Por Gregorio Salazar
Con demasiada frecuencia nos
restallan los tímpanos con el bárbaro “¡No volverán!”, la grosera proclama
chavista según la cual sólo ellos tienen el privilegio de gobernar a Venezuela,
si es que lo que han hecho con este país teniendo el control absoluto del
poder se puede llamar así.
Es el equivalente al “Ana
karina rote aunico paparote…etc, etc…” de los indios caribes, que Chávez con su
memoria de elefante resentido se solazaba en recitar íntegramente, seguido de
la traducción, que venía al pelo con su desempeño desde las alturas del poder:
“Sólo nosotros somos gente, aquí no hay cobardes ni nadie se rinde y esta
tierra es nuestra”.
Bueno, lo de que no hay
cobardes y rendiciones ya ha sido varias veces harto desmentido desde el propio
4-F y la chorreante epopeya del Museo Militar, pero lo que sí es cierto es que
desde que se hicieron con el poder han manejado a Venezuela como su propiedad
privada y como si sólo ellos tuviera derecho a regir su destino.
Nunca han explicado de donde
proviene tan altísima prerrogativa, no se sabe si es un derecho divino, como
taimadamente vendieron otros autócratas y dictadores que en el mundo han sido,
o si es que su sapiencia, acierto e infalibilidad ha resultado tan
impolutos e impecables que ponerlos a todos ellos en el cesto de la basura,
como finalmente ocurrirá, resultaría un salto en el vacío para el pueblo
venezolano.
Está sobradamente claro que
no es así. Las dos décadas de desgobierno chavista no resisten, en ninguno
de los órdenes de la vida nacional, el más mínimo punto de comparación con el
desempeño de los gobiernos democrático que se sucedieron, con sus luces y sus
sombras, después del derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez.
Pero el chavismo sigue
vociferando su ¡No volverán! y lo ha hecho valer con el control de todo el
andamiaje constitucional del Estado. Perdone que lo fastidie con volver a
repetirle lo que tanto hemos visto: referéndum perdido, referéndum repetido
(2007). Referéndum sin chance de ganar, referéndum obstruído (2016); si
gobernación perdida, gobernación usurpada y “protegida” por alguien con más
poder y más dinero que la autoridad electa. Asamblea Nacional apenas ida de sus
manos enseguida declarada en “desacato” y anuladas todas sus facultades
constitucionales. Elijen una constituyente inconstitucional y la convierten en
un suprapoder...Fraude, ventajismo obsceno, ilimitados abusos de poder..
Ese proceder es el que más
en solitario ha dejado al chavismo, mucho antes de que llegaran las sanciones
norteamericanas y europeas (las cuales por cierto poco nombran). En primerísimo
lugar porque si algo ha quedado ratificado durante todos años, por ejemplo en
la región latinoamericana, es la alternancia democrática en el poder. El año
pasado lo vimos una vez más en Argentina, Uruguay, Colombia, El Salvador y
donde se trató de quebrantar ese principio, como en Bolivia, sobrevino el
derrumbe de quien eso pretendía.
El chavismo grita ¡No
volverán! como quien pasa silbando por donde espantan. Lo van a gritar muchas
veces este año ahora que las elecciones legislativas son inevitables y Nicolás
Maduro y la cúpula que lo acompaña concitan al menos el 85 % del repudio
popular. Su objetivo siempre será mantener alejado, por todas las vías
posibles, al pueblo opositor de las urnas de votación.
Si hemos recordado todas las
trapacerías, tramollas y sordideces que la mafia que hoy controla a Venezuela
es capaz de hacer no es precisamente para que desistamos del empeño en sacarlos
por la vía democrática. Sino para reafirmar el convencimiento que ahora que el
chavismo vive su momento de mayor aislamiento y fracaso económico es cuando se
necesita la sinergia de las acciones dentro y fuera de Venezuela para encajarle
una derrota que le señale la puerta de salida.
Si se necesitan condiciones
libres, justas y democráticas para ir a votar y mantener de lado de la
democracia el Poder Legislativo, entonces también se necesita del esfuerzo en
la calle que lo demande. Ese y no otro es el respaldo que a cada uno se nos
pide cuando se llama a salir a las calles para ir hacia la Asamblea Nacional el
próximo 10 de marzo.
01-03-20
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