Orlando Viera-Blanco 30 de agosto de 2024
@ovierablanco
“Un
movimiento de movimientos inspirado en la recuperación de nuestra cultura, del
orgullo de ser venezolano y el genuino deseo de volver a vivir en democracia.
Virtudes ciudadanas sin las cuales no hay prosperidad ni felicidad…
Para hablar de un movimiento social y político, tenemos que dar un vistazo a los movimientos sociales. Un movimiento social es una agrupación de individuos que comparten rasgos identitarios (etnia, género, clase social, orientación sexual) o ciertos objetivos (políticos, sociales, culturales) que desafían conjuntamente un punto de vista dominante sobre determinada realidad social. Es un actor político colectivo que persigue un objetivo social, un cambio social a través de movilizaciones y otras acciones grupales.
En
Venezuela después de muchos años de desmantelamiento del Estado Democrático y
de Derecho sustituido por un Estado de Terror [la terreur/ Dixit Comisión
Interamericana de DH] ha operado una perversa diseminación de nuestra cultura,
de nuestra identidad, de nuestro sentido de pertenencia. Un plasma identitario
y cultural derramado por la ideologización y la represión antillana. Venezuela
va por una cruzada colectiva por la libertad que es por nuestra identidad,
movimiento de movimientos que lo hemos bautizado: la revolución de las
orquídeas.
De
Vargas a Gómez: montoneras y más montoneras
Nuestra
independencia [1810], comenzó con un ‘movimiento social’ liberal de blancos
peninsulares, blancos de orilla; criollos, pardos y mantuanos que rápidamente
se extendió a negros, indios, cimarrones y mulatos, generando un diverso
movimiento emancipador del imperio español. Con la independencia vino una larga
y tumultuosa era republicana entre liberales y conservadores, montoneros y
caudillos, que se batían por el poder en medio de revoluciones amarillas,
azules; legalistas, restauradoras, reformistas; de marzo, abril o campesina,
caracterizadas por un enfrentamiento civil incesante y violento.
Desde
la Cosiata de Páez o Revolución de los Morrocoyes [Valencia 1926] hasta el
benemérito Gómez, Venezuela fue una república rota, agitada, ensangrentada. El
ideal integrador Bolivariano de la Gran Colombia fue resistido por Páez. Y
comienza una cadena de guerras civiles hasta la federal de 1964 […] La salida
de Juan Crisóstomo Falcón del poder [1867] y la resistencia de su Ministro de
Guerra y Marina, Manuel Ezequiel Bruzual [Presidente provisional 1867] nos
trajo la Revolución Azul [José Tadeo Monagas et al]. La Revolución de Abril o
Revolución Amarilla la lideró Antonio Guzmán Blanco [1870] contra los azules.
La Revolución Campesina vino antes de la mano de Antonio Leocadio Guzmán [padre
de Guzmán Blanco] y luego Zamora [1948] contra Páez. La revolución legalista la
protagoniza Raimundo Andueza Palacios que deseaba continuismo mediante una
reforma constitucional. Joaquín Crespo-su otrora adversario-le defiende [de un
fraude electoral-Diciembre de 1897] contra José Manuel “Mocho” Hernández, quien
habría sido triunfador de la contienda presidencial por el Partido Liberal
Nacionalista. Montoneras y más montoneras.
La
confrontación sangrienta e insaciable arrancó con la revolución de los
reformistas contra la Gran Colombia que derrocó Vargas [1935] liderada por
Santiago Mariño, Julián Castro y Pedro Corujo-ex militares descontentos contra
las medidas de “los godos” que eliminaron las prebendas a ex guerreros
militares-pasando por la guerra federal, que persiste con la Revolución
Reivindicadora de Linares Alcántara [1.879] contra la revolución amarilla
Guzmán Blanco, hasta la revolución liberal restauradora de Cipriano Castro
[1899]. Reyertas que acumularon casi un siglo de mortandad donde se perdieron
más de un millón de vidas o 1/3 de su población. Una era post independentista
de repúblicas portátiles y frugales, que instaló la impronta del caudillo y el
urogallo.
Tras
la muerte de Crespo [1 Abril-1.898] en la Batalla de la Carmelera- Revolución
de Queipa- comandada por “el Mocho Hernández”, Cipriano Castro decide salir de
su exilio en Cúcuta e ir por el poder contra Andrade [1.898]…Y más tarde llega
el gendarme necesario [Juan Vicente Gómez], quién defenestra a su compadre
Castro, siendo que a punta de sable, rotunda, grilletes y petróleo, pone fin a
los caudillos, los vándalos y las montoneras. Llegamos al positivismo criollo
[orden, paz y trabajo] que con la muerte de Gómez [1936] da paso a la Primera
ola democratizadora y de redención social de Venezuela, donde el petróleo fue
nuestra bendición y nuestra perdición.
Amaneció
de golpe. La montonera republicana
Venezuela
no ha vivido un verdadero movimiento social en todo el siglo XX y XXI. Las
demandas de cambio contemporáneo [1928 a la fecha] han sido libradas
principalmente por líderes políticos bajo esquemas de resistencia, organizados
en partidos políticos. Así nacieron ARDI [Plan de Barranquilla 1931] AD, COPEI,
URD o el PCV.
En
medio de golpes de estado [1945, 1948, 1952], Venezuela avanza hacia el
alumbramiento de la democracia. El Pacto de Puntofijo-tras la salida de Pérez
Jiménez-viene a conformar la II ola de democratización y redención
político-social del país. Un movimiento cívico-militar, esencialmente
partidista [AD, COPEI, URD] que permitió la llegada de la Constitución de 1961
y la consagración de libertades civiles, ciudadanas y republicanas como hito
ejemplar en la región.
Sin
embargo, aún no surgía un movimiento social de inspiración identitaria con
objetivos colectivos comunes derivado de tensiones estructurales causados por
un avance galopante de la desigualdad social, la pobreza y las injusticias
socioeconómicas. ¿No lo necesitábamos? ¿Hubo otros mecanismos de “drenaje”? ¿El
populismo clientelar? ¿El reparto rentista? ¿El estado benefactor? Como
sentenció el poeta Cadenas: “hemos vivido en una democracia imperfecta pero
democracia a fin de cuentas, pero no fuimos educados para cuidarla y
mantenerla”. Y amaneció de golpe [1992], y llegó Chávez [1.998].
En la
madrugada del golpe de estado del 4F de 1992, nadie entendía nada de nada.
Nadie se lo creía. ¿Un golpe de estado en Venezuela? Veníamos de casi un siglo
de paz, bonanza petrolera y aparente estabilidad. ¿Merecía el país esta leva de
armas? ¿Quiénes lo apoyaron o celebraron fueron capaces de anticipar la
gravedad de estos hechos? ¿Quiénes se catapultaron de aquel por ahora, sabían
lo que vendría? Muy pocos elevaron su voz contra esta rebelión militar. Muchos
políticos, medios e intelectuales lo aplaudieron y lo comprendieron.
Incluso
[Chávez y los golpistas] fueron sobreseídos. Fue candidato, fue presidente y
después complacido para celebrar una constituyente a su medida, cuya vara de
rencores y revanchas hemos padecido entre ostracismos y maltratos. Es “la
retórica heroica que no nos hizo ni más ricos ni más sabios” […] Esta es “la
orgía de insensatez demencial que nos empuja hacia atrás. Que nos lleva a
desandar caminos andados. Que nos induce a repetir errores cometidos” […] Esta
ha sido la profecía de Olavarría que en su discurso memorable del 5/7/1999 nos
alertó sentidamente: “Si los venezolanos nos dejamos alucinar por un demagogo
dotado del talento de despertar odios y atizar atavismos de violencias, con un
discurso embriagador de denuncia de corruptelas presentes y heroicidades
pasadas, el año entrante Venezuela no entrará en el siglo XXI. Se quedará
rezagada en lo peor del siglo XX. O retornará a lo peor del siglo XIX”. Y aquí
estamos: en la montonera bolivariana del siglo XXI.
