Miguel Méndez Rodulfo 04 de marzo de 2020
Plan
País, en vez de haber sido una hechura de abajo hacia arriba, desde el
ciudadano y los vecinos a los tecnócratas, desde las regiones hacia Caracas,
fue una elaboración centralizada por unas élites muy valiosas, pero no
debidamente conectadas hacia afuera. El Colegio de Ingenieros, debió ser la
plataforma desde la cual se organizaran grupos de trabajo en cada estado en los
diferentes sectores de desarrollo del país y haber formulado propuestas
regionales hacia la capital; pero en su lugar se incorporó a Plan País en un
rol de liderazgo político, cuando esa no es la función de tan prestigiosa
institución. Por otra parte, haber hecho ejercicios de participación ciudadana
en los municipios, una vez elaborada la propuesta de Plan País Infraestructura,
evidencia que fue un formalismo, más que la intención de oír al ciudadano. En todo
caso, si el propósito fue hacer un ejercicio municipal para planificar lo que
se debía hacer en el ámbito local, durante la transición y más allá, entonces
se estaba fuera del contexto país que es la esfera que tocaba trabajar. La
gente que participó en este ejercicio, lo hizo en la creencia que contribuía
para Plan País. No obstante, no sería mala idea hacer un trabajo municipal para
la transición.
Como
he escrito muchas veces, se puede caminar y mascar chicle al mismo tiempo. Una
cosa es que vayamos a lo fundamental: lo urgente y lo importante, durante el
tiempo de la Transición, y otra es que en tanto que priorizamos esto, podemos
ir planificando, buscando los recursos, armando las licitaciones, etc., para
realizar las obras públicas que hay que acometer, una vez reconstruida la
administración pública. En cuanto se refiere al Desarrollo Urbano y Vivienda, a
la par que se reconstituye el ministerio, se rediseñan las alcaldías y se
recupera la industria cementera y la del acero y el aluminio, se pueden ir
modificando las leyes, creando la institucionalidad que maneje las ciudades,
diseñando los planes, definiendo las estrategias para abordar la ciudad y su
entorno urbano y rural, así como sus relaciones, etc.
La
nueva gobernabilidad que nos demos los venezolanos a la salida de este nefasto
régimen debe tener un rumbo claro y perseguir la inserción del país en las
corrientes de la modernidad y tendencias mundiales de desarrollo, por lo que
debe diseñar políticas públicas que en el mediano plazo, por décadas, nos
planteen las premisas y propuestas que debamos acometer para que nos conduzcan
a alcanzar la visión país que queremos. Ahora, el período de Transición que
corresponde emprender caído el régimen, será extremadamente difícil y poco
tendrá que ver con un país normal, estable en sus instituciones y con un
definido modelo de desarrollo. Por tal razón, debemos estar claros en qué
escenario nos encontramos y qué acciones o propuestas debemos realizar. Si nos
equivocamos de tiempo y tomamos medidas que no corresponden al momento, el
fracaso estará cantado.
Por
otra parte, tampoco podemos darnos el lujo de confundir lo territorial con lo
urbano, el entorno con la ciudad, la urbe con los espacios públicos; tampoco
creer que invocar la ciudad es una panacea a todos los problemas, ni pensar que
el desarrollo es sólo un atributo de las grandes ciudades. En esta serie de
artículos he pretendido exponer mis críticas a Plan País Infraestructura, de
una manera constructiva, sin ningún ánimo descalificatorio y reconociendo la
valía de los profesionales que integraron estos grupos de trabajo, pero
señalando lo que creo son aspectos que se pueden mejorar.
Venezuela
merece un mejor futuro y es un deber de todos contribuir a forjar una Nación
con rumbo franco al desarrollo
Miguel
Méndez Rodulfo
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