Daniel Hernández
La venta de catalinas impulsa las tareas dirigidas en Petare. Una galleta vendida puede convertirse en lápiz y papel para un niño. Aquí tres maestras cuentan cómo el modelo de negocio potencia la educación no formal y su servicio para la comunidad
as catalinas, una galleta típica venezolana, están cambiando el modelo educativo en Petare. Una catalina vendida es sinónimo de un niño que recibe conocimiento, algo que genera un cambio si se considera que esta parroquia de Caracas es una de las 10 con mayor tasa de deserción escolar según el Ministerio de Educación.
Lo curioso es que todo el negocio comenzó con el entusiasmo y la organización maestras y vecinos que deseaban darle respuesta a una problemática que se agudizó en 2020, con la llegada del covid-19 a Venezuela. Ahora ellos cuentan la historia de cómo las catalinas transforman la dinámica educativa de niños de sus comunidades.
Un problema, una solución
Las catalinas han sido un dulce típico de Petare desde hace años. Se acompaña con café, durante un desayuno o merienda. Eso es algo que Zona de Descarga, una organización que trabaja en comunidades vulnerables de Caracas, vio y aprovechó para tender una mano amiga a familias de Petare.
Sus fundadores Yimmy y Jaime Pérez, dos morochos petareños, han hecho alianzas para crear espacios productivos y llenos de conciencia en su comunidad. Y la idea llegó con la tradición: «Vamos a vender catalinas para escolarizar a niños. Este proyecto se llama Catalinas Ilustradas, un sabor que educa».
Las catalinas fueron las seleccionadas por su significado social, emocional y simbólico. En su elaboración y sabor hay herencia e historia. Específicamente en Petare son testimonio de larga tradición porque se elaboran en decenas de trapiches con papelón; y en muchos casos son consideradas familia de los golfiados y cachitos petareños.
«Esta vez queremos resignificar el verdadero sabor del venezolano, ese que nos intentan borrar por los estereotipos y modismos gastronómicos, y qué mejor manera con La Catalina, La QK o paledonias enfocadas en su autenticidad, y su singularidad», dicen los fundadores de Zona de Descarga.
Pero para avanzar no se puede trabajar en solitario, menos si se trata de Petare. Por eso Zona de Descarga se unión con las madres que integran la red de casas de Descargando Futuro, que trabajan apoyando a niños, para impulsar el proyecto.
La idea con las Catalinas Ilustradas es sencilla: afianzar conocimientos básicos y garantizar espacios seguros a través de la venta de un dulce que habla de historia y sabor.
Un problema, una solución
Las catalinas han sido un dulce típico de Petare desde hace años. Se acompaña con café, durante un desayuno o merienda. Eso es algo que Zona de Descarga, una organización que trabaja en comunidades vulnerables de Caracas, vio y aprovechó para tender una mano amiga a familias de Petare.
Sus fundadores Yimmy y Jaime Pérez, dos morochos petareños, han hecho alianzas para crear espacios productivos y llenos de conciencia en su comunidad. Y la idea llegó con la tradición: «Vamos a vender catalinas para escolarizar a niños. Este proyecto se llama Catalinas Ilustradas, un sabor que educa».
Petare desde la la comunidad de la Agricultura, uno de los epicentros del trabajo que hace Zona de Descarga. Foto: Daniel Hernández.
Las catalinas fueron las seleccionadas por su significado social, emocional y simbólico. En su elaboración y sabor hay herencia e historia. Específicamente en Petare son testimonio de larga tradición porque se elaboran en decenas de trapiches con papelón; y en muchos casos son consideradas familia de los golfiados y cachitos petareños.
«Esta vez queremos resignificar el verdadero sabor del venezolano, ese que nos intentan borrar por los estereotipos y modismos gastronómicos, y qué mejor manera con La Catalina, La QK o paledonias enfocadas en su autenticidad, y su singularidad», dicen los fundadores de Zona de Descarga.
