ALONSO MOLEIRO 24 de enero de 2023
@amoleiro
El dirigente de Voluntad Popular continúa
ventilando los desacuerdos más relevantes que ha tenido con sus aliados
políticos en todo este tiempo, ahora que ha quedado disuelto el gobierno
interino. Leopoldo López saca su artillería verbal, ajusta cuentas con sus
críticos y se sienta a hacer inventario de los posibles errores cometidos.
Todas las preguntas se pusieron sobre la mesa.
Impedido
como está de hacer política dentro del país, Leopoldo López emplea
parte importante de su tiempo en tejer alianzas globales y buscar compañeros de
causa por todo el mundo. Eso le ha permitido, según afirma, encontrar un
parámetro comparativo, identificar fallas y tener una visión mucho más amplia
de las exigencias planteadas en el globo en el marco de la eterna pugna entre
la libertad y las tiranías.
Junto
al ruso Garry Kasparov y la iraní Masih Alinejad, López organizó, en noviembre
pasado, en Vilnius, Lituania, el World Liberty Congress, la primera
conferencia paraguas de todos los movimientos disidentes antidictatoriales del
mundo. Concurrieron activistas de Bielorrusia, Irán, Zambia, Hong
Kong, Sudán del Sur, Burundi, Cuba, Nicaragua y Rusia.
La próxima cita será en el primer trimestre de este año en Lusaka, capital de
Zambia.
Cruzando
el desierto en el frente interno, disuelto ya el gobierno interino, con la
organización de las elecciones primarias en veremos, López aprovecha la
circunstancia para ajustar cuentas con sus críticos, justificando sus
decisiones y reivindicando lo que se ha logrado. De acuerdo a su criterio,
ningún esfuerzo para trascender la hegemonía chavista ha colocado las cosas más
cerca del cambio político que en esta ocasión. Todas las críticas que han
gravitado sobre su persona fueron colocadas en esta conversación para ser
respondidas.
Gobierno
interino
-¿La Oposición usó los recursos del gobierno interino para lucrarse?
-Eso
es absolutamente falso. Yo puedo hablar de encarcelamiento, muertes, torturas,
asedio familiar, allanamiento de moradas, órdenes de captura. Algunos son de
Voluntad Popular, otros no. Es una opinión muy ligera afirmar eso. Yo puedo
hablar sobre los problemas que hubo y los errores cometidos, pero generalizar
de esa manera no hace justicia el sacrificio hecho por muchas personas que
perdieron sus casas, la posibilidad de volver a su país. Quienes participaron
en este proceso, es cierto, no tuvimos el mismo compromiso respecto al
desempeño de sus funciones. Algunos usaron sus cargos para sabotear desde
dentro al gobierno interino, para evitar que se tomaran decisiones a favor de
la democracia, para ayudar a personas de su entorno. La agenda de Voluntad
Popular es la misma: salir de la dictadura. No lo hemos logrado, pero no hemos
movido un ápice nuestro objetivo. ¿Había que terminar con el gobierno interino
porque no se ha logrado el cese de la usurpación? Tampoco se ha logrado mucho
en negociaciones o recorridos electorales. Lo cual no quiere decir que no
debamos seguirlo intentando.
-Las gestiones para las elecciones
primarias lucen en este momento congeladas.
-Hay
quienes hablan de Primarias de la boca para afuera, pero no quieren Primarias.
Hay quienes quieren ser candidatos, pero no quiere Primarias. Manuel
Rosales es un caso. Henrique Capriles tampoco las quiere.
Nosotros creemos que una candidatura acordada al margen de la gente está
destinada a fracasar en este contexto. Aquí solo se puede avanzar con la gente,
en unas Primarias abiertas. El G3 no tiene mucho interés en que la diáspora
participe en esa consulta. En este momento no hay unidad en la oposición, ni
una visión compartida. Las Primarias deben ser nuestro foco, serán el proceso
que garantice una verdadera unidad.
“Cometimos
el error de no visualizar completo el panorama de apoyos que tenía la
dictadura”
Leopoldo
López
-Varias facciones de la oposición
venezolana lo responsabilizan del fracaso de la estrategia para lograr una
transición a la democracia en el país.
-Entiendo
la frustración que tenemos por no haber alcanzado la meta de superar la
dictadura, que ha sido nuestro objetivo central. Todas las decisiones que he
tomado, -algunas de ellas acertadas, junto a otras que, ciertamente, no dieron
los resultados esperados-, las tomé con la información que tenía, en las
circunstancias en las que estábamos, pensando en hacer lo mejor para Venezuela.
