Alberto Barrera Tyszka 21 de agosto de 2023
@Barreratyszka
Alberto Barrera Tyszka,
escritor y guionista venezolano, brindó estas palabras durante la presentación
en Caracas del libro El país que se muerde la cola, de Michael Penfold
Hace unos años, me tocó ir a Miami a promocionar un libro. La editorial había organizado una jornada intensa de medios que terminaba en un programa de debates de una estación de televisión local. Yo había pedido que, dentro de lo posible, en todos los espacios, evitáramos hablar de la coyuntura y tratáramos más bien de conversar sobre la novela. Lo mismo hice antes del programa. El ancla me dijo que sí, que por supuesto, que entendía perfectamente, que no había ningún problema. Apenas se encendió el foquito de la cámara y el floor manager indicó que estábamos al aire, el ancla comenzó a hablar animadamente: “Esta noche tenemos un invitado que viene de nuestra querida república de Venezuela, herida -como sabemos- por el castrochavismo. Alberto está aquí en Miami porque viene a presentar su nueva novela, sobre que la que vamos a hablar profusamente”. Con la mano, puso la carátula del libro contra la mesa, me miró y a quemarropa hizo la primera pregunta: “Y entonces, Barrera, ¿tú qué piensas de Maduro?”.
Apenas
me senté a escribir estas líneas, la memoria me regresó esta anécdota. Pienso
que ésta es una de las primeras dificultades, de los primeros y más complicados
desafíos, que tiene un libro como El país que se muerde la cola. Es una dificultad y
un desafío para el autor pero también para el lector. Tratar de mirar y de
pensar el país más allá de la estridencia inevitable de los circunstancial.
Llevamos
años sometidos a la urgencia de lo inmediato. Y no quiero minimizarla. Para
nada. Lo inmediato para nosotros está lleno de tragedias. Por eso mismo, muchas
veces, nos confunde, nos impide discernir, detenernos a tratar de analizar con
calma y de diferentes maneras lo que sucede. Ahora, por ejemplo, podría
tentarnos la posibilidad de dejar el libro para más adelante y preguntarle a
Michael qué piensa sobre las primarias, sobre el viaje e Delcy Rodríguez a
Europa, sobre la posible nueva “negociación”, o sobre María Corina Machado y las
encuestas… No te asustes, Michael. Voy a hablar del libro.
Ya
dije que esta obra nos propone el reto de la complejidad. Sin descuidar las
particularidades de nuestra confusa y cambiante realidad, quiere llevarnos más
allá; más allá incluso de esa zona de confort que también representa la
polarización; más allá de los análisis equemáticos y los desenlaces fáciles;
más allá de las soluciones puras, de los finales donde solo hay un ganador y un
perder. Nuestra historia es mucho más borrosa, mucho más difícil. Michael
Penfold se arriesga a enfrentarse a las grandes preguntas que tenemos frente al
país y su futuro; y luego también se arriesga a elaborar posibles
respuestas a esas preguntas.
Por
eso, tal vez, en el fondo de este libro se mueve una interesante naturaleza
paradójica. Es algo que está muy presente desde el mi comienzo: El país que se muerde la cola es un título que
convoca a la desolación. Alude a nuestro “eterno retorno”, al fracaso
como marca de nuestra historia por recuperar la democracia en el país. Todo lo
que hagamos por avanzar pareciera estar destinado a llegar, siempre, al mismo
lugar del pasado del que intentamos escapar. ¿Hay acaso algo más pesimista? Y,
sin embargo, como una rápida respuesta a esto, en la primera página, Michael
Penfold nos ofrece el lado B de esa realidad.
La
cita que abre su libro pertenece a una carta de Rómulo Bentacourt a Rafael
Caldera, fechada en 1956: “El venezolano es demócrata, quiere la libertad, por
ella ha peleado y se ha sacrificado a lo largo de la historia… Nosotros,
disueltos, perseguidos, acosados…nos hemos trazado una línea de gran amplitud.
