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viernes, 30 de octubre de 2009

La camionetica


Por Julia D Guillamon

Lurdes R. Basolí llegó por primera vez a Caracas en diciembre del 2007 para hacer las fotos de un reportaje sobre la revolución que se publicó en El País Semanal. Meses más tarde estaba yo buscando fotos antiguas de Venezuela, no había manera de contactar con el Archivo Fotográfico Shell, vi una de sus fotos y se me ocurrió que podía incorporarla a mi trabajo. Era una imagen tomada desde un coche. A través del parabrisas se veía una calle oscura, que ascendía en pendiente. En las paredes y en una caja metálica se leía, con una N adornada, la palabra No. En la calzada había un corte y el coche parecía andar sobre un raíl, cargando hacia la izquierda para tomar la curva a más velocidad. Finalmente encontré en el archivo Hulton una foto de un urbano que dirigía el tráfico con botas de caña alta y correajes, entre coches de lujo y carteles luminosos que decían Farmacia Catedral, Niños, Ultra, Trajes americanos. Entre estas dos imágenes habían transcurrido cincuenta años y Caracas se había convertido en la ciudad más violenta del mundo.

En la terraza del bar Estudiantil hojeamos el libro Inseguridad y violencia enVenezuela: 14.000 asesinatos en el 2008, una tasa de 50 homicidios por cada cien mil habitantes que en Caracas asciende hasta 130, frente a los 18 o 20 de México y Brasil. Cuando empezó a trabajar por su cuenta en los barrios de Petare y en la Cota 905, Lurdes utilizaba el lenguaje clásico del fotoperiodismo. Representaba el dolor mediante una composición de grupo: los familiares gritando en torno a un cadáver cubierto con una sábana. Mostraba la indiferencia ante la muerte con la comitiva de un entierro. El ataúd entra por uno de los lados, desde el otro extremo un chico lanza una pelota. Durante un breve instante pelota y ataúd se cruzan. En sus últimas fotos retrata a la gente en sus casas y sólo una cicatriz en el rostro o una mirada sombría recuerdan la violencia. Desde el 2007 Lurdes R. Basolí ha estado seis veces en Caracas: estancias de un mes y medio o dos meses, de las que volvía mentalmente exhausta. En el último viaje estuvo conviviendo con cuatro chavales de entre los 14 y los 18. Un día les preguntó cómo se veían dentro de cuatro años. Tres de los chavales dijeron: “muertos”. El cuarto piensa vivir porque le han prometido que saldrá en una película de la serie Azotes de barrio.

Llegó a Barcelona dispuesta a abandonar un proyecto que sólo le creaba frustración. Pero tras unos meses ya piensa en regresar y ver a sus amigos. Tomar su camionetica y subir por las escarpadas laderas hasta donde viven Darling, que perdió a su padre y a su hermano, o Mayra, una chica que fue Reina del Barrio y a quien hace 19 años un pretendiente le pegó un tiro en la cabeza. Desde hoy las fotografías de Lurdes, Caracas: la sucursal del cielo, pueden verse en la exposición FotoPres'09 en CaixaForum.

Publicado por:
La Vanguardia.es

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