Rafael Veloz García 15 de junio de 2022
@Rafaelvelozg
Agresiones
sufridas por el presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, primero en la
cancha deportiva Hidalgo Herrera de Maracaibo, estado Zulia, el pasado 4 de
junio, y luego en San Carlos, capital del estado Cojedes, exactamente una
semana después, el sábado 11 de junio pasado, tras culminar un importante
encuentro con los habitantes de la entidad, no fueron episodios fortuitos. Responden
a un viejo guión de violencia del régimen, que nace precisamente con el fallido
golpe de Estado perpetrado por Hugo Chávez Frías el 4 de febrero de 1992.
Alcanzar el poder por medio de la fuerza militar es un ejercicio de violencia que trae consigo el derramamiento de sangre, porque en democracia para lograr el cambio político las armas se quedan en los cuarteles y le corresponde a los ciudadanos intervenir, en sana paz, a través de los procesos electorales y los mecanismos constitucionales, que los hay incluso para restituir la institucionalidad pérdida, que es el caso que vivimos desde hace años los venezolanos.
En el
episodio del Zulia y en el de Cojedes hay muchas similitudes, lo cual demuestra
una planificación previa. En otras palabras, fueron eventos premeditados y
elaborados con las mismas directrices. Hubo sí una diferencia: lo sucedido en
San Carlos tuvo una mayor carga de violencia. En este punto es que la
preocupación se hace presente, porque estas personas por las dádivas que
reciben, por el nivel de odio e ira que muestran o por su adoctrinamiento,
pueden llegar a ser incontrolables y, por lo tanto, capaces de cualquier cosa.
En
Cojedes, repito, la violencia fue mayor. Lo grave es que se demostró que entre
los líderes de ese ataque se encontraban dos diputados del Psuv, concretamente
Nosliw Rodríguez y Marco Antonio Mendoza. La primera, incluso, confesó que
estuvo presente en el ataque. Pregunto: ¿Por qué el Ministerio Público del
régimen no aperturó de inmediato una investigación, tal como hizo con cuatro
jóvenes que solo pintaron un graffiti durante el homenaje póstumo realizado en
memoria de Neomar Lander, allí mismo en la avenida Libertador, para luego
permanecer arbitrariamente detenidos durante 72 horas y finalmente liberados
con condiciones, como si fueran delincuentes? ¿Qué pasó con su Ley de Odio, que
tanto les ha servido para encarcelar y perseguir opositores? ¿Por qué no aplica
para los agresivos e iracundos fanáticos de Maduro? Los venezolanos quieren
respuestas y tengan la seguridad que en la Corte Penal Internacional (CPI) y en
la oficina de la Alta Comisionada de los Derechos Humanos, ya tomaron nota de
todos estos hechos. Y los que les pueda faltar se los proporcionará la Comisión
Delegada de la Asamblea Nacional electa en 2015, como acordó en su sesión de
este martes, así como por organizaciones no gubernamentales de los derechos
humanos del país.
…………………………………………..
El ADN
de violencia de estos facinerosos es conocido por todos los venezolanos, porque
son inocultables sus instrucciones genéticas de insultos, atropellos y
agresiones físicas. Y es que es el mismo ADN que distinguía a los círculos
bolivarianos creados por Chávez con la asesoría de Fidel Castro y al de sus
herederos los llamados colectivos, que son simplemente bandas terroristas de
malandros armados y tarifados, que dan poco o ningún valor a la vida de los
venezolanos.
¿Quién
puede olvidar, por ejemplo, la criminal actuación de los círculos bolivarianos
promovidos por Chávez en los sucesos de Puente Llaguno el 11 de abril de 2002?
¿Quién puede olvidar la violencia desatada por las agrupaciones de colectivos
sembradas en varias zonas populares de Caracas y del interior del pais, para
salir a recorrer las calles en numerosos grupos de motociclistas y sembrar el
terror y cometer agresiones contra los ciudadanos que ejercían su derecho
constitucional a la protesta en cualquier municipio, parroquia y en diversos
sectores de ciudades y poblaciones, hasta llegar al punto del asesinato? Esto
no es una mentira, muchos venezolanos lo vivieron y no lo olvidarán jamás.
Hoy
pretenden volver a lo mismo. Creen que de esta manera el presidente encargado
de Venezuela, Juan Guaidó, detendrá su firme paso por el país. Se equivocan,
puedo dar fe que hoy más que siempre está decidido, con la determinación al
máximo, a cumplir con su juramento y la responsabilidad adquirida ante el
pueblo de Caracas, en la avenida Francisco de Miranda el 23 de abril de 2019,
que no es otra cosa que recuperar la democracia y la libertad a través de la
realización de elecciones libres, justas y verificables. Esa es su gran misión
y está entregado a ella.
Dejemos
entonces creer a estos tontos útiles que se consideran amos de la violencia,
que a través de sus actos criminales podrán impedir lo inevitable… Bien lo dijo
el novelista y periodista político francés, Jean Paul Sartre: “La violencia,
sea cual sea la forma en que se manifieste, es un fracaso”. El de ellos está
cantado.
Rafael
Veloz García
@Rafaelvelozg
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