No creemos en posibles salidas insurreccionales de la situación de encrucijada
en que está el país”.
Betancourt,
en el exilio y ante una dictadura feroz, deshecha el sueño del “milagro
violento” y apuesta por la política y por la unión de la oposición. ¿No es
acaso, visto desde nuestro contexto, una referencia abismalmente optimista?
Desde
el principio, entonces, se establece una invitación a recorrer todos los textos
de este libro sobre estas dos direcciones, a veces aparentemente contrapuestas:
siguiendo la ruta del análisis y el diagnóstico de una realidad difícil, dura;
pero manteniendo también la complicidad de la esperanza, la ruta que confía en
que es posible transformar esa realidad.
El
país que se muerde la cola está dividido en tres partes muy
claramente delineadas. En la primera – llamada “el blindaje del sistema”- se
propone una exploración a fondo del proceso -detallando los mecanismos, las
circunstancias específicas y las maniobras políticas- que ha permitido al
chavismo sobrevivir y consolidarse durante todos estos años. Penfold realiza un
registro minucioso, no sólo del desmantelamiento institucional, de la gradual
articulación de la Fuerza Armada al partido de gobierno, de los diferentes usos
de las dinámicas electorales como procedimientos de legitimación, de la
transición de modelos de liderazgo y de las condiciones del país de Hugo Chávez
a Nicolás Maduro… si no también de la actuación y del comportamiento opositor
como reforzador –en ocasiones- del sistema autoritario.
“El
chavismo –escribe Penfold- no es un autoritarismo clásico (…) Tampoco es una
dictadura personalizada. Por el contrario, es un sistema complejo, de carácter
híbrido, que combina elementos electorales y partidistas de carácter
hegemónico, conjuntamente con un componente militar, que responde a su propia
lógica revolucionaria, en un contexto profundamente venezolano”. A mí
me gusta particularmente la caracterización que ofrece el libro sobre el
chavismo como una suerte de medusa que muta constantemente, como un animal
capaz de transformarse con enorme rapidez, “entrenado para resistir”.
La
segunda parte del libro se llama “Despachos de una guerra civil silenciosa” y
reúne textos que Michael escribió y publicó en diferentes medios -nacionales e
internacionales- entre el 2015 y el 2022. Son análisis
de coyuntura, sí, pero también muestran el proceso de construcción de una
perspectiva de análisis. Lo que quiero decir es que estos textos no solo
funcionan como un análisis concretos, como una crónica cercana de la realidad
turbulenta y desconcertante de esos años, sino que además también son una
crónica de cómo de ha ido moviendo la interpretación de esa realidad, de cómo
también el pensamiento va transformándose ante lo que y aprende, de cómo
incorpora las mutaciones de la realidad en sus propia forma de analizarla y
tratar de entenderla y de explicarla.
El
libro se centra en una etapa reciente y llena de hechos cruciales: el
triunfo de la oposición en la elecciones legislativas del 2015, el
endurecimiento del sistema autoritario, la salvaje represión en contra de las
manifestaciones populares, la violencia como ceremonia normalizada por parte
del Estado, la imposición de una nueva Constituyente, la definitiva ruptura
institucional, la alternativa de Juan Guaidó, las diferentes aventuras
insurreccionales, las distintas negociaciones fallidas…En estos siete años ha
pasado de todo.
Yo
sospecho que todavía es muy pronto para poder ponderar los profundos cambios
que -en todas las dimensiones- han sacudido recientemente al país. Creo que
todavía no podemos percibir y discernir con claridad cómo la experiencia de la
miseria, de la violencia institucional normalizada y de la migración (por
nombrar sólo tres elementos) han afectado de manera definitiva eso que llamamos
la “identidad”, el tan mentado ADN cultural de los venezolanos.
