Fernando Luis Egaña 29 de agosto de 2024
El
fraude colosal y sus terribles consecuencias no son eventos que puedan
desaparecer de la escena, «con nervios de acero». No. Esta vez no.
Con una notoria, pública y comunicacional, ilegitimidad de origen (fraude masivo y autogolpe); y con una notoria, pública y comunicacional, ilegitimidad de desempeño (represión, persecución y violación extensiva de derechos humanos a la oposición, entre muchas otras realidades despóticas); la hegemonía imperante sólo puede sostener su continuismo en la imposición de la fuerza.
Sus
aliados o beneficiarios externos o internos, siguen disimulando que no pasó lo
que pasó y pasa. Salvo éstos, nadie en el país o fuera de él, concede un mínimo
de credibilidad y legitimidad a la hegemonía.
La
apuesta del poder establecido es que pase el tiempo y vaya bajando la presión
doméstica y foránea. Se han salido con la suya muchas veces en esta apuesta.
Ahora es distinto. El fraude colosal y sus terribles consecuencias no son
eventos que puedan desaparecer de la escena, «con nervios de acero». No. Esta
vez no.
Sugiero
revisar las recientes declaraciones de Guillermo Tell Aveledo, un académico
sensato y valiente: la precariedad de la situación es obvia. Y digo que a pesar
de la propaganda oficial, no se puede disolver. Al contrario.
María
Corina y el presidente Edmundo, merecen todos los tributos por su firmeza en la
lucha por el conjunto de la nación. Y junto a ellos, millones de compatriotas que
no se van a rendir, sino que se mantendrán en la defensa de los derechos
democráticos.
No
sólo hasta el final de la patética hegemonía, sino también hasta el principio
de un cambio de raíz, como es la voluntad soberana del pueblo.
Fernando
Luis Egaña
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