Ángel Lombardi Boscán 27 de junio de 2022
Obsesionados
por el pasado nos olvidamos del presente y futuro. Pasado de glorias junto con
héroes sobredimensionados y adulterados. Todos los años nos obligan a volver a
Carabobo, a la gesta valenciana: la batalla final que acabó con el dominio
español sobre Venezuela. ¿Libertadores vs Opresores? Ese 24 de junio de 1821 es
la huella de un origen violento aún no disipado y que entregó a los militares
la Partida de Nacimiento de tutelar una República sin republicanos. La historia
real es muy distinta.
La épica de los héroes en contra de los traidores haciendo de la simbología patriótica el origen de una nación que hizo un pacto de sangre con la gloria. Carabobo, siguiendo a las “Historias” de Baralt (1841) y Gil Fortoul (1907), fue la marca de un destino nacional feliz. Y el encumbramiento de Simón Bolívar como Libertador ausente.
Lo de
ausente no es gratuito: Bolívar luego de Boyacá en 1819 y Carabobo en 1821 se desinteresó
de la Costa Firme para dedicar todos sus esfuerzos en hacer morder el polvo al
Virreinato de Perú en Lima. Este descuido de la retaguardia (Bogotá y Caracas)
fue capitalizado por sus aliados Santander y Páez y no así por la
contrarrevolución realista. Ya en 1828, en la Convención de Ocaña, Bolívar era
un Jefe Supremo cuestionado y debilitado.
Para
entender cabalmente a Carabobo y todo el proceso emancipador hay que
reencontrarnos con una historia mundana. Bolívar no fue tan buen político como
la mayoría cree ya que el proyecto republicano declarativo fue vacilante e
insincero y las principales preocupaciones estuvieron en la guerra y en esto
Bolívar sí destacó. La paz y el progreso civil, como estación final, de la
odisea emancipadora, fue un hecho esquivo.
Bolívar
fue capaz de reponerse de su obsesión por asaltar Caracas desde la periferia
guayanesa y asumir el más grande riesgo de toda su carrera político/militar: el
asalto de la Nueva Granada en el año 1819 luego de franquear contra todos los pronósticos
la Cordillera Andina. Boyacá es la batalla más decisiva de todas las batallas
hispanoamericanas. Sin Boyacá no pudo haber ni Carabobo (1821) y mucho menos
Ayacucho (1824).
Para
ganar en Carabobo, apartando la táctica militar, hubo dos hechos estratégicos
que fueron decisivos. La revuelta liberal de Riego en los inicios del año 1820
que abortó la política de reconquista militar americana para ser sustituida por
algún tipo de reconciliación imaginaria y el regreso de Morillo hasta España.
Es bueno recordar que Morillo entre 1815 y 1820 nunca fue derrotado por
Bolívar. Aunque está claro que Morillo ante el abandono metropolitano no se
hizo ninguna ilusión de seguir resistiendo con éxito el asalto final de
Bolívar.
Ese
asalto final fue coronado en Carabobo. Finalizado el armisticio por la anexión
de Maracaibo en enero de 1821, hecho éste que contravino ese acuerdo, y que
puso en evidencia la superioridad de los republicanos y la extrema debilidad de
los realistas.
Todas
las operaciones militares subsiguientes fueron la consumación de una victoria
militar anticipada. Tanto Baralt como Gil Fortoul, siendo historiadores
nacionalistas, no pueden disimular el despojo de La Torre al frente de un
ejército desmoralizado y con tropa mayoritaria nacida en el propio país.
En
realidad Carabobo lo gana Bermúdez. Obviamente, siguiendo un plan maestro de
alta factura diseñado por Bolívar. San Carlos, fue el punto de reunión de las
fuerzas de Bolívar junto a las de Páez. Aunque en los primeros meses del año
1821 hubo una maniobra de distracción desde el Oriente hasta Caracas que hizo
morder en el anzuelo a La Torre debilitando su dispositivo.
Este
hecho, junto a la insubordinación de la caballería de Morales que no cargó en
la sabana de Carabobo cuando se le ordenó hacerlo, hizo triunfar a Bolívar.
No
está demás señalar que las fuerzas de Bolívar fueron de 6500 soldados y las de
La Torre unos 5000 efectivos. La ventaja inicial la tuvo La Torre porqué
controlaba el terreno aunque Bolívar tenía tanta confianza en sí mismo que aun
así decidió aceptar el reto. Las cargas del Bravo de Apures y la Legión
Británica, llevada al sacrificio ésta última, desnivelaron una batalla que no
llegó a la hora si hemos de creer en el testimonio de Gil Fortoul.
Carabobo,
pasó a convertirse, en el nacimiento de Venezuela. La suma de todas las
virtudes nacionales sustentadas en el sacrificio heroico de nuestros
Libertadores. La narrativa patriótica y marcial hizo de Carabobo la atadura de
los tiempos; el Olimpo venezolano con sus negros primeros, llaneros y mantuanos
abrazados en un sentir de grandeza intemporal. Un Carabobo para Todos que hoy
cuesta hacer encajar en una Venezuela desgarrada y sin Democracia.
Ángel
Lombardi Boscán
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