Una niña petareña comiendo catalina, dulce criollo que ahora tiene una función muy importante en su comunidad. Foto: Daniel Hernández.
Pero para avanzar no se puede trabajar en solitario, menos si se trata de Petare. Por eso Zona de Descarga se unión con las madres que integran la red de casas de Descargando Futuro, que trabajan apoyando a niños, para impulsar el proyecto.
La idea con las Catalinas Ilustradas es sencilla: afianzar conocimientos básicos y garantizar espacios seguros a través de la venta de un dulce que habla de historia y sabor.
A pesar de las situaciones de inseguridad, el trabajo de Zona de Descarga brinda entretenimiento, sentido pertenencia y organización. Los más beneficiados son los niños. Foto: Daniel Hernández.
Y el resultado ya empieza a dar frutos: maestras de las comunidades reciben dotación de materiales escolares, mejoran los «espacios educativos y creativos», y generan oportunidades para niños que no tienen apoyo.
Las catalinas: una oportunidad para aprender
15 escuelas de tareas dirigidas de Petare son las aliadas del proyecto Catalinas Ilustradas. Cada centro educativo cuenta con una maestra. Algunas de ellas trabajan en escuelas públicas y otras ya están jubiladas.
Sus casas, que también son escuelas, fueron nombradas como «espacios seguros y creativos de enseñanza» luego de integrarse al proyecto de las catalinas.
Las maestras Johana Hernández, Marlene Machado y Yazmín Castro son 3 de las 15 educadoras que forman parte de la alianza entre Catalinas Ilustradas y los “espacios seguros y creativos de enseñanza”, que es el nombre estratégico que ahora tiene esta modalidad de enseñanza fuera de las aulas de clases. Foto: Daniel Hernández.
Varias de ellas cuentan que en sus casas los niñoscompletan sus niveles educativos por montosmuy bajos. En algunos casos, las maestras exoneran el pago de uno o dos niños debido a la situación de vulnerabilidad económica de sus familias. Son estos los que reciben más apoyo de las Catalinas Ilustradas, pues consiguen lápices, cuadernos y material didáctico que sus representantes no pueden adquirir.
La persona que elabora las catalinas es Gustavo Canelón, un colaborador de Acarigua, estado Portuguesa, y el deseo de todos es que pronto estas catalinas se puedan hacer en el corazón de Petare. Para ello se está buscando construir la «Cocina de Barrio», un centro que serviría para la producción de dulces criollos e integraría a maestras y madres.
Su objetivo es convertirlas en las artesanas del dulce criollo y además fortalecer la red de hogares educativos y convertirlos en centro de emprendimiento y sostenibilidad económica mediante las proyecciones de Cine Platabanda,ferias, fiestas y eventos.
Las maestras: verdaderas protagonistas
Todas las maestras del proyecto Catalina Ilustrada estudiaron Educación. A pesar de los años de trabajo en instituciones educativas formales, sus casas les dieron la oportunidad de explotar a su vocación desde una perspectiva cercana y comunitaria. Tres de ellas cuentan a El Estímulo lo que ha sido el proceso:
Marlene Machado espera la llegada de sus alumnos en la puerta de su casa, donde pasan dos horas reforzando su educación académica. Foto: Daniel Hernández.
Marlene Machado es una maestra jubilada con 42 años de servicio. Su labor educativa en casa inició cuando su hija tenía 5 años de edad, hace tres décadas. Al ver el proceso, y su efectividad, los vecinos del barrio La Agricultura, en Petare, comenzaron a pedir el servicio y hasta ahora se mantiene.
Marlene dice que antes los niños aprendían más, pero siempre había necesidad de complementar lo que daban en las escuelas. Lo suyo inició como una labor altruista, pero ahora sostiene su hogar porque cobra por el servicio.
