Rafael Gallegos 22 de enero de 2023
Los hidrocarburos
se han convertido en el villano del siglo XXI. En los culpables anticipados de
que la temperatura promedio del planeta se eleve por encima de dos grados
centígrados antes del año 2100, trayendo como consecuencia el derretimiento de
los polos, la desaparición de las playas, de algunas islas, de ciudades
costeras, así como de terribles huracanes, desertificación de bosques…
La
humanidad está nerviosa. Jamás una generación había vivido tanta incertidumbre
sobre el futuro de la especie. La Biblia habla de cuatro jinetes del
Apocalipsis. Humildemente nos atrevemos a decir que son más, muchos más, que
parecen estar en un hipódromo corriendo el Clásico Destrucción de la Especie
(¿o Autodestrucción?): Cambio Climático, Contaminación, Pobreza, Guerras, Explosión
Nuclear, Virus, Hambre, Estupidez Humana, Posverdades, Migraciones,
Autocracias, Guerra de Civilizaciones… la gatera se llena.
Hagan
sus apuestas.
Estrategia vs lumpias verdes
La
velocidad de los cambios genera más incertidumbre. Para simplificar o
tranquilizar conciencias, la tendencia es a buscar culpables. Y allí entran los
hidrocarburos. Claro que el petróleo y el gas (y el carbón ni se diga),
contaminan el planeta y aceleran la crisis. Pero no se puede perder la vertical
en el análisis. Imaginemos por un momento que el planeta dejara de consumir los
“sucios” hidrocarburos. No lo dude, en un segundo volveríamos a la edad de piedra.
Sería peor el remedio que la enfermedad. A la humanidad le pasaría como al
heredero que, sin tener medios de vida, rechaza su herencia y se muere de
hambre.
Lo
ideal sería que la civilización se movilizara con energías verdes: la solar, la
eólica, el hidrógeno. Pero hay que ser realistas, eso por ahora no es posible.
No se puede caer en estas lumpias verdes. Las proyecciones de las matrices
energéticas siguen dando como fuente mayoritaria a los fósiles, por mínimo 20 o
30 años.
El
problema del cambio climático hay que abordarlo con estrategia y realismo.
A las energías verdes, más lentas que lo esperado, hay que agregar el CAC
(captura y almacenamiento de carbono) que minimiza la acción del CO2 y hace
mucho menos contaminante a la industria petrolera.
Hay
que aclarar que ninguna de las tecnologías mencionadas ha sido, hasta ahora,
disruptiva. He ahí el dilema…
Es
curioso que los intentos por liberarse del petróleo han conseguido su solución,
en el mismo petróleo. Por ejemplo, la independencia energética que logró
Estados Unidos… en el mismísimo petróleo (de lutita). Y no tendría nada de raro
que la energía limpia la proporcione un petróleo “limpio” mediante el CAC…
y habría petróleo para cien años.
Los
llamados “verdes” deben comprender que se trata de un proceso y que los
hidrocarburos seguirán conviviendo con la economía por años, por lo que no se
puede victimizar ese negocio; pero que sí es imperativo forzar sus procesos con
energías limpias.
Y la
humanidad, si de verdad quiere “limpiar” los procesos productivos, debe
declarar el cambio climático en emergencia, e imitar a los investigadores del
Covid que desarrollaron en tres años una vacuna cuyo ciclo no hubiera bajado de
quince. Ur-gen-te.
De
paso, todos los seres humanos, debemos comprender que la sustentabilidad de la
raza humana va más allá de la superación del cambio climático. Nos acechan
muchos jinetes del apocalipsis. La humanidad está en peligro. Para enfrentar
este reto de supervivencia los seres humanos debemos crecer ética, espiritual y
estratégicamente. Revertir esta carrera donde la tecnología sube por el
ascensor y las bajas pasiones ascienden, jadeantes y sin mejoras
significativas, por las escaleras.
Superar
este hombre de las cavernas con internet y bombas atómicas en que nos hemos convertido.
O como antes se decía: a este pendejo con pistola.
Venezuela:
un limosnero sentado en un barril
La
historia petrolera del futuro destacará cómo un régimen fungiendo de Midas al
revés, transformó a Venezuela – el país “con las mayores reservas petroleras
del mundo” – en uno de los más pobres del planeta. Solo un comentario: Lesa
humanidad.
Hoy,
los venezolanos debemos ser estrategas con nuestros hidrocarburos. Entender que
la industria es recuperable, que todavía quedan por lo menos veinte o treinta
años de negocio.
Pero
para que sea negocio hay que cambiar muchas cosas. Primero el modelo de país.
Generar confianza para que vengan capitales internacionales a invertir y
operar. Activar una nueva Ley Orgánica de Hidrocarburos, que permita
participación privada y contemple Agencia de Hidrocarburos, Rondas de
Licitación y un estado que regule al máximo y opere al mínimo. Una ley moderna
que permita a la industria competir desde una industria lo más “limpia”
posible, no con la bodega de la esquina, sino con las grandes petroleras del
mundo. No es cualquier cosa, se trata de resucitar a esta industria petrolera
desvalijada. Sin parchetes… un cambio sistémico.
Hay
que jugar caribe con la industria petrolera. La Faja es desechada por muchos,
¿será que es menos competitiva que el petróleo canadiense, que para producirlo
hay que desforestar, luego sacar con palas, después trasladar la tierra hasta
sitios donde le sacarán el petróleo, luego devolver la tierra a su sitio, y
finalmente recuperar el bosque? … y producen más de tres millones de barriles
por día. ¿Entonces? ¿Ellos sí y nosotros no?
Y hay
que explotar el gas del Mar Caribe. Licuarlo (GNL), montarlo en metaneros y
mandarlo al mundo. Tal como hoy hace Estados Unidos con su gas (de lutita).
Y
tenemos más de 20.000 millones de barriles crudo liviano y mediano. Más de 25
años a dos millones de barriles diarios. Saque cuentas.
Es
imperdonable no recuperar la industria. Urge un cambio de modelo, y de manera
de hacer las cosas. La oposición tiene una oportunidad de oro para tomar el
gobierno en las próximas elecciones. ¿La aprovecharemos? Ojalá, porque es
triste este rol de limosnero sentado en un barril. Y sin echarle la culpa a
nadie. Que cada político (y cada venezolano, usted y yo) asuma su
responsabilidad.
El
tema de oposición fisionada – raya en lo vergonzoso – lo abordaremos en
próximas entregas. Por ahora debemos estar claros en que por años el petróleo
seguirá siendo el rey. Pilas y guáramo, que no nos termine de arropar la
historia. A este paso, las generaciones futuras nos rasparán como el señor de
la bíblica parábola de los talentos a sus hijos, que castigó al que escondió su
talento en la tierra, quitándoselo y dándoselo a otro.
Curiosamente,
los venezolanos estamos escondiendo nuestro talento (petróleo) … en el
subsuelo. Pilas pues, hasta cuándo.
Rafael
Gallegos
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