Vladimiro Mujica 25 de enero de 2023
Para
muchos de nosotros, empeñados en seguir dando una batalla cada vez más compleja
por la recuperación de la libertad y la democracia en Venezuela, el anuncio de
la creación de la Comisión Nacional de Primaria (CNP), y su excepcional
conformación, integrada por reconocidos y probos ciudadanos y líderes de la
sociedad civil, fue un respiro en un camino de frustraciones y altibajos donde
la unidad de la oposición, un objetivo que juzgamos indispensable para
cualquier estrategia de minar el poder del régimen, se percibía cada vez más
inalcanzable.
Los eventos de la AN legítima a comienzos de enero, en los cuales violando la Constitución y desatendiendo el consejo de nuestros más destacados juristas, se disolvió el gobierno interino de Juan Guaidó y se designó una suerte de gobierno parlamentario colegiado, constituyeron inmediatamente una prueba de fuego para la CNP, por el hecho obvio de que sus mandantes, los miembros de la Plataforma Unitaria, y especialmente el G4, estaban profundamente divididos. De esta primera prueba salió airosa la Comisión, porque su presidente y demás miembros precisaron que su mandato les creaba una obligación con la sociedad venezolana más allá del origen de su designación por la Plataforma Unitaria.
La
auto-destructiva dinámica de la oposición venezolana continúa inclemente, para
satisfacción del régimen y sorpresa de la comunidad internacional,
entre ellos nuestros amigos más cercanos, Estados Unidos, Canadá y la Unión
Europea, que no alcanzan a entender la animosidad y la ácida diatriba entre
líderes y organizaciones que deberían estar aliadas contra un adversario común
que mantiene atenazado el destino de un país sumido en la pobreza, y amenazado
de desintegración por la división de su territorio entre grupos y bandas
criminales, con instigación nacional e internacional.
Por
otro lado, se ha generado un estado de considerable desasosiego popular, que
trasciende a las menguadas organizaciones políticas, y cuya motivación inicial,
centrada en reivindicaciones económicas ha ido dando paso a un creciente
activismo ciudadano que se plantea objetivos mucho más ambiciosos, que podrían
traducirse en el debilitamiento inesperado de las bases de un régimen que se
siente dueño y señor de los destinos de los venezolanos. Esta es una ruta que
parece prematuro asegurar, pero que puede tener consecuencias profundas e
impredecibles para el destino del país.
La
protesta social tiene caminos y mecanismos propios que trascienden las
diferencias del liderazgo de los partidos y pueden producir una unificación y
una eventual estrategia común de propósitos y acciones que no es posible
desestimar.
La
relación entre los dos elementos anteriores, la división opositora y la
protesta popular, con la misión de la CNP debería ser evidente. Frente a una
población presa por un lado de la frustración por la desacertada actuación del
liderazgo y, por otro, indignada y amenazada por la implacable acción
destructiva del régimen, la Primaria puede constituirse en un elemento
generador de confianza que permita no solamente escoger un candidato
presidencial para la elección que presuntamente se realizará el 2024, sino
articular un mecanismo para seleccionar un liderazgo unitario emergente que
repare la unidad viable y posible de la oposición y no persista en el camino
sin destino de la división frente a un régimen que increíble y paradójicamente
está seriamente debilitado por sus acciones y sobrevive fortalecido por las
nuestras.
Así
las cosas es necesario defender y apoyar la realización de la Primaria con
honestidad y activismo, intentado solventar los enormes obstáculos técnicos,
logísticos que implica su realización. Pero entendiendo que la Primaria no es
un fin en si mismo sino una vía, un mecanismo, para activar y organizar a la
población para el objetivo superior de debilitar al régimen, conducir a
elecciones libres y eventualmente refundar, un término en el que la Conferencia
Episcopal ha insistido con profundidad, una nación que aprenda a vivir
en una democracia perdurable.
Este
objetivo superior se traduce en que no es posible apoyar una Primaria que se
aparte del mismo. En particular, la participación de la diáspora, el uso de un
Registro Ciudadano y un proceso de votación confiables que no estén bajo el
control del CNE, y la adopción de un mecanismo de selección múltiple que
garantice la escogencia del candidato que apoye la mayoría, no simplemente una
minoría controlada por un candidato u organización específico, y la garantía de
participación de todos los candidatos sin restricciones de pertenencia a
partidos políticos, no son condiciones negociables como lo hemos expresado
desde el Movimiento Ciudadano Venezolanos en el Mundo. Las mismas exigencias
han sido recogidas por importantes actores políticos y activistas ciudadanos.
Si la
Primaria es saboteada por los mismos grupos que la propusieron porque se
sienten perdedores del proceso, o si la misma se aparta de modo sustantivo de
las exigencias anteriores, perdería su condición de evento confiable para una
ciudadanía que difícilmente apoyaría una Primaria minusválida cuyo único
propósito fuese garantizarle un candidato opositor disminuido al poderoso Super
Bigote.
Estos
eventos abrirían la puerta para que la ruta para seguir la lucha contra el
régimen se orientara por otros caminos para configurar un liderazgo unitario
emergente en el espíritu de un Nuevo Pacto de Punto Fijo. Este es, sin duda, un
escenario posible, pero asumirlo ahora en todas sus consecuencias, sería
extemporáneo y prematuro. Los tiempos de la política son complejos y, con
frecuencia, impredecibles cuando se producen en medio de turbulencias
nacionales e internacionales, como las que sacuden a Venezuela.
Vladimiro
Mujica
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