En su casa educa a 30 niños en total y siete de ellos no pagan porque realmente sus padres no generan ingresos suficientes para cubrir la semana. Marlene es tan buena que niños de otras zonas de Caracas, como El Cafetal, ven clases en su casa. Su apoyo cubre únicamente a niños que cursan educación básica: «Yo no le sé decir ‘NO’ a la educación».
Además afirma: «No lo pensaría dos veces. Si volviera a nacer, sería maestra».
Marlene cobra cuatro dólares semanales por la atención educativa de los niños. Si los padres no tienen cómo pagar, acepta cebolla, tomates. El trueque es muy válido porque la educación es necesaria.
A una calle paralela y 300 metros de distancia hacia arriba, está otro «espacio seguro y creativo de enseñanza» que dirige la docente Yazmín Castro.
Yazmín tiene 19 años como docente de aula y activa en la educación pública. Sin embargo, en abril 2020 inició la actividad de refuerzo escolar desde su casa. Empezó con dos niños y ahora son 14. Cuenta que muchos de ellos tenían huecos educativos por llenar y su guía fue un apoyo.
Cuando empezó cobraba un dólar semanal por niño y hoy son $4. Solo uno de los 14 niños no paga.
«La pobreza es tremenda», dice Yazmín, que ha visto cómo padres buscan la manera de impulsar el aprendizaje de sus hijos. En su caso, dice que los niños que cursan entre primer y tercer grado deben fortalecer la lectura; mientras que los que van entre cuatro y sexto tienen que potenciar las matemáticas.
Como maestra de inicial hace énfasis en que las maestras que reciben a niños de primer grado deben tener paciencia: «No se puede pretender que ellos aprendan a leer con tiempos cortos, todo es un proceso que va de la mano entre escuela, maestros y proceso lógico de aprendizaje. Sabemos que la crisis es muy grave pero hay que enseñar bien».
La maestra Yazmín tiene el deseo de hacer actividades de esparcimiento, como visitas al Parque del Este y otros parques cercanos. Esto es algo que ha hecho poco a poco con la ayuda de Zona de Descarga.
Catalinas Ilustradas también deja su huella en la zona 2 de José Félix Ribas, justamente en la casa de Johana Hernández, que tiene como docente 22 años. Su casa se convirtió en escuela hace tres años y señala que la experiencia ha sido «gratificante» porque ha podido apoyar a niños de su comunidad.
Catalinas y café: la combinación que vende
Hace dos meses Yasmín Hernández comenzó a vender las galletas del proyecto Catalinas Ilustradas en la plaza 1ero de Noviembre del barrio La Agricultura. Las catalinas las ofrece con café y en paquetes grandes y de bocado.
En su casa educa a 30 niños en total y siete de ellos no pagan porque realmente sus padres no generan ingresos suficientes para cubrir la semana. Marlene es tan buena que niños de otras zonas de Caracas, como El Cafetal, ven clases en su casa. Su apoyo cubre únicamente a niños que cursan educación básica: «Yo no le sé decir ‘NO’ a la educación».
Una de las niñas estudiantes de Marlene Machado muestra feliz un dibujo que hizo durante su jornada de nivelación escolar. Foto: Daniel Hernández.
Además afirma: «No lo pensaría dos veces. Si volviera a nacer, sería maestra».
Marlene cobra cuatro dólares semanales por la atención educativa de los niños. Si los padres no tienen cómo pagar, acepta cebolla, tomates. El trueque es muy válido porque la educación es necesaria.
A una calle paralela y 300 metros de distancia hacia arriba, está otro «espacio seguro y creativo de enseñanza» que dirige la docente Yazmín Castro.
Desde la ventana del que fue el cuarto de su hijo, la maestra observa la calma del barrio en estos tiempos. Ese espacio lo acondicionó para poder dar clases a los niños que lo necesitaban. Foto: Daniel Hernández.
