La semana pasada describíamos una confrontación entre Nicolás versus Nicolás. Ahora el panorama apunta hacia una batalla épica entre Nicolás y la economía. Desde los sectores opositores y especialmente desde las redes sociales se ha intentado sembrar la «imposibilidad» de derrotar a Nicolás Maduro con el actual CNE y las condiciones de baja competitividad electoral que tenemos en Venezuela. Aunque dicha campaña ha tenido ecos importantes, lo cierto es que poco más del 70% de la población se inclina en favor de participar electoralmente para dilucidar quién será el próximo presidente de la República.
Pero lo cierto es que en política nada es imposible y todo puede ocurrir, aunque obviamente hay que crear las condiciones para ello. Un fenómeno particularmente complejo que estamos viviendo los venezolanos desde agosto del año pasado es una mega devaluación apabullante que está generando impactos económicos y sociales profundos en primer lugar, pero que probablemente tenga también consecuencias en el plano político. Y es allí, donde Nicolás Maduro está realizando esfuerzos titánicos de comunicación política para «tercerizar» las responsabilidades del fenómeno y que no signifique para él, un hándicap terrible en su aspiración a la reelección.
Tradicionalmente en el mundo, cuando ocurren crisis de enorme envergadura en el campo económico con afecciones amplias a las mayorías poblacionales, surgen líderes que, desde las oposiciones, se convierten en los rostros visibles del descontento y convierten en votos masivos sus narrativas de responsabilidad hacia el gobernante de turno. Los resultados suelen ser abrumadores en contra de quien ostenta el poder. Pero en el caso venezolano, aunque Nicolás Maduro goce de una popularidad minoritaria desde hace mucho tiempo, ha logrado «difuminar» los temas que preocupan a los venezolanos para mantener una minoría organizada y compacta, muy útil, a la hora de los procesos electorales que confronta.
Hoy día, aunque los temas asociados a la economía son dramáticamente percibidos por los venezolanos como sus principales problemas que afectan su cotidianidad (pérdida de capacidad adquisitiva, alto costo de la vida, inflación, mega devaluación, entre otros) éstos no estaban siendo vinculados estrictamente hacia la figura de Nicolás Maduro como presidente de la República, sino diluidos entre las sanciones y el manejo opositor del denominado gobierno interino. A pesar de la desarticulación profunda y quiebre afectivo del planeta opositor en el país, en estas primeras semanas del año con las protestas de los docentes y muchos funcionarios públicos por temas salariales, se ha producido un nuevo fenómeno.
Ahora la opinión pública apunta directamente a Nicolás como el responsable del tema económico. Esta tendencia puede tener consecuencias políticas muy duras sino se logra revertir en el corto plazo. Aun en medio de una oposición resquebrajada, pudiera surgir un rostro –de los conocidos o no tanto- que pueda asociarse al descontento popular. Por lo tanto, aquella célebre frase que decía «es la economía, estúpido» pudiera convertirse en la gran protagonista de los próximos 3 años: 2023, 2024 y 2025. Nicolás Maduro tiene el más duro escollo a enfrentar de los últimos tiempos. Los asesores económicos y de comunicación política están muy activos por estos días.
https://efectococuyo.com/opinion/nicolas-versus-la-economia/
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