Algunas cosas no han salido como las habríamos esperado. El asesinato del
gobierno fue una estupidez, un paso irracional. Algunos sectores del G3
claramente se fueron acoplando y entendiendo con la dictadura con el paso del
tiempo. El caso de Tomás Guanipa, embajador plenipotenciario de Juan Guaidó en
Bogotá, al que se le dio toda la confianza para el desempeño, incluso en el
Palacio de Nariño, de un día para otro, sin notificar a nadie, se regresa a
Caracas, es habilitado y comienza a visitar Globovisión para
pedir que le levanten las sanciones a Raúl Gorrín. La entrega del gobierno
interino es la entrega de un equipo político en Washington, una embajada
plenipotenciaria, de la presencia en la OEA, en el BID, es poner en
peligro los activos nacionales, perder una vocería específica, reconocida como
un interlocutor en el mundo. No habíamos llegado nunca tan lejos en esta lucha
contra la dictadura. ¿Quién gana con eso? Nicolás Maduro. Aquí hay un claro
interés en entenderse con el Gobierno, en normalizar la presencia de la
dictadura en el poder, darle recursos a la dictadura. La propia delegación
negociadora de la oposición en México está penetrada por los
intereses de la dictadura.
“La
Salida”
-La crisis política que se expresa en el
episodio de “La Salida”, en 2014, impulsada por usted, hizo que la estrategia
electoral de la oposición quedara sobrepasada. Este camino fue muy criticado
por sus compañeros, que le recriminan haber tomado decisiones exclusivas.
-“La
Salida” es consecuencia de una frustración que se incubó en todo 2013, y que
tuvo un pico grave en episodios como “El Dakazo”. Ese año Henrique Capriles le
ganó las elecciones a Nicolás Maduro, él mismo lo afirmó en su momento. Sin
embargo, decidió no luchar por esa victoria. Lo hablé directamente eso con él,
le dije que tenía que defender su victoria. Sabíamos los resultados; desde 2012
había estado participando en la estructuración de los comandos en defensa del
voto. Fui coordinador de su campaña. Yo sabía que esa era una elección que se
ganaba o se perdía por 150 mil votos. Esa noche, otros políticos se reúnen con
él y le dicen que no salga a la calle, que maneje el problema por los caminos
regulares. Capriles empieza a titubear y finalmente desconvoca la manifestación
en protesta que iba al CNE. Capriles sabía que había ganado esas elecciones.
Esa actitud generó una inmensa frustración.
-¿Y de haber ido al CNE a protestar no
habrían reventado a plomo la marcha, como ya pasó luego en 2014 y 2017?
-Con
esa actitud resignada, de no querer luchar por la libertad, es imposible que se
dé el cambio político. La gente tomó la decisión de salir. El liderazgo te
plantea esos retos, son riesgos que se asumen.
-Hay sectores de oposición que proponen la
tesis de llegar a la democracia con el chavismo, no contra él. Persuadirlo para
una apertura democrática que le ofrezca opciones políticas.
-Se
puede llegar con el chavismo, pero hablándole claro. Uno no decide el terreno
en el cual juega. Mandela es el primero que lo afirma, el terreno de lucha
del oprimido lo escoge el opresor. Ahora, si tú no te planteas ni eso, o no
quieres asumir que estamos en una dictadura, por supuesto que vienen los
errores en el enfoque. “La Salida” es una consecuencia de ese anhelo, que se va
concretando a finales de 2013. En todos los pueblos del país la gente lo que
pedía era un cambio político nacional, no que tapen los huecos o arreglen
tuberías. Es absolutamente falso que eso fuera inconsulto. Todos los dirigentes
de la oposición escucharon mi exposición sobre “La Salida”, con todos hablé. El
18 o 19 de enero de 2014 conversé este tema con Capriles en su oficina. Le hice
la propuesta, le dije que el país quería vernos unidos, que el llamado
convocaba. Ese fue siempre el planteamiento. Capriles me dice “ya yo estuve en
la cárcel y no quiero volver a la cárcel. Si tú crees tener esa convocatoria,
hazlo”. Yo pienso algo, se lo dije por entonces: no se puede pretender liderar
este proceso teniéndole miedo a la cárcel.
“En
este momento no hay unidad en la oposición, ni una visión compartida”
Leopoldo
López
-¿Asume usted la responsabilidad política
de “La Salida” en 2014?
-Absolutamente,
la asumo.
-¿Está usted negado a un escenario
electoral?
-Para
nada, yo no estoy negado a ningún escenario que nos permita retomar el orden
constitucional. Es un error aferrarse a afirmaciones y asumirlas como si fuesen
verdades escritas en piedra. Cada circunstancia que se presenta viene con sus
oportunidades y limitantes, en virtud de ello se interpreta qué se puede hacer.
-Se le acusa de enviar a la gente a
inmolarse en unas protestas que serían reprimidas, prometiendo un horizonte
imposible de alcanzar.
-Eso
es subestimar a la gente, la gente no es pendeja. La gente sabe quién es
Maduro, los colectivos, la Guardia Nacional, la policía. La sociedad venezolana
estaba perfectamente consciente del desafío, pero tenía sed de libertad,
ganas de luchar, disposición a sacrificarse. La gente quería salir. Imagínate
que a José Félix Ribas lo hubieran acusado de “mandar a esos muchachos a la
violencia” por dirigir la Batalla de La Victoria. Aquí se asumieron los riesgos
en primera línea; se han asumido todos los episodios, el hecho de que no
hayamos salido de la dictadura no puede significar que no le rindamos homenaje
a la valentía, el coraje, el desprendimiento, la sed de libertad, de millones
de venezolanos.
-¿Por qué piensa que hay gente que quiere
apaciguar?