Con
mis hijos no te metas, Gente de Petróleo y Manitos Blancas
La
pesadilla desde aquel 4-F no ha cesado. Desde la llegada de [Chávez] al poder y
la constituyente [1999], un procedimiento de reforma de la carta magna no
contemplado en la constitución de 1.961, Venezuela se transformó en un Estado
Dual, un Estado Anómico [amoral], un Estado Cuartel [Dixit Fernández] donde
coexiste una constitución formal [1999] derogada por un sistema normativo
paralelo criminal como subsistía la Constitución de Weimar con la era Nazi, o
el Estatuto Albertino y la era Fascista. Un estado paralelo que tutela al
aliado represor y criminaliza al enemigo-ciudadano, que hace apología del odio.
El
Decreto Presidencial 1011-mejor conocido simplemente como Decreto 1011, fue un
decreto presidencial de octubre de 2000 promovido por el presidente Hugo Chávez
cuyo texto modificaba el Reglamento del Ejercicio de la Profesión Docente,
creando una nueva figura administrativa: los supervisores itinerantes. El
decreto fue muy polémico y generó el primer movimiento opositor que movilizó a
decenas de miles de personas de la sociedad civil durante el resto del año 2000
a protestar contra el decreto bajo el lema “con mis hijos no te metas”.
Las
manifestaciones contra el decreto continuaron en 2001. El 31 de marzo se
realizó una congregación en Caracas en la que se calificó al decreto como
“cubanización e ideologizante’’. Las movilizaciones se convirtieron en la base
del rechazo opositor a Chávez hasta 2002. Luego aparecen movimientos como Gente
de Petróleo, la primavera ciudadana de 2002, el movimiento queremos elegir
2005, las protestas manitas blancas 2007; las juveniles y sociales 2017 y el
despertar ciudadano 2024. Nacían los primeros movimientos de movimientos
sociales colectivos e identitarios de Venezuela.
De un
movimiento a la revolución de las orquídeas
De
actores y agrupaciones políticas como la Coordinadora democrática o la MUD,
pasamos a un movimiento social colectivo. Un movimiento de movimientos diverso
que nace de la primaria Octubre-2024. Un sentido de identidad relacionado con
una necesidad de cambio social, enfocado en el rechazo a la diseminación,
desagresión cultural y al control político autoritario de la sociedad
venezolana. Un movimiento social, pacífico, inmensamente libertario y
humanitario. Desde grupos vecinales hasta las organizaciones sociales,
gremiales, sindicales, de DDHH; juveniles, académicas y docentes de todo el
país. Del ciudadano de a pie a los líderes políticos, de Juan Bimba a María
Corina Machado y Edmundo González.
Venezuela
no había tenido esta primavera. El estado bipartito y rentista de los 70’ 80’ y
90’ y un esquema de control social y represivo de los últimos 25 años, no dio
espacio a un momentum-movimiento que brota del liderazgo tanto de María Corina
como de cada venezolano que tiene como identidad la libertad, la paz y un
sentimiento nacional.
Ocurrió
en la Europa de los 70 con las revoluciones de claveles, naranjas, jazmines,
cedros, rosas u otoñales. Y cayó el muro de Berlín y la URSS. Fue la ola
libertaria y democratizadora latinoamericana de los 70, 80’ y 90’. Fue el pacto
de Puntofijo de la Venezuela de 1958. Ahora es el movimiento renovador y
restaurador que acompaña la III ola democratizadora y redentora de Venezuela.
Es la revolución de las orquídeas.
Un
movimiento de movimientos inspirado en la recuperación de nuestra cultura, del
orgullo de ser venezolano y nuestro genuino deseo de volver a vivir en
democracia. Virtudes inmensamente ciudadanas sin las cuales no habrá
prosperidad ni felicidad. Es la misión de un pueblo cuyo gozo es la práctica de
su diversidad. Es la revolución de la alegría contra el estado de terror que
quiere dominar todos los aspectos de nuestra vida.
Un
movimiento de movimientos que no parará. No es armado. No es violento. Es
profundamente identitario, sensiblemente histórico y cultural. Porque en la
sencillez y neutralidad de la cultura está la memoria, la consciencia colectiva
y la continuidad histórica de un modo de pensar, la moral colectiva que es la
principal arma contra el opresor y anómico. Es la cultura del amor, la libertad
y la armonía, que alimenta un movimiento de movimientos frente a la muerte, que
sigue siendo la vida, por lo que saldremos de lo peor del siglo XIX para volver
a lo mejor del siglo XXI.
Orlando
Viera-Blanco
@ovierablanco
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