Yazmín tiene 19 años como docente de aula y activa en la educación pública. Sin embargo, en abril 2020 inició la actividad de refuerzo escolar desde su casa. Empezó con dos niños y ahora son 14. Cuenta que muchos de ellos tenían huecos educativos por llenar y su guía fue un apoyo.
Cuando empezó cobraba un dólar semanal por niño y hoy son $4. Solo uno de los 14 niños no paga.
En su pequeña casa de la zona 2 de Jose Felix Ribas, la maestra Johana Hernández ayuda con sus conocimientos a nivelar a niños que, por razones económicos o por el covid 19, tuvieron que dejar por un tiempo la escuela formal. Foto: Daniel Hernández.
«La pobreza es tremenda», dice Yazmín, que ha visto cómo padres buscan la manera de impulsar el aprendizaje de sus hijos. En su caso, dice que los niños que cursan entre primer y tercer grado deben fortalecer la lectura; mientras que los que van entre cuatro y sexto tienen que potenciar las matemáticas.
Como maestra de inicial hace énfasis en que las maestras que reciben a niños de primer grado deben tener paciencia: «No se puede pretender que ellos aprendan a leer con tiempos cortos, todo es un proceso que va de la mano entre escuela, maestros y proceso lógico de aprendizaje. Sabemos que la crisis es muy grave pero hay que enseñar bien».
La maestra Yazmín tiene el deseo de hacer actividades de esparcimiento, como visitas al Parque del Este y otros parques cercanos. Esto es algo que ha hecho poco a poco con la ayuda de Zona de Descarga.
Catalinas Ilustradas también deja su huella en la zona 2 de José Félix Ribas, justamente en la casa de Johana Hernández, que tiene como docente 22 años. Su casa se convirtió en escuela hace tres años y señala que la experiencia ha sido «gratificante» porque ha podido apoyar a niños de su comunidad.
Catalinas y café: la combinación que vende
Hace dos meses Yasmín Hernández comenzó a vender las galletas del proyecto Catalinas Ilustradas en la plaza 1ero de Noviembre del barrio La Agricultura. Las catalinas las ofrece con café y en paquetes grandes y de bocado.
Esta otra parte de su trabajo inicia a las 6:00 am todos los días. Sus clientes son los vecinos, especialmente los mototaxistas. Su satisfacción es el hecho de sentirse útil.
Yasmín Hernández es una de las personas que se ha involucrado con este proyecto. Esta vecina de la comunidad de La Agricultura además de tener un empleo con la venta de las catalinas, busca ayudar a otros con estas iniciativas. Foto: Daniel Hernández.
El trabajo articulado de Zona de Descarga no solo beneficia a los «espacios seguros y creativos de enseñanza» mediante las Catalinas Ilustradas, sino a potenciar proyectos deportivos como un equipo de voleibol femenino.
Johanni Quintero y Elvira Acosta, su mamá, junto con un grupo de mujeres de Petare iniciaron la agrupación y parte de las ganancias de las Catalinas Ilustradas se les donó para adquirir uniformes.
El equipo adulto femenino de Catalinas Ilustradas. Foto: Daniel Hernández.
Quintero reconoce el trabajo de Zona de Descargaen el desarrollo social de la Petare positiva y agradece la compañía de ellos. Por ahora se están preparando para seguir jugando torneos en su categoría y poco a poco ver qué otras abrir para representar sus comunidades.
El equipo femenino adulto en acción. Foto: Daniel Hernández.
Elvira desde siempre se ha mantenido con el trabajo deportivo de la zona y su popularidad le ha permitido unificar a estas chicas.
El trabajo de zona de descarga y las Catalinas Ilustradas por ahora están ocupando las siguientes comunidades de Petare: Barrio Isaias Medina Angarita, Barrio El Esfuerzo, Barrio 1ro de Noviembre, Barrio La Agricultura, Barrio El Dorado, Barrio Jose Felix Ribas, Barrio Unión, Barrio 19 de Abril y Barrio 12 de Octubre.
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Tomado de:
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