Por Froilán Barrios
@froilanbarriosf
Para el evento continental no tuvo la importancia pretendida el alboroto de los ausentes, como tampoco el significado de sus presencias, cuyo aporte solo hubiera sido el ritornelo de los discursos de los presidentes de Argentina o de Chile, quienes lamentablemente acudieron en defensa de las impresentables dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela, aun cuando estas ahogan en sangre y cárcel a sus opositores y condenan a la miseria a millones de sus habitantes, obligados a huir despavoridos de sus países para optar a una vida digna en otras latitudes.
Lo incomprensible del drama latinoamericano es que en pleno siglo XXI una mayoría del actual liderazgo político continúe regodeándose en el discurso de la Guerra Fría, agotado hasta la saciedad en los encuentros de Unasur, Celac, ALBA, ante un continente con la mayor desigualdad social del planeta, cuyo argumento fundamental para justificarse en el poder es «culpar al imperialismo» de la miseria humana, que caracteriza sus maltrechas economías producto de sus desvaríos ideológicos.
Ante la IX Cumbre de las Américas, nuestro continente demostró su falta de voz colectiva, sin estrategias de despegue económico y ausencia de políticas que la conecten con la realidad global, orientada a la defensa del medio ambiente y el cambio climático, las nuevas alternativas de energía, la superación de la pandemia. El resultado exiguo del evento lo demostró la firma de un acuerdo central alrededor de las migraciones, entre tanto las carencias de políticas de desarrollo económico y social serán objetivo para una oportunidad indefinida en el tiempo.
Ello no impidió que en la Cumbre de las Américas se dejara claro que tenemos todavía materia prima para aportarle al mundo. El cambio climático, la protección de la biodiversidad y la transición energética son ejemplos muy ilustrativos en cuanto a nuestras capacidades e incidencia global de la región. “Tenemos 60% de la biodiversidad del planeta, 25% de los bosques tropicales, 28% de la tierra con potencial para la agricultura, 20% de la capacidad hidroeléctrica mundial (Brasil es el segundo mayor productor del planeta), y hasta el momento solo hemos desarrollado 23% de nuestro potencial hidroeléctrico”. (El País, 11/06/2022)
Por tanto, ¿qué se gana con estos indicadores si no existen planes de inserción en la economía mundial, donde accedamos a las tecnologías de punta? Por ejemplo, para 2035 el 95% del parque automotor, en gran parte de la Unión Europea, descartará la energía proveniente de los hidrocarburos, serán autos eléctricos la marca global automotriz, y en ese sentido la América del Norte (Estados Unidos, Canadá) orienta igualmente sus productos del sector.
En cuanto a las nuevas alternativas de energía eléctrica, estas se trasladarán a la energía solar, a la eólica, para no depender de los productos de la OPEP y en particular del gas y del petróleo ruso, promotor de la criminal guerra contra Ucrania, que impacta igualmente a la industria alimenticia en Occidente, Oriente y África.
¿Cómo se prepara América Latina y en particular Venezuela para este nuevo mundo? A la vuelta de 15 años si no planteamos en lo inmediato una redefinición de nuestras economías, tendremos que comernos el petróleo al dente, como materia prima desechada por los renovados mercados, como le sucedió al carbón durante el siglo XX, reducido a un combustible marginal sustituido por el petróleo.
A América Latina se le plantean retos mayúsculos y urgentes que evidentemente no pueden ser asumidos por dictaduras, como la que padecemos en Venezuela, cuyo mandatario anda ocupado en giras promotoras del terrorismo internacional, como lo resalta la más reciente visita a Irán, siendo incapaz de promover la destruida economía nacional a pesar de su campaña publicitaria del relanzamiento nacional.
AMLO, de México, en lugar de aprovechar su posición de socio del Tratado de Comercio más importante del continente, el T-MEC, se dedicó a la defensa incondicional de las tiranías sanguinarias de la región, perdiendo así una oportunidad histórica para nuestra región.
https://www.elnacional.com/opinion/luego-de-la-ix-cumbre-latinoamerica-navega-sin-norte-franco/
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