Por Daniel Santolo
Tenemos años en una
confrontación política electoral interminable, elecciones tras elecciones, y
cuando no las hay se les inventan, lo que ha devenido en años de atraso e involución,
con una población que aceleradamente pierde calidad de vida, mientras trata de
sobrevivir a una batalla campal a la que nos han llevado con una
irresponsabilidad abismal. Una lucha política donde nadie quiere reconocer al
otro, en la cual se le ha hecho creer a un grupo de la población que todas las
elecciones han sido fraudulentas, irrespetando el sentir de grandes sectores
sociales. Las elecciones que como mecanismos de resolución de conflictos sirven
para generar paz y entendimiento, muy por el contrario en nuestro territorio
las elecciones han sido tan desprestigiadas que terminan siendo detonantes de
más violencia, y esto, en parte, al no querer reconocer al que obtuvo la
mayoría. A estas alturas algunos aún se preguntan si vale la pena votar.
Viendo las últimas elecciones
en nuestro continente se siente cierta envidia al escuchar como los candidatos
que son vencidos en las contiendas electorales reconocen sus derrotas con suma
gallardía, anunciando que seguirán en la lucha por construir un mejor país,
pero ello no significa desconocer al otro, ni descalificar a aquellos que
prefirieron una opción diferente, aceptando el no haber sido lo suficientemente
capaz para convencer a un porcentaje mayor de ciudadanos de su proyecto
político, admitiendo con humildad que los otros no son los equivocados.
La lucha democrática en
política es la lucha de las ideas, es la posibilidad de convencer para poder
lograr la conexión con las grandes mayorías y así obtener el apoyo necesario
para triunfar en la contienda electoral, un discurso vacío y confrontacional es
a lo que nos han querido acostumbrar en estos últimos años, discursos llenos de
descalificativos y de zafiedad, discursos vacíos y faltos de contenido, que lo
único que pretenden es mantener la crispación política, anunciándonos en cada
uno de ellos "el acabose, el ya no se aguanta más, es ahora o nunca",
ya que si no salimos de esto solo nos espera el Armagedón; mientras tanto el
país se nos va de las manos.
¿Qué se puede entender como un
país políticamente normal?, no es más que los electos por la voluntad popular
cumplan con sus deberes, que los alcaldes y gobernadores se dediquen a resolver
los males que a diario agobian a sus ciudadanos, no como hacen algunos que
actualmente se dedican a convocar marchas para enfrentar al Imperio, o a ser
jefes de campañas y contiendas políticas de todo tipo, con esto lo que logran
es seguir generando zozobra y angustias en la población, es hora de que se
dediquen a atender las calamidades que a diario afrontamos los ciudadanos con
solo salir a la calle. Que los que fungen como ministros presenten planes a
mediano y largo plazo que puedan ser compartidos por todos para desarrollar al
país, que inviten a los mejores sin importar su tendencia política a aportar
ideas en la solución de los problemas que nos atañen, que entendamos una vez
por todas que las buenas intenciones no bastan, que hay que tener conocimiento
profesional y experiencia de lo que se hace, que el presidente que como máxima
autoridad sea el ejemplo de dignidad, ética y compromiso con todos, sin
exclusión, entienda que en la situación en que nos encontramos, luego de años
de confrontación, ¡sólo él no puede!, que depende de un gran acuerdo nacional
para superar la crisis, con el concurso de todos para lograr sanear años de
deterioro moral, social y económico.
De los sectores de oposición
¿qué debemos esperar?, entre otras cosas que sean sinceros con quienes se
sienten representados por esa opción, que expresen sin temor que es necesario
respetar los lapsos constitucionales y no seguir con la prédica de que: “es hoy
o nunca, que el país no aguanta más”, algunos hasta llegan con esta excusa a
invocar la aplicación de la Carta Democrática, lo que traería mayores
sufrimientos para los venezolanos. Que esperen su momento para gobernar, y sean
capaces de vender una idea y un proyecto que logre convencer a las grandes
mayorías, que realmente se conviertan en una posibilidad cierta de ser un
gobierno que logre abatir los males que nos aquejan, que demuestren que son
mejores que los que están circunstancialmente en el poder, que podamos
compartir la única batalla en que la gran mayoría de los venezolanos están
dispuestos a participar, que no es más que por la construcción de un país
mejor, que no sean factor de mayores divisiones y que entiendan que nadie podrá
gobernar en un país en ruinas, dividido y sumido en la violencia.
15-03-16
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