Luis Manuel Esculpi 31 de marzo de 2020
Ya existía una crisis humanitaria compleja. La
emergencia no es nueva. La presencia del coronavirus en nuestro país tenderá a
hacerla más aguda aún. No pretendemos profetizar desastres. Lejos de nuestra
intención, tampoco pretendemos evadir la dura realidad que confrontamos los
venezolanos.
La pandemia llega en uno de nuestros peores momentos.
A la crisis económica y social, al estado desastroso de los servicios públicos,
la escasez de gasolina, a la situación de los hospitales, servicios de salud, se
le añade el covid-19.
La mayoría no puede guardar estrictamente la
cuarentena, tiene que salir a rebuscar el sustento diario. Los próximos días
serán cruciales para saber con exactitud la dimensión de la extensión del
virus, sostienen los especialistas.
No han podido explicar cómo si ellos anunciaron por
primera vez la existencia de contagiados el trece de este mes, anuncian
posteriormente el fallecimiento de una persona que tenía el virus desde el 29
del mes pasado. Al superar el aislamiento social, el país atravesará
por nuevas y mayores dificultades. Tenemos que prepararnos para abordar los
tiempos por venir.
Si el régimen fuera consecuente con sus palabras daría
un paso a un lado para facilitar la transición. El discurso dialogante no pasa
de ser un recurso retórico para simular una amplitud inexistente en su práctica
política. Simultáneamente, se anuncia una especie de operación «Furia
Bolivariana», la inician pintando con amenazas las fachadas de la residencias
de varios diputados y deteniendo a dos integrantes del equipo del Presidente de
la Asamblea Nacional.
La propuesta de Juan Guaidó, actualizando la formulada
anteriormente en las conversaciones de Barbados, tiene pleno sentido y
pertinencia. No es una ocurrencia fruto de la improvisación, es el resultado de
una reflexión y del análisis objetivo. Es una propuesta necesaria.
Se requiere el concurso de amplios sectores para poder
atender la grave problemática existente. Requiere de financiamiento y apoyo de
la comunidad internacional. Abrir un canal humanitario para recibir la ayuda en
materia de alimentos y medicinas.
El
régimen no está en capacidad de acceder a los organismos que pueden responder a
las solicitudes de financiamiento y a la vez se niega a abrir las vías para
recibir la ayuda requerida.
Un Gobierno de Emergencia Nacional es una exigencia
para poder atender la gravedad de la situación planteada y prever su posible
desarrollo. Requiere sentido de grandeza y desprendimiento, hasta ahora los
principales representantes del régimen no parecen dispuestos a ceder en su
pretensión de mantenerse en el poder a cualquier costo.
La presión democrática, no sólo de las organizaciones
políticas, sino de las diferentes instancias de la sociedad: sindicatos, ONG,
academias, empresarios, Universidades, organizaciones populares etc.; serán decisivas
junto a sectores del campo oficialista que compartan la proposición de
conformar un Gobierno de Emergencia, para la atención urgente a la crisis que
confrontamos.
Un
aspecto sumamente importante de la propuesta es que no sólo se enuncia en sus
líneas generales, viene acompañada del plan José María Vargas que contiene
lineamientos y acciones para enfrentar la situación sanitaria del país,
sino también atender necesidades directamente relacionadas con la emergencia
tales como el abastecimiento y la distribución de combustibles, la
transferencia directa de recursos para el 60% de la población desempleada o de
la economía informal y el trámite de prestamos con los organismos
multilaterales.
El
balón se encuentra en su campo, los sectores democráticos allí presentes, no
sólo interesados en mantener el poder, tienen la posibilidad de tomar la
palabra e incidir en la conformación del Gobierno de Unidad y Emergencia
Nacional. De dar un paso decisivo para contribuir a atender la urgencia con
sentido verdaderamente patriótico y democrático y posibilitar el tránsito sin
mayores traumas. Eso esperamos.
Luis
Manuel Esculpi
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