Opus Dei 26 de agosto de 2023
@OpusDeiVE
Comentario del 21.º domingo del Tiempo
ordinario (Ciclo A). “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.
En nuestro corazón, después de Dios y de la Virgen, viene el santo Padre, el
Vice Cristo en la tierra.
Evangelio
(Mt 16,13-20)
Cuando
llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, comenzó a preguntarles a sus
discípulos:
—¿Quién
dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?
Ellos
respondieron:
—Unos
que Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que Jeremías o alguno de los
profetas.
Él les
dijo:
—Y
vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Respondió
Simón Pedro:
—Tú
eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.
Jesús
le respondió:
—Bienaventurado
eres, Simón, hijo de Juan, porque no te ha revelado eso ni la carne ni la
sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y
sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no
prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; y
todo lo que ates sobre la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que
desates sobre la tierra quedará desatado en los cielos.
Entonces
ordenó a los discípulos que no dijeran a nadie que él era el Cristo.
Comentario
Con
cierta frecuencia aparece en los evangelios la cuestión sobre la identidad de
Jesús, un misterio que los contemporáneos de Jesús no sabían descifrar y que la
Iglesia tardaría tiempo en definir doctrinalmente. En esta ocasión, durante una
estancia en los contornos de Cesarea de Filipo, Jesús mismo pregunta a sus
discípulos quién es Él, según las gentes y según ellos mismos. Los apóstoles le
responden que algunos lo consideran “Juan el Bautista, otros que Elías, y otros
que Jeremías o alguno de los profetas” (v. 14). Se evidencia de este modo la
limitada capacidad humana para entender la identidad y la misión de Jesús, a
quien confunden con algún profeta; incluso con Juan Bautista, que ya había
fallecido.
Pero
“no ocurre así con Pedro –explica el Catecismo de la Iglesia− cuando confiesa a
Jesús como ‘el Cristo, el Hijo de Dios vivo’ (Mt 16, 16) porque
Jesús le responde con solemnidad ‘no te ha revelado esto ni la
carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos’ (Mt 16,
17)”[1]. Con
esta sentencia, Jesús aclara que el misterio de su Persona solo se comprende si
Dios Padre lo da a conocer; o más bien, cuando nos hace cada vez más capaces de
conocerlo. Por un designio divino, Pedro ha recibido del cielo esta revelación
y está en disposiciones de confesarla.
“Simón
Pedro encuentra en su boca palabras más grandes que él, palabras que no vienen
de sus capacidades naturales –explica el Papa Francisco−. Quizá él no había
estudiado en la escuela, y es capaz de decir estas palabras, ¡más fuertes que
él! Pero están inspiradas por el Padre celeste (cf v. 17), el cual revela al
primero de los doce la verdadera identidad de Jesús: Él es el Mesías, el Hijo
enviado por Dios para salvar a la humanidad. Y de esta respuesta, Jesús
entiende que, gracias a la fe donada por el Padre, hay un fundamento sólido
sobre el cual puede construir su comunidad, su Iglesia. Por eso dice a Simón:
‘Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia’ (v. 18)”[2].
Jesús
podía haber elegido como fundamento para su Iglesia a muchos otros hombres
quizá más influyentes y capaces que Pedro desde el punto de vista humano. Sin
embargo, eligió a Simón, el pescador, en quien los demás discípulos
reconocieron al vicario de Jesús, y el primero entre todos.
Comentando
esta escena, el papa san León Magno ponía en boca de Jesús unas palabras que
explican el primado de Pedro, su participación en el poder de Jesús y su
continuidad a lo largo del tiempo: “Del mismo modo que mi Padre te ha revelado mi
divinidad, igualmente yo ahora te doy a conocer tu dignidad: Tú eres
Pedro: Yo, que soy la piedra inviolable, la piedra angular que ha hecho de
los dos pueblos una sola cosa, yo, que soy el fundamento, fuera del cual nadie
puede edificar, te digo a ti, Pedro, que eres también piedra, porque serás
fortalecido por mi poder de tal forma que lo que me pertenece por propio poder
sea común a ambos por tu participación conmigo. Sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Sobre esta fortaleza —quiere
decir— construiré el templo eterno y la sublimidad de mi Iglesia, que alcanzará
el cielo y se levantará sobre la firmeza de la fe de Pedro”[3].
El
amor al Papa, sea quien sea, es por eso una característica fundamental de todo
cristiano. San Josemaría lo explicaba así: “Tu más grande amor, tu mayor
estima, tu más honda veneración, tu obediencia más rendida, tu mayor afecto ha
de ser también para el Vice–Cristo en la tierra, para el Papa. -Hemos de pensar
los católicos que, después de Dios y de nuestra Madre la Virgen Santísima, en
la jerarquía del amor y de la autoridad, viene el santo Padre”[4].
[1] Catecismo
de la Iglesia Católica, n. 442.
[2] Papa
Francisco, Ángelus, 27 de agosto de 2017.
[3] S.
León Magno, Sermo 4 in anniversario ordinationi suae 2-3.
[4] San
Josemaría, Forja, n. 135.
Tomado
de: https://opusdei.org/es-ve/gospel/
Invitamos
a suscribirse a nuestro Boletín semanal, tanto por Whatsapp como vía correo
electrónico, con los más leídos de la semana, Foros realizados, lectura
recomendada y nuestra sección de Gastronomía y Salud. A través del correo
electrónico anunciamos los Foros por venir de la siguiente semana con los
enlaces para participar y siempre acompañamos de documentos importantes,
boletines de otras organizaciones e información que normalmente NO publicamos
en el Blog.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico