Vladimiro Mujica 24 de junio de 2022
@MujicaVladimiro
A
veces las analogías con el comportamiento de los sistemas biológicos tienen la
virtud de esclarecer conceptos e ideas sobre el comportamiento de las
sociedades. Sigue una de ellas.
Como una peligrosa pandemia se extiende por todo el mundo occidental el peligroso virus de la polarización en dos variantes superficialmente diferentes, al tiempo que esencialmente similares. Una de ellas conduce al establecimiento de gobiernos y regímenes populistas y autoritarios de presunta inspiración izquierdista. La otra, igualmente peligrosa, no es estrictamente una batalla entre izquierdas y derechas, sino entre democracia y autoritarismo, este último con frecuencia transformado en una fuerza nacionalista. Son ya numerosos y muy preocupantes los ejemplos de una dinámica implacable que se traduce en el debilitamiento de la democracia y en una amenaza creciente contra la libertad de pensamiento y acción en las sociedades occidentales.
La
primera variante del virus de la polarización ha afectado recientemente a
Estados Unidos, Francia y España, por mencionar los tres casos más conspicuos.
En estos países se ha ido dando un creciente proceso de fractura política y
social que ha llevado a crecimientos importantes de la influencia de grupos
tradicionalmente asociados a partidos conservadores, y a un territorio de
franco enfrentamiento entre estos y los partidos asociados a causas liberales.
El
caso de la gran democracia norteamericana, con el enfrentamiento paralizante
entre los partidos Demócrata y Republicano, es especialmente preocupante porque
Estados Unidos ha sido, durante períodos muy riesgosos en este siglo, el
refugio de las ideas libertarias y un bastión contra las amenazas totalitarias
que se cernían sobre el mundo occidental en los dos grandes conflictos bélicos
del siglo XX.
Cosas
similares se pueden afirmar del caso francés, donde sectores abiertamente
conservadores asociados con Marine Le Pen formaron parte de una pinza, la otra
rama era el movimiento populista de inspiración socialista de la Francia
Insumisa de Mélenchon, para asfixiar a los sectores centristas de la política
francesa, De hecho, Mélenchon puede terminar como primer ministro de una
coalición impuesta por la debilidad política de Macron.
O el
caso español, donde la indefendible alianza del PSOE con las fuerzas
antisistema de Podemos, ha conducido a un renacimiento muy importante de la
derecha tradicional, cuya manifestación más preocupante es VOX.
La
segunda variante del virus de la polarización se expresa de manera endémica en
Latinoamérica. En la época reciente este proceso ha conducido a una verdadero
renacimiento de populismos carismáticos y autoritarios de izquierda. El caso
emblemático, y en cierta manera el modelo original, es Venezuela y la captura
del poder por vía democrática de Hugo Chávez y sus herederos.
A
Venezuela le siguieron Nicaragua y Bolivia en rumbos abiertamente autoritarios,
acompañado de triunfos electorales de variantes de fuerzas progresistas,
socialistas o similares en México, Perú y, muy recientemente, Chile y Colombia.
Por supuesto que el artífice intelectual supremo de todo este esfuerzo de
avance de los ahora llamados progres en Latinoamérica, otrora revolucionarios,
fue Fidel Castro, a quien debe justamente reivindicarse como un estratega
excepcional y carismático del populismo autoritario en la región.
A este
análisis puramente político no puede dejar de agregarse el hecho importantísimo
de que varios de los regímenes autoritarios forman una alianza con grupos
criminales y traficantes internacionales que han convertido el mapa de varios
países en una verdadera red adaptativa compleja de poderes y bandas locales y
regionales que compiten ventajosamente con el disminuido control institucional.
Probablemente, el caso más dramático de este proceso de somalización sea
Venezuela.
No es
posible exagerar la importancia de la apropiación de la narrativa de la
esperanza y el cambio que hacen los instrumentadores políticos de la
polarización. La narrativa, las palabras y los mensajes, son herramientas
vitales de la comunicación y el control entre humanos. La existencia de
desigualdades, de discriminaciones, de exclusiones, de atropellos históricos
con base racial, de género o religiosa, o cualquier motivo de resentimiento,
son canales abiertos para que los líderes de la polarización se conecten con la
gente.
Es por
ello que combatir la exclusión y las otras causas del resentimiento,
especialmente la pobreza, debe formar parte esencial del discurso y la práctica
del centro político. De lo contrario, tenemos la batalla perdida, como ha
ocurrido en varios países. El Manifiesto de Puebla y, antes, las declaraciones
del Foro de Sao Paulo, deberían ser textos de lectura obligada para quienes
deseen entender los alcances potencialmente devastadores de la captura de la narrativa
de la utopía a manos de los progres.
Contra
el riesgo de la polarización estamos llamados a actuar quienes creemos en la
democracia y la libertad como valores fundamentales de la sociedad. La
cohabitación con el autoritarismo de cualquier signo político, es un error
gravísimo cuya corrección requiere de estrategias y acciones políticas claras
que nos diferencien del populismo y el autoritarismo en las mentes y los
corazones de la gente.
Eso
exige, hoy más que nunca, pensamiento y acción política. Si no, terminaremos
por convertirnos en simples y quejumbrosos perdedores eternos, señalando el
poder del mal sin hacer lo necesario para enfrentarlo.
Vladimiro
Mujica
@MujicaVladimiro
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