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lunes, 12 de octubre de 2009

Secuestrada. Reflexión de Gustavo Yepez



Por Gustavo Yepez

Fue lo primero que vino a mi mente cuando recibimos la llamada a altas horas de la noche. Mi hija y una amiga se habían separado de sus compañeras para encontrarse en unos minutos, y no aparecían ni contestaban los celulares. Era evidente que algo les había pasado y allí comenzó nuestro calvario, signado por la impotencia, la incertidumbre y un cúmulo de sentimientos indescriptibles.

Gracias a Dios, después de unas horas eternas, recibí la llamada de mi hija diciéndome que estaban bien y que las buscara en un sitio cerca de La Rinconada. Ayer escuché al hijo de Maraco expresando sus sentimientos cuando abrazó a su padre, después de 9 meses de su detención, y él expresó exactamente lo que yo sentí al abrazar a mi hija. Hoy comprendo mejor a los familiares de todos los venezolanos que pasan por situaciones similares a la nuestra, o se encuentran secuestrados en las cárceles venezolanas por otro tipo de delincuentes.

Mi hija y su amiga perdieron muchas cosas materiales. Perdieron sus carros y todos sus documentos personales, el dinero que se puede sacar de un cajero al borde de la medianoche, sus documentos de identidad, su música, sus efectos personales, sus celulares (entre ellos el que mi hija sustituyó por el que le habían robado, en otro atraco, esa misma mañana). Mi hija perdió su herramienta de trabajo con todos los archivos que nunca están completamente respaldados. Todo eso se recupera. Lo irrecuperable en estos casos es la confianza, los efectos de la rabia y la impotencia, y el daño psicológico a víctimas y allegados.

Hemos aprendido muchas cosas de este hecho y del calvario posterior:

•Este tipo de delito es cometido por personas que eligieron hacerlo porque es fácil, es rentable, y representa muy poco riesgo. Más riesgos corren los empresarios cuando tratan de cumplir, misión imposible, con todos los requisitos que les impone un estado que los persigue por el delito de pretender generar riqueza.

•Algunos delincuentes sólo lo hacen por el lucro fácil. Otros lo aderezan con el odio que tan bien expresó el Che Guevara, héroe y modelo de esta porquería de revolución. Una vez más le agradezco a Dios que mi hija y su amiga cayeron en manos de los primeros. Sabemos lo que les pasa a los que caen en manos de los segundos.

• Este tipo de delito es una industria. Se comete innumerables veces todos los días. Aquellos que más tiempo están en las calles, o toman vías poco transitadas, aumentan considerablemente sus probabilidades de ser víctimas.

• Estamos regalando nuestra riqueza a cambio de apoyo político. Ese hecho contrasta con la falta de recursos para prevenir y combatir la delincuencia, o para prestar un servicio decente al ciudadano que se ve obligado a denunciar un hecho y a reponer su documentación.

• Qué bueno sería que parte del dinero que regalamos se usara para recompensar a los funcionarios que atienden bien al ciudadano, y para entrenar a los funcionarios que nos maltratan, nos vejan, nos tratan como soldados, nos echan en cara su poder discrecional.

• Qué bueno sería que las exigentes y punitivas normas de higiene y seguridad que reclaman al empresariado, las aplicaran en las oficinas públicas.

• Qué bueno sería que el empeño en desarrollar sistemas modernos y eficientes para cobrarnos los impuestos, lo usarán también para desarrollar sistemas de ayuda al ciudadano y de prevención y persecución del delito; para que haya computadoras, impresoras, papel y “toner” en las oficinas públicas; para que la información fluya y alimente otros sistemas, en lugar de exigirle al ciudadano que pase por un calvario de denuncias y solicitudes.

Hoy nos tocó a nosotros y nadie está exento de ser el próximo. El problema de Venezuela es mucho más grave que este hecho doloroso, pero circunstancial. Estamos, simplemente, perdiendo al país en manos de la delincuencia común, la organizada y la política, promotora esta última de las anteriores. Si los dirigentes de oposición no entienden esto, alguien más lo entenderá. Y los que tienen que pagar, no lo duden, pagarán.

Gustavo Yepes
gyepesp@gmail.com

Publicado por:
Gentiuno.com

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