LUIS UGALDE S.J. 24 de enero de 2023
A
propósito del bicentenario de la muerte de Juan Germán Roscio -prócer civil de
la Independencia- el sacerdote jesuita resalta el valor de su fe y su visión
política para impulsar la lucha por el nacimiento de Venezuela como República
Lamentablemente
se perdió de la oportunidad de conmemorar debidamente los 200 años de la muerte
del principal prócer civil de nuestra República, Juan German Roscio, que “de
la naciente libertad, no solo fue defensor, sino maestro y padre”, como
escribió Andrés Bello.
Las luces de un mestizo. Juan Germán Roscio (1763-1821) fue uno de los juristas coloniales más destacados con dos doctorados: en Cánones y Derecho Civil. A los 46 años se convirtió de realista en republicano y encontró en su fe cristiana las convicciones y el coraje espiritual para dedicar el resto de su vida (1809-1821) a luchar contra el despotismo, defender la República y desarrollar sus instituciones, convencido de que Dios llama a todo ser humano a que se libre del yugo de los déspotas y “se penetre de su dignidad, cultive su razón, perfeccione sus facultades para concurrir a la felicidad de nuestros semejantes…”
Mestizo
llanero, nieto de india y de emigrante italiano del condado de Milán, es un
ejemplo de lo que puede el talento y la recta conciencia para vencer las
barreras sociales impuestas por la tiranía, la discriminación social y los
prejuicios de casta. Por su honestidad y claridad mental desempeñó un papel
central en la proclamación de la Independencia. En 1812 Monteverde lo envió
como “monstruo” cargado de cadenas preso a España junto con otros siete
principales. Aprovechó la prisión para estudiar la Biblia y escribir los 51
capítulos de El Triunfo de la Libertad sobre el Despotismo, como
arma para desmontar las trampas de la legitimación ideológica que convertía a
los reyes en semidioses. Confiesa su pecado colonial que manipulaba a Dios y
quitaba la dignidad a toda persona humana: “Pequé Señor, contra ti y
contra el género humano, mientras yo seguía las banderas del despotismo. Yo
agravaba mi pecado cuando, en obsequio de la tiranía, me servía de Vuestra
santa palabra, como si ella se hubiese escrito y transmitido a los mortales
para cargarlos de cadenas, para remachar y bendecir los hierros de la
esclavitud”. Actúa convencido de que, para la Independencia, la lucha de
las ideas y convicciones religiosas de todo el pueblo eran más importantes que
las armas y que el pensamiento de media docena de mentes ilustradas. Ardua
tarea, pues el pueblo había mamado y respirado la idea de que ir contra el rey
era ir contra Dios.
Conversión
y República de ciudadanos libres. En la salud personal y en la
social no hay nada peor que aferrarse a los falsos diagnósticos y a los
remedios errados que nos han llevado a las puertas de la muerte. Así está hoy
Venezuela con la “revolución” y es imprescindible confesar el error y
convertirse. Durante la Segunda República, con la “Guerra a Muerte” se vivió la
ilusión de una República impuesta por las armas, pero Boves les ganó en
barbarie y la derrota y el desastre fueron completos. Tras la derrota de 1814
también Bolívar fue un converso: “Terribles días estamos atravesando…
Parece que todos los males se han desencadenado sobre nuestros desgraciados
pueblos” (Bolívar 6-5-1814). En 1816, prófugo y débil en armas frente
a las tropas de Morillo, el Libertador ve con claridad la necesidad de
convencer a la población y de crear instituciones republicanas. Invita a los
civiles Madariaga y Roscio al trabajo político en el Congreso de
Angostura: “En vano las armas destruirán a los tiranos, si no
establecemos un orden político capaz de reparar los estragos de la revolución.
El sistema militar es el de la fuerza y la fuerza no es gobierno” (Carta
26-11-1816).
Cristianismo
y libertad. Roscio una vez fuera de la cárcel española se traslada a
Filadelfia y logra publicar El Triunfo de la Libertad sobre el
Despotismo en 1817. Allí enferma gravemente y hace su testamento
afirmando que su fe anima la lucha republicana: “Primeramente declaro y
confieso que profeso la religión santa de Jesucristo y como más conforme a
ella, profeso y deseo morir bajo el sistema de gobierno republicano y protesto
contra el tiránico y despótico gobierno de monarquía absoluta como el de España”.
Encarga a su hermano sacerdote que las propiedades que deja “las emplee
en continuar la guerra contra los tiranos que pretenden oprimir por más tiempo
la América del Sur”.
Enseguida
viaja a Angostura donde será un hombre clave en el Congreso, que lo nombra
Vicepresidente de la recién proclamada Gran Colombia. Es crítico de la postura
oficial de la Iglesia en defensa del orden colonial español, pero instruye a
Peñalver y Vergara, comisionados en Londres para que establezcan relación
directa (bloqueada por el embajador español) con el papa, le confiesen la fe
católica de los republicanos y le propongan las bases para un concordato. De
Angostura Roscio va a Cúcuta donde fallece en marzo de 1821, cuando iba a
presidir el Congreso Constituyente de la Gran Colombia.
En la
gravísima situación de Venezuela hace falta una conversión en todas las
instancias nacionales y dimensiones, si es que queremos tener vida y futuro.
La revolución chavista fue para muchos una esperanza, pero ante el fracaso
evidente no hay peor decisión que aferrarse al error cometido e imponerlo. El
régimen venezolano y su modelo no tienen futuro. Es necesario un cambio y
llegar a un acuerdo nacional entre los opuestos para que Venezuela nazca de
nuevo. Para ningún chavista honesto es sensato ignorar el fracaso y defender
con represión, corrupción y control comunicacional, la tiranía y la miseria
actual del pueblo al que se prometía liberar.
LUIS
UGALDE S.J.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico