El Nacional 09 de agosto de 2024
Por la
boca muere el pez, dice el dicho. Oigamos entonces lo que sale de la boca de
Nicolás Maduro para apreciar, por si aún hay incrédulos, cuál es el
talante de quien se considera presidente reelecto de Venezuela (así lo
proclamó el Consejo Nacional Electoral sin mostrar ni una sola de las 30.026
actas del escrutinio electoral).
“Tenemos 2.000 presos, capturados y de allí a Tocorón y Tocuyito (cárceles tétricas, agregamos), máximo castigo, justicia, esta vez no habrá perdón sino Tocorón, muy grave lo que hicieron. Habrá justicia completa esta vez. Todos confiesan en un proceso estricto legal, con plenas garantías, quién, cuánto les pagaron, qué órdenes les dieron, tumbar estatuas, atacar líderes. Todos están identificados, capturados y están en juicio, todos confesaron, todos. Hoy (sábado 3 de agosto) capturamos como a 30”.
El
candidato Maduro prometía paz. El presidente fraudulento asegura cárcel para
todo aquel que proteste. Los datos de Maduro, por una vez, son mayores que los
que ofrecen organizaciones no gubernamentales dedicadas a la defensa de los
derechos humanos. Tampoco aquí se le puede creer. La idea es infundir aún más
miedo y terror.
Hasta
media mañana del 4 de agosto, el registro de Foro Penal, una asociación civil
fundada hace 18 años que dispone de una red de 6.000 activistas y defensores en
todo el país, indica que tras el amañado resultado electoral de la madrugada
del 29 de julio se han producido 988 arrestos “verificados e
identificados”: 91 son adolescentes. También, y dolorosamente, hay 11
muertes, una cifra en revisión aún, de la que Maduro no dice nada.
Sigue
Maduro: 80% de los casi 2.000 capturados fueron entrenados en Texas, Perú y
Chile en los últimos 11 meses, no votaron, solo preparados para una emboscada
criminal, querían un apagón en Venezuela el domingo pasado para actuar, se lo
impedimos al mediodía y en la noche.
Millones
de venezolanos no votaron porque el sistema electoral se lo prohibió al
impedirles el registro en los consulados del exterior, o entorpeciendo en el
país la inscripción de nuevos votantes, y que aquellos que se mudaron de sus
lugares habituales de residencia (muchas veces para regresar a la casa familiar
y soportar entre todos el drama diario de vivir en Venezuela) no pudieran
tramitar el cambio de localidad y centro de votación.
No
hubo ninguna emboscada criminal. Y apagones es lo que sobra en Venezuela por
obra y desgracia de un gobierno ladrón e incompetente. Lo que sí hubo fue una
avalancha de votos nunca vista en ningún proceso electoral presidencial desde
1958 a la fecha, ni en los mejores tiempos de Carlos Andrés Pérez o de Hugo
Chávez.
La
revolución terminó siendo represión. El modelo cubano en plena y cruel
ejecución. Todo el que proteste es un traidor. Al que ose reclamar le espera un
largo tiempo en esas cárceles de muertos en vida que son Tocorón y Tocuyito.
Sinrazón y fuerza bruta. Todos son culpables sin juicio alguno y sin derecho a
la defensa. La receta de un cuarto de siglo de secuestro de las instituciones democráticas.
Si
ganaron, ¿por qué no han mostrado las actas que el CNE tiene en su poder y el
Plan República los comprobantes físicos que deben coincidir con la sumatoria
del total de votos de esas actas?
¿Será
cierto que las están elaborando a la carrera con apoyo tecnológico importado
para tratar de adulterar lo que contienen las actas de escrutinio publicadas
por el Comando con Venezuela, con totalización de cada una de las mesas, firmas
auténticas de presidentes de mesa, de testigos, huellas dactilares y el código
QR al final de cada acta?
¿En
qué país del mundo, solo medianamente democrático, se puede proclamar
presidente a un señor al que no lo respalda ni un solo soporte estadístico?
Han
pasado más de 150 horas y no hay nada que afirme que Maduro ganó y, por tanto,
no hay ni una sola prueba en contrario a las actas publicadas por la unidad
opositora que muestran que Edmundo González Urrutia ganó en los 23 estados y en
el Distrito Capital.
Debe
cesar de inmediato la represión del pueblo venezolano. Porque es más dolor
sobre el dolor acumulado de 25 años de despropósitos, injusticias, exilio y
muerte. Y se debe continuar la lucha por el reconocimiento de la contundente
victoria del 28 de julio de Edmundo González Urrutia.
Tomado
de: https://www.elnacional.com/opinion/represion-bolivariana/
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