Paulina Gamus 27 de agosto de 2023
Si uno
viaja en el tiempo, pero hacia el pasado, puede recordar que el partido Social
Cristiano Copei nació con el estigma de fascista por su apoyo a la dictadura de
Francisco Franco, en España, y Acción Democrática etiquetada como marxista
gracias a los antecedentes de Rómulo Betancourt en su sarampión juvenil. Con el
paso de los años Copei se deslastró de esa carga y pasó a ser un partido
comprometido con la democracia y Acción Democrática demostró que no tenía nada
que ver con el marxismo y menos con el comunismo soviético y luego cubano.
Los militantes de ambos partidos se ofendían si alguien los llamaba de «derecha» que era la acusación que les hacían constantemente el Partido Comunista primero y luego el MIR y el MAS. Ya no había derecha en Venezuela, los dos partidos que se alternaron en el poder durante cuarenta años eran socialistas y a mucha honra
Voy a
obviar la llegada de Chávez al poder, asunto con el que se pueden llenar
bibliotecas enteras y aterrizo en el régimen de Nicolás Maduro que de comunista
lo único que tiene es la sumisión al régimen cubano. Claro que ellos se
autoproclaman de Izquierda. Lo mismo que los Kirchner y en general el peronismo
en Argentina, aunque el peronismo a lo largo de su funesta historia ha dado
para todo.
Hubo
unas primarias el 13 de agosto, el kirchnerismo se derrumbó y la candidata
liberal-conservadora quedó a dos puntos del ganador. ¿Y quién es el
ganador?, Javier Milei, un personaje que parece salido de la película
argentina «Relatos Salvajes». Se proclama admirador de Donald Trump y de
Jair Bolsonaro, se relaciona con el partido VOX, de España. Tiene entre sus
propósitos, si gana la presidencia, permitir la venta libre de armas y de
órganos humanos. Es «anarcocapitalista» lo que el mismo define como
«enemigo del Estado». Niega el cambio climático. Es anticlerical y
califica al Papa Francisco como una «encarnación del comunismo». Y, en
caso de ganar la presidencia, eliminará los ministerios de Educación, Salud y
Desarrollo Social que son «las cajas negras que usan los políticos para
enriquecerse».
Si esa
gran parte de los votantes por Milei que fueron los más pobres en las regiones
y zonas más desasistidas, se hubiesen enterado que el programa
anarcocatastrófico de su candidato es eliminar el gasto social, jamás lo
habrían votado. Pero su voto y el de todos quienes sufragaron a favor del
estrafalario ultraderechista no tuvo que ver con su programa, ni se enteraron.
Fue el voto del hartazgo, de la venganza, un voto revanchista contra la clase
política tradicional. Como el voto por Hugo Chávez en diciembre de
1998.
Imaginemos
que Milei gana la presidencia y enseguida se declara enemigo del gobierno de
Nicolás Maduro, ¿qué haría la oposición venezolana, la institucionalizada y la
del común, la de Twitter, Facebook o Instagram? Puedo aventurar que la mayoría
se proclamaría Pro-Milei.
Hemos
llegado a un punto en que los términos Izquierda y Socialismo se
han convertido en sinónimos de chavismo-madurismo. No queremos ver que existen
Izquierdas democráticas como fue el MAS en Venezuela y como ha sido hasta ahora
el gobierno de Gabriel Boric, en Chile.
Y
países socialistas con avanzadas democracias como los escandinavos. Es así como
de pronto ser de Derecha es la única respuesta que sirve de contrapartida al
régimen que nos martiriza desde hace 24 años.
Con la
mejor buena fe, algunos de mis más apreciados contactos me han enviado un
supuesto himno de la Derecha con la petición de hacerlo viral. El texto que
presenta el himno, dice: «Esta canción se está cantando en todo el mundo y
se está convirtiendo en un himno mundial. El planeta ha despertado y está
haciendo perecer el mal que la Izquierda le hace a la vida de todos los seres
humanos» El video muestra una multitud que se va formando hasta
constituir decenas de miles de personas que cantan bajo la dirección de un
señor setentón, una canción en inglés con el siguiente texto: «Necesitamos
despertar, estar alertas, necesitamos abrir nuestros ojos ahora. Necesitamos
construir un futuro mejor y necesitamos empezar ahora. Por un planeta verde y
limpio, no hay que esperar ni dudar, el planeta tiene un problema y hay que
resolverlo ahora».
El
fondo musical, para sorpresa de los enterados (por viejos) es Bellaciao, la
canción de los partisanos italianos durante la segunda guerra mundial, luego
himno antifascista, después secuestrada por los comunistas y ahora cantada en
varios idiomas y países como un canto de libertad y de paz.
Una
canción que habla de proteger el planeta de la contaminación («queremos un
planeta verde y limpio»), no puede ser de ninguna de las ultraderechas que
conocemos empezando por Donald Trump y su clon Jair Bolsonaro. Las derechas son
absolutamente negacionistas del cambio climático y opuestas a cualquier acción
internacional para enfrentarlo.
La
reacción ante la supuesta Izquierda (en realidad es fascismo) del régimen inaugurado
por Chávez y continuado (además de empeorado) por Maduro, ha provocado
simpatías por Donald Trump, por VOX, por la Meloni, por el brutal Bukele y por
todos aquellos para quienes la democracia como la conocimos, con respeto a la
Constitución, a las leyes, a los derechos humanos y a la convivencia respetuosa
entre opuestos, es un trasto viejo que podemos botar a la basura. ¡Qué tiempos
maravillosos cuando la mayoría no estaba obligada a elegir entre extremos, ser
del centro era tan cómodo!
Paulina Gamus
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