-Por
miedo, por comodidad. Nada de lo que he afirmado pretende negar que no sea
pertinente buscar distintos caminos. Lo que tenemos que tener claro es el
objetivo. Los caminos para lograrlo pueden cambiar de acuerdo a las
circunstancias. Aquí hay un debate muy curioso en torno a los caminos a tomar,
de pronto la propia ruta se vuelve un fin en sí mismo.
30A,
Cúcuta, “Operación Gedeón”
-Son muchas las personas que piensan que
no ha sido ético, ni es procedente, planificar un golpe de Estado para
desanudar la crisis política nacional.
-Hay
que decir las cosas como son: aquí quien ha hostigado, acosado, reprimido y
asesinado, incluso a los familiares de quienes están en la lucha por la
democracia, es la dictadura chavista. Ese discurso que me propones plantea el
problema como si la dirigencia chavista no tuviera responsabilidades.
Entendamos de dónde viene la violencia. Civiles armados, saqueos de casas,
invasiones, expropiaciones, todos los atropellos posibles por posiciones
políticas. En las circunstancias en las que estamos, con una dictadura
criminal, que está absolutamente al margen de la Constitución, que secuestra el
futuro y las libertades de los venezolanos, cualquier camino que nos permita
restaurar la democracia en Venezuela es válido. Hablar de “golpe” plantea una
circunstancia al margen de la legalidad, y quién está en la ilegalidad es
Maduro. Nuestra Constitución nos otorga esa facultad, el Artículo 333, para
salvaguardar el orden constitucional. El camino nuestro está a la vista:
elecciones libres, derechos para todos, alternancia en el poder, respeto a los
Derechos Humanos.
-¿Qué falló el 30 de Abril?
-Recordemos
el 30 de Abril y su contexto: movilizaciones nacionales, esperanza, decenas de
miles de personas en la calle, Juan Guaidó reconocido como Presidente
Encargado. Yo estoy preso en mi casa y en marzo de 2019 recibo un mensaje de un
alto funcionario militar de la dictadura. Me manda un video con un
intermediario. Desde hace un tiempo yo venía teniendo contactos con mis
custodios en el Sebin. Ahí comencé a hablar con distintas personas que se
acercaban, el director del Sebin, el de la Policía Nacional, del FAES,
Comandantes que tenían bajo su responsabilidad tropa. Progresivamente comencé a
articular contactos. A esas conversaciones con el sector policial-militar
habría que agregar otro esfuerzo con el TSJ. Julio Borges hace un contacto con
Maikel Moreno y con un intermediario llamado Framy Rojas, se conversó sobre la
posibilidad de sacar una sentencia del TSJ que planteaba el desconocimiento a
la Asamblea Constituyente, que desconocía la elección de Maduro y planteaba una
nueva elección. Yo no llevé adelante estas conversaciones, -como te digo, eso
lo llevaba adelante Julio Borges- a mí me tocó trabajar el sector militar.
Pensando en unir ambos esfuerzos se promueven conversaciones entre Cristopher
Figuera, Maikel Moreno y Vladimir Padrino. Pensamos en cómo articular las
cosas. Estaba la voluntad expresa de Maikel Moreno de emitir una sentencia, y
por otro lado, había intención de algunos sectores militares y policiales, relevantes,
de acompañar un proceso de transición. Se elabora un documento, de unos 15
puntos, en los cuales se planteaba cómo activar un proceso que nos permitiera
convocar a unas elecciones presidenciales libres en el menor tiempo posible. No
quisimos organizar un acto de choque ni provocar un conflicto armado en una
toma, sino esto, un llamado a una protesta popular en las calles, acompañada
finalmente con policías y militares, demandando democracia. Esto fue lo que
terminó pasando en Bolivia cuando Evo Morales se hizo reelegir de forma
fraudulenta. El planteamiento era articular una secuencia de hechos, en los
cuales la gente, policías, militares, avalados por un episodio institucional
como la sentencia del TSJ, nos permitiera escalar la crisis en pos de la transición
a unas elecciones. En la madrugada del 30 de abril, Guaidó convoca, acompañado
de efectivos de la Guardia Nacional, Sebin y Dgcim, comprometidos con la causa,
hacen el llamado, salieron miles de personas a las calles. A las 8:00am me doy
cuenta de que las cosas no iban a darse en los términos planteados porque los
primeros que declaran esa madrugada, precisamente, son Padrino López y Maikel
Moreno, con lo cual queda claro que la sentencia no saldría. Esta sentencia no
es un invento, existe, se leyó, varias personas lo hicieron, hay muchos
testigos que la conocen, sabían cuál era el planteamiento. Maikel Moreno, o no
tenía los votos, o decidió echarse para atrás a última hora. Moreno le había
pedido a Cristopher Figuera que resguardase la sede del TSJ una vez que la
sentencia quedara publicada.
“El
camino nuestro está a la vista: elecciones libres, derechos para todos,
alternancia en el poder, respeto a los Derechos Humanos”
Leopoldo
López
-¿Cómo pudo haber confiado en que Vladimir
Padrino o Maikel Moreno tenían algún compromiso con la democracia y no eran
dolientes del régimen chavista?
