Por Gregorio Salazar
Cuando en la marcha del sábado vi a Ramos Allup vestido no de un blanco bien blanco, sino de azul oscuro pero, eso sí, con un escudo de Acción Democrática formato torta de casabe en el pecho, supuse, como en efecto, que el hombre venía esta vez #contodo, como dice la etiqueta que ha puesto a sonar la oposición respondiendo al reclamo popular de un urgente cambio de gobierno. Sorpresa, HRA vino #contodo y un poco más.
Ya van dos meses de funcionamiento de la nueva AN, en cuyos debates más relevantes Ramos ha acostumbrado a la afición a asumir un rol de cerrador estelar, algo así como un Mariano Rivera o un Kid Rodríguez, que rubrica el buen desempeño de su equipo con rectas imbateables o curvas que desaparecen llegando al home y dejan al contrario fuera de paso y rabiando con la carabina al hombro.
En cuanto a experiencia, se sabe que cuenta con largo "kilometraje", cercano para algunos al de la sonda espacial Phoenix, esa que hace unos años se posó en Marte. Ave Fénix él mismo (y ahora dicen que también su partido), se le ve volar con soltura entre símiles y locuaces calificativos, elocuente en poner de bulto las contradicciones gubernamentales, moviéndose con desenfado entre la historia, la economía y el derecho y, además, atrincherado en ese librito que llaman Constitución Nacional. El incordio de todos los incordios para la bancada de Maduro.
Sin ánimo de jaladeras, hay que decir que ese comportamiento se complementa (a pesar de los torrealberos et al) con un manejo fluido y organizado de las sesiones y, por lo general, respetuoso de los colegas de cámara, sobre todo de la fracción oficialista, cuyos integrantes reciben, invariablemente, tras cada intervención, por destemplada, delirante o escatológica que sea, un "gracias, señor diputado fulano".
Hasta ahora hemos hablado del muy formal presidente de la AN, Dr. Ramos.
Pero sigámoslo al cielo descubierto sin el gigantesco escudo nacional al fondo, sin el arco tricolor y las impávidas estatuas del hemiciclo, como en el evento del sábado, al frente de masas alborotadas pidiendo el final de este Gobierno y contagiándoles su furor y su efervescencia a los oradores.
Ahí fue cuando vino el desdoblamiento, no digamos stevensoniano para no incurrir en desmesuras, pero por allí alude el título de esta nota, del doctor Ramos en el señor Allup. Otro fue el lenguaje y otros los modales, con señas y palabras, ajos y uno que otro carajo, como cuando dijo que ni para eso había servido el famoso decreto de emergencia de Maduro, cosa que por demás a la vista está.
Haber salido a marchar contra Obama mientras el pueblo se muere de hambre fue, en sus palabras, además de una gran pendejada del señor presidente, una bolsería, que es una cosa mucho más fea y peor, pero tan cierta como lo anterior.
Pero en lo que en más énfasis puso el orador, alebrestando en demasía a la concurrencia, fue cuando a los catorce motores postmadurados opuso cuatro, que fue señalando con el índice en ristre: la testa, la sin-huesos, el reloj y las metras, que según dijo son unas turbinas arrechísimas. Dirán en el llano que cada pulpero alaba su queso.
La intervención de Ramos Allup cundió como picazón de Zika en el bando rojo y Jaua la condenó por "procaz y soez", con lo cual seguramente esté muy de acuerdo el diputado Carreño.
Este diario-semanario, siempre atento a los latidos del corazón del pueblo, puso en tuiter una encuesta sobre si el discurso de Ramos (y) Allup había sido agresivo. Y, créalo o no, 90 % opinó que no. A lo mejor sería, dirán del otro lado, que votaron los mismos que estaban en la marcha.
Concuerdo, pidiéndole prestada una palabra al atizador, que fue una intervención arrechísima y que encrespa los ánimos para los objetivos inmediatos, pero puesto a escoger tal vez me quede con ese 10 % minoritario que ansía un discurso político para una patria más apaciguada. Lo que no me impide suscribir a pie juntillas su rematadora pregunta a la concurrencia: "¿Ustedes se imaginan tres años más de esta vaina? ¡Por Dios!"
20-03-16
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