Por Gregorio Salazar
Por más que lo diga Delcy,
lo adorne Jorge y lo repita Maduro. Por mucho que mantengan ese tono exultante
y jactancioso, triunfalista y fanfarrón no hay forma de que nos convenzan de
que no vamos rumbo a un barranco.
Lo importante no es que se
deshagan en elogios y adulaciones a los chinos y lo presenten como héroes,
soslayando que la cadena mortal que recorre el mundo partió de ellos, que
rechazaron fuertemente las primeras alertas de la aparición del virus. Honor y
gloria al doctor Li Wenliang.
Pueden seguir insistiendo en
que el Interferón cubano ya ha neutralizado el covid-19 y liberará a los
venezolanos de todo mal. Ojalá fuera así. Pero no hay forma de que la
preocupación por el futuro no esté instalado en la casi totalidad de los
hogares venezolanos. Excluyo a la nomenclatura, los enchufados y sus
congéneres.
Y no es que deseemos que las
medidas restrictivas que ha tomado el régimen no tengan éxito en la contención
y derrota de la epidemia, que según el reporte del día viernes estaba en 175
casos repartidos por el territorio nacional con 9 fallecidos.
Mucho tardaron, por cierto,
en afirmar que Venezuela está a la cabeza de la lucha mundial contra la
epidemia. Boris Castellanos (VTV) dixit. Qué dirán los finlandeses que están
activando las reservas estratégicas que organizaron después de Segunda Guerra.
No. Es que nos estamos
refiriendo a otra pandemia, a la que no le hemos encontrado ni cura ni
paliativos, esa que viene causando estragos desde hace 20 años y con la cual se
recrudecerá el choque en su forma más feroz y descarnada con el mismo estado de
caos y colapso pre coronavirus.
Uno se figura que las
sociedades de las naciones europeas y de nuestro continente que en este momento
viven la trágica aceleración de la epidemia tienen la fe y el aliciente, se
fortalecen en la esperanza de que una vez superen el flagelo regresarán
gradualmente a la normalidad.
Entonces millones de
personas saldrán de su confinamiento, volverán a las avenidas y las plazas, a
las aulas de clase, los parques y los estadios, pero sobre todo a sus
anteriores puestos de trabajo o a los que de seguro surgirán. Más temprano que
tarde la economía global saldrá de su estado de hibernación y el planeta, sin
salir de todos sus problemas endémicos, ofrecerá un entorno más propicio,
bonancible y llevadero donde los seres humanos desenvuelvan su existencia.
La pregunta nos la hacíamos
unas semanas atrás y es necesario volver a ella: ¿y nosotros los venezolanos
qué? ¿Cuál el escenario post coronavirus que nos espera? ¿Qué vamos a echar a
andar? ¿Cómo vamos a satisfacer nuestras necesidades más elementales? ¿Cuáles
de los sectores de la economía vamos a ser capaces de reactivar? ¿Cuáles de las
empresas públicas y privadas van a sobrevivir a la actual parálisis? ¿Qué
haremos con los escombros de Pdvsa y de las empresas básicas de Guayana? ¿Cómo
detendremos la caída en picada de servicios como el agua, el gas y la
electricidad? ¿Cuán larga será esa travesía en el desierto?
Esa discusión la observamos
distante del escenario nacional, pero sobre todo de los actores políticos, que
no han sido capaces de coordinar una sola acción en torno a la amenaza del
coronavirus. Cada quien por su lado, pero esto también por la postura arrogante
de un régimen que en todo y para todo se basta y se sobra. Bueno, es lo que
pretende hacer creer.
La incertidumbre no cesa ni
va a cesar a medida que la cuarentena se prolongue. En Venezuela no hay
combustible, la esmirriada producción alimentaria sigue cayendo, el encierro se
hace más insoportable en aquellas ciudades donde la falta electricidad condena
a los ciudadanos a un doble suplicio.
Una reciente encuesta de la
Asamblea Nacional arrojó que “tan sólo el 12,38 % tiene capacidad para cubrirse
entre una semana y un mes, y apenas 2 de cada 100 venezolanos pueden atender
sus necesidades fundamentales por más de un mes”.
Todo ello sin tener certeza
todavía de la suerte de las elecciones legislativas, qué caja de Pandora nos
espera con la nueva constitución, más las amenazas que sobre los principales
actores del régimen caen desde el exterior. En fin, detengámonos aquí, que no
quiere amargarle más de la cuenta el encierro obligatorio.
12-04-20
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