-Eran
las personas que estaban a la mano con acceso al poder. Estaba planteada la
crisis institucional una vez que el TSJ sacara esa sentencia, que iba a ser el
disparador para otros pronunciamientos. Esa mañana se iban a liberar los presos
que estaban en el Sebin, era parte del plan. Las cosas se dieron al principio.
Lamentablemente, no se terminaron materializando. Varios de los que se habían
comprometido en el procedimiento no lo terminaron de asumir.
-Hay observadores que han especulado sobre
el hecho de que Padrino López y Moreno eran “topos” de Maduro, que simularon
estar interesados en restaurar la democracia para poder desbaratar la operación
desde dentro.
-Bueno,
no sé, a lo mejor no me hubiesen dejado salir a la calle, yo estaba preso en mi
casa. Te estoy refiriendo los hechos, no puedo entrar en especulaciones, cuento
las cosas como sucedieron.
-Gente cercana a usted en todos estos
esfuerzos, militantes de Primero Justicia por ejemplo, tienen una opinión
particularmente crítica con su forma de hacer las cosas esos días.
-Bueno,
en el caso de Julio Borges, como ejemplo, hay una postura total y absolutamente
hipócrita sobre lo que se hizo. Él estaba en sintonía con el planteamiento, le
tocaba articular la relación con Maikel Moreno, con Framy Rojas, y había
revisado personalmente la sentencia que iba a salir.
-He oído que algunos le reclaman el hecho
de haber adelantado la jugada, de haber salido a la calle antes de tiempo.
-Esa
no es decisión mía, yo estaba preso hermano. A mí me llaman a las 12 de la
noche el 30 de abril para decirme que la cosa era al día siguiente. Me lo
informa Cristopher Figuera, y entiendo perfectamente que haya tenido sus
razones. Mi casa estaba rodeada de 30 funcionarios del Sebin, a mí me fueron a
buscar. ¿Cómo que yo salí antes? La decisión la tomaron quienes estaban
manejando ese ámbito policial-militar, las circunstancias eran las que eran.
Esa es una salida fácil para entrar en la guerra de las culpas y desembarazarse
del problema. Al día siguiente de lo que sucede, se pone Julio Borges a llamar a Reuter,
a Bloomberg, al New York Times para vender esa
versión y lavarse las manos en temas en los cuales él tenía una responsabilidad
muy clara, que tiene que asumir como la estoy asumiendo yo. Poco después del 30
de Abril, a los 15 días, a mí me contacta Luis Vicente León, con quién casi no
tengo relaciones personales, para comentarme que mis números en las mediciones
de Datanálisis habían subido 15 puntos, y también los de
Guaidó. Para mí eso es muy revelador, indica que la gente no percibió eso como
un fracaso, muy al contrario. Eso se pudo haber convertido en una grieta, en
una zanja para buscar nuevas oportunidades, pero la propia dirigencia opositora
la convirtió en un fracaso. El 4 de febrero de 1992, por ejemplo, fue un claro
fracaso militar pero se convirtió en una victoria política.
-Hay otro episodio muy polémico, que se ha
traducido en un fuerte golpe a la credibilidad para la oposición: la llamada
“Operación Gedeón”. Para muchos, ahí está el verdadero fin de todo el esfuerzo
del gobierno interino.
-Así
como te digo que asumo toda la responsabilidad de “La Salida” en 2014, y de lo
que pasó el 30 de Abril de 2019, debo decir que yo me enteré de Gedeón de la
misma manera que te enteraste tú, cuando salió en los medios de comunicación y
las redes sociales. Pero digo más: sabiendo lo que se estaba moviendo en
Colombia luego de la fuga de muchos militares venezolanos, viendo que, desde
semanas antes, tanto Jorge Rodríguez como Diosdado Cabello venían hablando de
eso, a mí no me cabe la menor duda de que ese fue un movimiento perforado por
el propio gobierno chavista. Se trató de un falso positivo. Sin negar que con
eso tomaran en su buena fe a un grupo de voluntarios patriotas que dieron ese
paso tan arriesgado.
-Hay personas que han atestiguado que Juan
Guaido fue informado de esos preparativos; el propio J.J. Rendón lo relató en
televisión.
-Rendón
ha declarado que yo no tenía ninguna información de esas conversaciones. Ha
declarado, incluso, que rompió con esas personas en noviembre del año anterior,
y eso fue en mayo. Aquello siguió su curso, y no tengo dudas de que es una
operación fomentada, intervenida por la contrainteligencia de la dictadura para
poder reventarla y hacer propaganda.
-Todas estas tentativas se expresan en la
frase “todas las opciones están sobre la mesa”.
-Había
en 2019 un estado de opinión -por distintas razones, pero sobre todo por la
situación terrible que vivía el país en lo económico y social, y por las
señales que se venían dando-, de que la intervención internacional era un
escenario posible. Recordarás la crítica abierta y permanente que se le hacía a
Guaidó desde varios sectores porque no llamaba abiertamente a una coalición
militar internacional. Hasta el 25% de la población del país llegó a estar de
acuerdo con una salida de ese tipo. Los hechos y las conversaciones nos
indicaban que ese no era un escenario posible. Visto en retrospectiva, a mí ese
planteamiento no me parece necesariamente errado. Tuvo de malo que no permitió
a las fuerzas enfocarse en ninguna alternativa concreta.
