Julio César Arreaza B. 26 de agosto de 2024
El
poder usurpado se impone sobre el curso de la realidad y proclama un fraude
monumental. Asistimos al drama sin fin de la pesadilla chavista. La verdad será
el factor de quiebre del ecosistema criminal que acabó con Venezuela. La
posverdad no puede ser impuesta con la pura fuerza bruta, necesita líneas de
coherencia con la realidad y esta aberración contra la soberanía popular no
llena los mínimos estándares.
La usurpación no tiene vida, popularmente hablando. Se robó las elecciones de 2018, aún corriendo solo, habiendo al efecto inhabilitado candidatos y partidos oponentes, se vio en la necesidad de robarse y sumarse, de la nada, 2 millones de votos, lo cual fue denunciado, desde el exterior, por la compañía de elecciones que le montó el vulnerable sistema electoral electrónico.
Hoy
día perpetra el segundo fraude, pretendiendo 6 años adicionales en el poder.
Sin pudor ni normas morales de actuación, minimizó, a su manera, el costo
social del regreso de la democracia, y piensa que le resulta mas barato
permanecer en el poder, a punta de represión, tortura y exilio. Suma otro daño
antropológico con los soplones. Se lanzaron al juego suma cero y su destino
inexorable será perderlo todo.
La
política, es sabido, se ejerce desde las instituciones, pero eso no aplica a
ellos que son burdos delincuentes.
Nota
aparte merecen los venezolanos que ejerciendo el pensamiento crítico de que
dictadura no sale con elecciones, se han visto acosados con toda clase de
improperios.
Defiendo
a ultranza el pensamiento propio, aún en contra de mis sentidas tesis. He
sostenido esa posición, pero conscientemente me sume a la estrategia de la
líder María Corina Machado, y constato que han surgido situaciones nuevas y
tenemos cursos de acción para desterrar a la tiranía. Los cerros bajaron y
arriesgaron la vida, a contrapelo de la pirámide Maslow. Hoy día el índice de
malestar social es 400 veces mayor que el predominante en 1989, cuando el
Caracazo, según el reputado Cendes.
El
esperpéntico TSJ es el mismo que negó la realidad de las primarias. Ellos no
son jueces sino disfraces togados. Con esta monstruosidad la usurpación al
cuadrado perdió toda legitimidad. Se perpetra un burdo golpe de Estado contra
la Constitución y el sentido común. Sobre los jueces probos descansa la
legitimidad del sistema democrático, cuando se ponen al servicio de la
dictadura y de espaldas al país, lejos de generar legitimidad la pierde. El
bulo judicial no sirve a la verdad ni a la justicia.
La voz
del pueblo, soberanamente expresada, es la cosa juzgada. El país va a cambiar y
recordará la infamia contra la voluntad popular. Venezuela es una herida
abierta de América Latina que estamos dispuestos a sanar.
¡Libertad
para Javier Tarazona, los policías metropolitanos, los comandos de Vente, Rocío
San Miguel, Dignora Hernández, Henry Alviarez, Carlos Julio Rojas y los
hermanos Guevara! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni
exiliados!
Julio
César Arreaza B.
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