Muchas
de las preguntas con las que Michael Penfold enfrenta las distintas coyunturas
funcionan como un espejo eficaz frente a lo que sucede en nuestro
presente. El país se muerde la cola, sí. Pero no se la muerde siempre
con los mismos dientes y de la misma manera. Precisamente, una mirada
con distancia y en perspectiva es lo que permite observar y detallar las
variables que se repiten, los procedimientos que se articulan como partes del
sistemas, los errores que a veces no parecen improvisaciones sino métodos.
En
esta parte del libro me parecen particularmente pertinentes la atención, el
seguimiento y la reflexión que Michael Penfold hace sobre el tema de las
sanciones económicas y sobre las acciones del liderazgo opositor -en contexto
de conflicto, negociación, o debate electoral- y su relación con la ciudadanía
y sociedad civil organizada.
La
tercera parte del libro se adentra en la espesura de las grandes preguntas:
¿cuál es la vía para democratizar el país? ¿Le interesa al chavismo negociar?
¿Está dispuesto a hacerlo? ¿Es posible desmantelar un sistema autoritario,
corrompido, y re institucionalizar a Venezuela? ¿Qué oposición necesitamos para
que pueda producirse un cambio? Mientras indaga sobre la naturaleza del
chavismo en esta etapa, en medio de una aterradora emergencia humanitaria, ante
un Estado que ha violado –sistemáticamente y de forma brutal- los Derechos
Humanos de la población, en un contexto internacional cambiante (pero que aún
mantiene duras sanciones económicas), enfrentado a un probable escenario
electoral en 2024, Michael Penfold ensaya y propone respuestas a estas
interrogantes. Creo que es un ejercicio arriesgado, honesto y valiente.
Cuando
yo me gradué de bachiller en Humanidades, ninguno de mis compañeros eligió
Politología como carrera para seguir sus estudios en la universidad. En verdad,
no recuerdo a nadie que -en aquellos años- vocacionalmente dijera “quiero ser
politólogo”. Visto a la distancia, tal vez nos parecía una excentricidad, como
si alguien de pronto hubiera confesado que iba a estudiar Geografía. La
politología parecía una disciplina abstracta, químicamente académica, muy
alejada de nuestra vida cotidiana. Esa es otra vuelta de la historia. Ahora hay
una cantidad de politólogos y de politólogas jóvenes estudiando (de manera
teórica pero también práctica, con trabajo de campo) nuestro país. La
tragedia nos ha dado, también, otra forma de entender, vivir y valorar la
política. Y este libro es un ejemplo extraordinario de eso.
Quisiera
terminar -como la culebra que se muerde la cola- volviendo al inicio, a la
paradoja fundacional de todas estas páginas. Es la relación entre el análisis
brillante de una realidad demoledora y la posibilidad de mantener frente a ella
el ansia de un posible cambio. En la tensión entre ambos puntos se encuentra
respirando la enorme lucidez de este libro. Michael Penfold le da forma,
asidero, sustancia, a esa encrucijada, no sólo desde lo real sino también desde
las formas y los caminos de la ilusión. El tema de la esperanza ante un
sistema autoritario es un tema fundamental en nuestras vidas.
Voy a
cerrar con unas palabras escritas hace poco más de un siglo. En 1918, el
escritor ruso Ivan Bunin se defendía del huracán revolucionario bolchevique
escribiendo a escondidas un diario. El 12 de abril, escribió lo siguiente:
“Todos son rumores y más rumores. Vivimos en una permanente espera. Y esa
continuada espera, esa sensación de que en cualquier momento llegará alguien y
acabará con todo esto de una vez, de ninguna manera nos saldrá gratis, porque
deformará nuestras almas si es que conseguimos sobrevivir. Aún así, ¿qué sería
no nosotros si no viviéramos esperando? ¿Qué sería de nosotros si nos hubieran
quitado hasta las esperanzas?”.
Alberto
Barrera Tyszka
@Barreratyszka
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