-¿Una invasión militar en Venezuela no
hubiera redundado en una catástrofe nacional en la cual todos terminaríamos
perdiendo?
-Nosotros
jamás llegamos a plantear eso, o a asumir abiertamente que esa era una decisión
tomada. Tampoco hubo jamás un planteamiento expreso de Estados Unidos en ese
sentido, al menos que yo tenga conocimiento. Lo que sí hubo fue mucho ruido
comunicacional, mucha opinión creada alrededor de ese tema, que claramente
desenfocó las cosas.
-¿Este tipo de confusiones no son las que
abonan en la acusación esta según la cual ustedes son peones, o títeres de los
Estados Unidos?
-Nosotros
somos venezolanos que tenemos hambre de libertad, que queremos tener una
Venezuela democrática, libre, con derechos para todos. Estamos dispuestos a
sumar todos los apoyos de aquellos que nos quieran acompañar en ese camino.
Estados Unidos ha sido un aliado importante en esta lucha, y al ser así, por
supuesto que hemos trabajado con ellos, y lo seguiremos haciendo, en función
del objetivo, que es volver a la libertad. Y así como los Estados Unidos hay
muchos otros países que nos ayudan. Nosotros somos autónomos en nuestras
decisiones, somos venezolanos, ansiamos la libertad, al igual que Bolívar,
Miranda y otros patriotas que cruzaron el atlántico buscando el apoyo de
Inglaterra, de Estados Unidos, de todo el mundo que pudiera hacerlo, de
mercenarios incluso, para sus tripulaciones. Cuando se trata de la conquista de
la libertad, pues sí, hay que salir a buscar todos los apoyos. Yo estoy
dispuesto a enfrentar cualquier discurso de apaciguamiento a nuestra sed de
libertad.
-También ha sido muy criticado el
procedimiento de Cúcuta, que fue un poco antes: el concierto de la frontera, la
pretensión de querer meter en el país los contenedores con la ayuda humanitaria
de manera forzada, el haberse expuesto a una masacre de los colectivos y Freddy
Bernal.
-Siempre
es muy fácil hacer los comentarios del juego el lunes. Lo peor es que hay gente
que vive de eso. En la radio siempre oímos a los comentaristas, siempre le
cuentan a la gente lo que los jugadores debieron haber hecho. En aquel momento
el tema de la ayuda humanitaria tenía una enorme fuerza y movilizó, con toda
justificación, a muchísima gente. Hubo una cantidad enorme de gente voluntaria
que se alistó para participar. La ayuda humanitaria fue una bandera de
lucha, un desafío. No se materializó por razones logísticas. Ahí hubo gente que
se comprometió a hacer cosas que no se hicieron. La gobernadora del Táchira de
entonces, Laidy Gómez, se comprometió con poner unas dos mil personas y mil y
pico de motorizados del lado de Venezuela, y ahí no llegaron ni 100, habiendo
tenido los recursos para eso. Hubo otros episodios así. Viendo
retrospectivamente, no es de extrañar que esa haya sido su conducta, siendo su
partido la AD de Bernabé Gutiérrez. El hecho de que no se haya materializado
porque Maduro puso a Iris Varela con unos delincuentes recién salidos de la
cárcel a dispararle a la gente y quemar camiones, no quiere decir que el
esfuerzo no estuviera justificado. En 2019, Vladimir Putin mandó un bombardero
a Maiquetía, hubo un despliegue de tropas rusas en el país, incluso en el
anillo de la seguridad presidencial de Maduro. El denominado Grupo Wagner, un
escuadrón de mercenarios, con aval diplomático, presente en las guerras en
Siria, en África, grupos muy peligrosos, vinculados al cartel de Sinaloa, con
el ELN, en los temas de contrabando y extracción de minerales. En el
terreno militar y de seguridad, los vínculos con Rusia son muy profundos.
-Se ha criticado la política de sanciones
hacia el régimen de Maduro, se afirma que es una medida que le ha regalado
argumentos, que lo ha fortalecido mientras ha contribuido al derrumbe de la
economía nacional.
-Las
sanciones económicas, como siempre se ha planteado, como siempre dijimos, se
pueden flexibilizar en el marco de un acuerdo político para solucionar esta
crisis. Lo que hemos dicho es que si no hay avances significativos en las
conversaciones, si no avanzamos en un compromiso de juego limpio para todos, esa
flexibilización se detiene. Las sanciones han hecho posible que el chavismo se
siente en una mesa de negociaciones en México. Venezuela está quebrada
desde 2013.
-Sus adversarios le critican por un
presunto afán protagónico en todos los intentos de estos años para rescatar la
democracia.
-Lo
que yo he asumido acá desde hace varios años ha sido una posición de segundo y
tercer plano. No tuve ninguna posición pública. Me tocó en algún momento tener
una aproximación estratégica con el Centro de Gobierno en 2019: el
reconocimiento internacional, la crisis humanitaria, el tema de los activos. La
última vez que fui candidato fue en 2004, cuando gané la Alcaldía de Chacao.
