dos mil fallecidos por la epidemia y se superaron ya los
más de setenta mil casos de contagios, la opinión pública mundial no está
tomando en serio realmente el peligro que representa una situación de esta naturaleza,
en una época donde todo está interconectado y los viajes son mucho más
frecuentes que hace veinte años”. Bueno, dos días después de haber aparecido el
artículo comenzó la proliferación; primero a Europa y luego al resto del mundo.
Ya ha sido declarada la pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS)
y de una visión superficial y hasta despreciativa del asunto por parte de los
diferentes Estados, ahora el pánico se apodera de todos y lo peor, con bases
muy reales y no sobre teorías conspirativas o suposiciones.
Continuaba señalando: “la
geopolítica mundial está muy pendiente de lo que ocurre en Wuhan. China ha sido
el país de mayor crecimiento económico en el planeta al menos durante las dos
últimas décadas”, en vista de ello, “las potencias han comenzado a mirar a
China con cierto recelo. Países como Vietnam, India, Indonesia, Corea del Sur y
Japón, tienen rivalidades abiertas y encubiertas con un país con el que
disputan socios comerciales y mercados alrededor del mundo. Estos aspectos nos
muestran la queja de China de haber sido politizado el tema con las
consecuencias nefastas que esto pudiera acarrear hacia su economía y el exceso
de visión geopolítica para aprovechar esta dramática situación en favor de
intereses económicos y financieros de países competidores.” Este cálculo
geopolítico ayudó a mirar “descuidadamente” la situación de brote del
coronavirus sin tomar previsiones o ayudar a la potencia emergente a
controlarlo rápidamente. Adicionalmente, “aunque muchos países y gobiernos se han
mostrado dispuestos a “ayudar” al gobierno chino a controlar la epidemia, las
actitudes muestran más un cinismo que busca sacar abierto provecho de la
situación y, aunque obviamente, el gobierno de China tiene una enorme
responsabilidad en lo que está ocurriendo; también es cierto que una situación
de esta naturaleza es un problema que amerita ver a la actual civilización, más
allá de fronteras e idiomas, unirse abiertamente para solidaria y humanamente
vencer un enemigo que, en este momento, es solo de los chinos, pero que rápida
y fácilmente, pudiera llegar a ser, del resto de la humanidad”. Y en apenas dos
semanas, ya el coronavirus no es solo un asunto chino, sino de todo el orbe. La
naturaleza burlándose de los cálculos cortoplacistas y economicistas de muchos
gobiernos el mundo.
Para rematar, “la
geopolítica debería dar paso a la humanidad sin fronteras como forma de seguir
subsistiendo como raza”, pero qué difícil ponerse de acuerdo y articular tantos
intereses mezquinos que afloran por doquier y que, ante una pandemia de esta
naturaleza, responden humanitariamente y con lógica de vida, solo en el último
momento, cuando ya las consecuencias pueden ser desastrosas para todos y no
solo para uno o un grupo pequeño de países. Cuánto nos faltará por aprender.
15-03-20
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