Desde entonces, inhabilitado a partir de 2007, lo único que he hecho es
trabajar para otros liderazgos: para Emilio Graterón; para Antonio Ledezma a la
Alcaldía Metropolitana, para los diputados al parlamento de la Unidad en 2010,
y para Henrique Capriles en 2012 y 2013. Pienso además que el compromiso por
trascender el chavismo, por regresar a la alternabilidad política, no ha
sido igual de intenso. No todo el mundo está comprometido con el cambio
político en la oposición. Hay gente que está dispuesta a posponerlo para
fomentar la convivencia con el chavismo. Está este espejismo de “los problemas
de la gente, la política de los problemas de la gente”. Los problemas de la
gente tienen nombre y apellido: Nicolás Maduro. En muchas manifestaciones que
me ha tocado participar -en Cúcuta, por ejemplo, claramente- lo que la gente
clama, la consigna central, es el grito de libertad. Queremos regresar a
Venezuela, que salga Maduro. La gente no pide comida, pide libertad.
-En estos términos, un gobierno de la
Plataforma Unitaria duraría cuatro meses en el poder intercambiando acusaciones
de corrupción y echándose la culpa de lo sucedido.
-Hay
que pensar muy bien las cosas en el futuro, este episodio del gobierno interino
tiene que generar muchas lecciones, y eso debemos asumirlo con desprendimiento.
Ni siquiera en un gobierno parlamentario europeo un ejecutivo dependía tanto de
un legislativo como en el gobierno interino. Se secuestraron decisiones, se
impusieron agendas distintas a las de esos objetivos fundamentales.
Monómeros,
Citgo, activos
-¿El fracaso de Monómeros, por ejemplo,
guarda relación con lo que usted afirma?
-Es
una consecuencia de eso. Una vez que se da la primera discusión de los activos
de Citgo, y se nombra una junta directiva técnica, alejada de la política,
profesional, con trayectoria, vienen los acuerdos de Monómeros. Entonces
se habla más claramente de cuotas y de acuerdos políticos. El que más impulsó
esa tesis fue Primero Justicia, dirigentes como Jorge Millán. No se habló con
claridad del problema; el planteamiento nuestro era opuesto, pensábamos que
debían privar los criterios técnicos. Juan Guaidó lo dijo varias veces en la
Asamblea: por un lado públicamente piden despolitización, y por el otro nos
atan de manos para tomar decisiones. Es una responsabilidad de los partidos que
hicieron esto posible, AD, PJ y UNT. Gracias a esa dinámica, la gerencia de
Monómeros quedó controlada por Acción Democrática y vinieron las desviaciones.
-Acción Democrática acusa a Carmen Elisa
Hernández, gerente de Monómeros, muy cercana a su persona y a Voluntad Popular,
de los desencuentros de Monómeros.
-Te
invito a que converses con la gerencia de Monómeros y las personas involucradas
en esa experiencia. Carmen Elisa era minoría de minorías: ahí había una junta
directiva de Pequiven ad hoc controlada por Acción Democrática, y en la junta
directiva, de siete personas, ella era minoría. Gustavo Sol y Guillermo
Rodríguez Laprea, los dos presidentes de Monómeros, fueron puestos por AD.
-Ellos lo acusan a usted, y a Carmen Elisa
Hernández, de auspiciar una toma hostil en favor de la empresa Nitron.
-Ese
planteamiento es una locura, no tiene ni pies ni cabeza. Yo no tengo nada que
ver con Nitron, eso un absurdo. De lo que sí hay pruebas es de las
irregularidades de la gerencia de Monómeros. Aquí en Madrid hubo una reunión
con el presidente colombiano Iván Duque y los representantes de los partidos de
la Unidad. Duque plantea el problema de Monómeros y la necesidad de
reestructurar esa junta directiva. A pesar del planteamiento, que nosotros
acompañamos, para hacer una reestructuración con criterios profesionales, eso
nunca se pudo hacer porque tres de los partidos de la Unidad se opusieron y
negaron el voto en el Parlamento. Guaidó fue tres veces al Parlamento a
proponer esa reestructuración. Tengo que reconocer que subestimé el tamaño del
entorno mafioso que había ahí. Los propios representantes de Supersociedades
-instancia en Colombia que regula la conducta de las empresas públicas-
hicieron los señalamientos sobre la junta directiva de Rodríguez Laprea y sus
decisiones. El mismo Sindicato de Monómeros tenía observaciones muy serias a
las decisiones que se tomaron ahí, que se hicieron en contra de nuestra
voluntad, el acuerdo a largo plazo con esta empresa de maletín que es Lyon
Street. La gerencia de Monómeros de ese momento, estas personas que aludo, se
montaron en una campaña de lobby brutal, contrataron un escritorio al que le
pagaban miles de dólares para montar una matriz con una historia alterada.
Contrataron periodistas, Alejandro Hernández de La Gran Aldea, que
como todo el mundo sabe, es la mano derecha de Julio Borges en todos los temas
comunicacionales, fue contratado por Monómeros para empujar este bulo y hacer
una campaña en contra nuestra.
-¿Usted tiene pruebas de lo que afirma?
-La
información que yo tengo es esa.
-Es una afirmación delicada.
-Bueno,
que me desmientan, esa es la información que yo manejo.
-Usted afirma entonces que a Julio Borges
no le importó saber en qué andaba Guillermo Rodríguez Laprea y pactó con AD
solo para perjudicar a Voluntad Popular.
-Así
es, no le importó. Son los hechos, eso está a la vista. Si le hubiese
importado, atiende las observaciones del presidente Duque y el G3 hubiese
aprobado uno de los tres intentos que hizo Guaidó en el Parlamento para tomar
correctivos y reestructurar la empresa, librarla de malos manejos. Hubiesen
asumido la postura de la Comisión de Contraloría, que planteó esa
reestructuración hace más de un año, y que la plenaria echó para atrás con el
voto de AD, PJ y UNT.
-¿Por qué se habla de malos manejos en
Citgo?
-Hasta
ahora no hay un solo señalamiento concreto de absolutamente nada en Citgo. El
que lo tenga que lo haga. En Citgo, in situ, hay presencia de
funcionarios del Departamento de Justicia de Estados Unidos fiscalizando los
procesos. El desempeño de Citgo, por lo demás, a diferencia de lo que ha
ocurrido en Monómeros, ha sido muy satisfactorio, esa era una empresa a punto
de quebrar, a un paso de que el país la perdiera. Hoy es una compañía con una
condición operativa y financiera muy saludable y sigue perteneciendo a
Venezuela gracias al gobierno interino y los esfuerzos que hemos hecho.
-A usted se le han hecho señalamientos
personales por contratar a Llorente y Cuenca, la compañía donde trabaja su
madre, para prestar asesoría a Monómeros.
-Mi madre
ha sido víctima de duros ataques durante mucho tiempo. También se los han hecho
a mi padre, a mi esposa. Juan Guaidó, Leopoldo López y Lilian Tintori se han
llevado el 95% de los ataques más despiadados en las redes, desde el chavismo y
desde la propia oposición también.
-¿No es un error político grave colocar a
un familiar cercano en un puesto público delicado como ese?, ¿no le perjudica
políticamente?
-En
2018, mi madre, en el exilio en España, es asesora de esta empresa de
comunicaciones llamada Llorente y Cuenca una compañía española
que tiene presencia en muchos países latinoamericanos. En 2019 mi mamá enferma,
comienza un proceso de diálisis que duró hasta finales del 2020, tenía que ir
tres veces a la semana a un hospital, estaba en condiciones muy alejadas de la
vida laboral. Tiempo después, esta empresa presentó una propuesta a Monómeros,
de un proyecto puntual, y lo aprobaron. Fue en Colombia, no en España. Yo no
estaba al corriente de eso -ni tenía por qué estarlo, no estaba involucrado en
los problemas operativos de la empresa-, pero de haberlo estado claro que me
opongo. Fue un contrato para un proyecto muy puntual; hay gente que ha dicho
que cobraba 70 mil dólares al mes, eso es totalmente falso. Pero es la empresa,
no mi mamá, ella no participa en absolutamente nada respecto a Monómeros. Sería
interesante que consultaras a la propia Llorente y Cuenca, seguro
podrían ofrecer mayores detalles.
-Juan Guaidó pasó mucho tiempo hablando
ante la inminencia del cambio político, como si estuviera a la vuelta de la
equina.
-Claro
que había elementos, el país se movilizó, sí hubo quiebres militares dentro de
la estructura de armas de la dictadura, tanto en lo policial como lo militar.
Cometemos el error de no reconocer el esfuerzo hecho, los terrenos en los
cuales nos hemos batido en esta lucha. En 2015 las fuerzas democráticas
obtuvieron una victoria resonante en las elecciones parlamentarias, ganamos los
dos tercios de la Asamblea Nacional. Maduro luego desmanteló a la Asamblea
Nacional, no la dejó legislar, las hordas chavistas agredieron salvajemente a
los diputados. Yo he escuchado luego gente que te dice que fue un error asumir
esa victoria como un paso hacia la transición a la democracia, que se
crearon unas expectativas muy altas. Que fue un error que la Asamblea Nacional
usara sus facultades constitucionales. También cuando hemos ido a negociaciones
se nos hacen críticas similares. Hemos dado una lucha muy dura para quebrar le
hegemonía de la dictadura, para conquistar nuestros derechos, en las negociaciones,
en las elecciones, en las protestas populares, y hemos llegado lejos. Cuando yo
comparo la lucha que hemos dado todos, porque todos la hemos dado, con lo que
ha pasado en otros países que viven en dictadura, puedo constatar que hemos
dado una lucha mucho más consistente, entregando sacrificios, con mucha más
unidad, con mucha más determinación que en otros países.
-El gobierno de Nayib Bukele, en El
Salvador, se ha caracterizado por sus rasgos autocráticos, el secuestro de las
instituciones, la reelección, incluso la persecución de periodistas. Algunos
políticos venezolanos de Voluntad Popular forman parte de su equipo de asesores
directos; las versiones hablan de que pueden incluso remover ministros, tienen
línea directa con el Ejecutivo salvadoreño. Se han mencionado dos nombres,
Lester Toledo y Sara Hanna. ¿Cuál es su opinión?
-Estas
personas que han trabajado con Bukele lo hacen a título personal, no a nombre
de Voluntad Popular. Son dirigentes que están en el exilio trabajando en
esos temas por cuenta propia. No creo que se pueda equiparar, en ningún caso,
lo que ocurre en El Salvador con lo que ha ocurrido en Venezuela.
Que haya una deriva autocrática podría ser, pero no es una dictadura criminal
como la nuestra. He escuchado críticas en torno a cómo Bukele ha planteado su
reelección. Cierto, es un tema muy latinoamericano, es una enfermedad regional.
Es el tema de Uribe y Santos, el de Correa, el que creó la crisis en Bolivia.
Son estos dirigentes quienes tienen que asumir su responsabilidad. No Voluntad
Popular.
-Sus críticos especulan sobre las
condiciones de su exilio, que si el exilio dorado, que si las comodidades. ¿Qué
tiene usted que decirle a esa gente?
-Es un
señalamiento que se le hace a todo aquel que esté en el exilio. En Hong Kong,
por ejemplo, se hacen críticas similares a los exiliados. En Cuba, en
Nicaragua. Estuve leyendo que en los años de la independencia se hicieron
incluso críticas a Santander en Colombia por la misma causa. A Rómulo
Betancourt se le dijeron cosas similares sobre un exilio dorado. Yo no quiero
estar en el exilio, como creo que ningún político. No es una decisión
personal; yo quiero estar en Venezuela, yo llevo a este país en el alma y
en el corazón, es la razón por la cual me despierto y trabajo todos los días,
Venezuela es mi razón de ser. No puedo estar en Venezuela. No estoy en absoluto
en un exilio dorado, estoy dedicado las 24 horas del día a trabajar por la
restauración de la democracia. Claro, trabajo, tengo que ganarme la vida en el
exilio, y conseguí un trabajo como fellow en el Wilson Center,
en Washington, ahí obtengo mi remuneración, adelanto trabajos de investigación,
estoy por terminar y entregar un libro.
-¿Cómo son en este momento sus relaciones
con Juan Guaidó?
-Como
venezolano, como compañero de lucha, y como amigo mío, sigue teniendo todo mi
respaldo. Hablamos todos los días, intercambiamos impresiones, trazamos
estrategias. Reconozco en él su máximo compromiso con la misión de salir de la
dictadura. Ha asumido todos los riesgos, personales, familiares, sigue en
Venezuela, cuenta con mi respeto y mi admiración.
-Viendo retrospectivamente, ¿dónde piensa
usted que ha acertado y donde ha errado en los esfuerzos de estos años?
-El
error de origen que tuvimos con la gobernabilidad de la presidencia interina
fue el Estatuto de Transición. Muchos de los partidos que terminaron
acompañándonos no querían al gobierno interino ni asumir el 233. Por eso no
quisieron juramentar a Juan Guaidó en la sede de la Asamblea Nacional. Lo que
quiso ser una instancia de control político terminó siendo una instancia para
quitarle competencias a Juan Guaidó. Las cosas derivaron en chantaje y
traición. Desde dentro se trabajó y se intrigó todo lo posible para que el
gobierno interino fracasara. Julio Borges, que tuvo una burocracia y administró
dinero como canciller del gobierno interno, trabajó para debilitar y menoscabar
la autoridad y credibilidad de Juan Guaidó en todo momento. Identifico también
como error estratégico dentro de la tesis de la protesta popular, en la cual
siempre he creído, el cómo transformar esa energía en resultados. Nos ha
faltado desentrañar cómo va la secuencia de pasos más allá de la protesta, cómo
concretar la transición política. Eso le ha pasado a los nicaragüenses en 2018,
a los de Hong Kong en el 2020, a los bielorrusos en el 2020, a los de Zimbabwe
en el 2019, a los cubanos en 2022, ese es el desafío que está presente ahora
mismo en Irán. Cometimos el error de no visualizar completo el panorama de
apoyos que tenía la dictadura. En 2019, Vladímir Putin mandó un
bombardero a Maiquetía, hubo un despliegue de tropas rusas en el país, incluso
en el anillo de la seguridad presidencial de Maduro. Ahí estaba el denominado
Grupo Wagner, un escuadrón de mercenarios, con aval diplomático, presente en
las guerras en Siria, en África, grupos muy peligrosos, vinculados a temas de
contrabando y extracción de minerales. Con cierta ingenuidad, llegamos a
plantear conversaciones con cubanos, rusos y chinos, planteando garantías,
procurando ganarlos a la idea de la democracia, proponiéndoles que eso podía
convenirles. En lo relativo al tema interno, debo decir que quizá sí faltó
garantizar una mayor cohesión a la hora de concretar acciones en el aspecto
policial-militar. Haber planificado con mayor detalle esa articulación desde
adentro y desde afuera.
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