Ángel Arellano y Alejandro Guedes 14 de junio de 2022
@angelarellano y @GuedesAlejandro
Decir
que la democracia está en recesión no es una sentencia alarmista. Constituye un
diagnóstico evidente. A las debilidades propias de los regímenes
democráticos, debemos agregar la influencia de factores exógenos. El
autoritarismo global que opera por la vía económica y a través del soft y sharp
power, junto con las plataformas mediáticas, académicas e intelectuales
en la región, buscan generar simpatía hacia democracias diferentes.
Pero la
democracia latinoamericana también está acechada por el mal
desempeño de la clase dirigente y las instituciones que no han podido
encarar tareas pendientes para recobrar su perfil y afrontar los retos del
futuro.
Tareas
pendientes
La institucionalidad democrática de los países latinoamericanos y las instancias de coordinación internacional tienen asuntos por incluir en la agenda de discusión. El contexto es adverso por la crisis económica pospandémica y la guerra entre una potencia autoritaria (Rusia) y un país que busca acogerse a Occidente (Ucrania). Sin embargo, no debería restar importancia a la necesidad de reformas políticas y una mayor defensa de los ideales democráticos ante semejantes desafíos.
La
democracia no se puede dar por sentada. No existe por inercia. La
democracia es una construcción constante. Protegerla requiere de
observación, reflexión y acción. La economía no es el único indicador a tener
presente, y no solo con seguridad se logra la estabilidad social. Si bien estas
dos variables explican buena parte de las crisis sociales que vive la región,
otros asuntos también requieren conversación.
Este
artículo pone el foco en tres temas sensibles en materia de riesgo
político que todo gobernante latinoamericano debería tener sobre el escritorio:
1) confianza en el sistema democrático, 2) emergencia ambiental y 3)
migraciones intrarregionales.
Para
mejorar la perspectiva, recurrimos a tres informes regionales relevantes: Latinobarómetro (2021), El apoyo ciudadano a la democracia en América Latina, de
Lapop y Diálogo Político (2022), y Riesgo político en América Latina de la Universidad
Católica de Chile (2022).
1.
Confianza en la democracia
La
principal amenaza a la democracia y a la recuperación de la confianza en el
sistema político es el ascenso de las autocracias. En la actualidad, se trata
de nuevos modelos de autocracia, que arman un sistema a medida, cuidando de una
forma tramposa las formas esenciales de la democracia (elecciones periódicas),
mientras un único sector controla todos los poderes y ataca las libertades.
Hoy
día son comunes los casos de deterioro democrático en los que se evidencia que,
una vez en el poder, hay gobernantes que toman acciones para erosionar
la división de poderes y el equilibrio institucional. Esta situación
ha sido ampliamente abordada por Moisés Naím en su más reciente libro, La
revancha de los poderosos (Debate, 2022). Naím habla de los autócratas
3P, es decir, que hacen uso del populismo, la polarización y
la posverdad.
[Leer
también: La fuerte erosión de la confianza en la democracia
latinoamericana]
Lamentablemente,
como se explica en el informe Riesgo político en América Latina (2022),
«los mecanismos regionales creados para la protección de la democracia, como
la Carta Democrática Interamericana, no están actualizados para afrontar estas
amenazas, por lo que requieren de urgentes precisiones y modernización para
incrementar la eficiencia en su objetivo». He ahí una primera tarea que urge
revisar: el alcance y efecto de los acuerdos internacionales en defensa de la
democracia.
En el
libro Cómo mueren las democracias (Debate, 2018) Levitzky y Ziblatt
hacen especial hincapié en este tipo de líderes autoritarios que arremeten
contra las instituciones desde dentro. A menudo no tienen necesidad de dar
golpes de Estado en el sentido clásico. En cambio, tienen el mismo resultado:
degradar las instituciones y anular a la oposición.
Para
empeorar el cuadro, un viejo enemigo de la democracia está ganando más espacio:
el fantasma de los golpes militares. En la región ha avanzado la simpatía por
la posibilidad de convalidar un golpe militar si esto garantiza que todo seguirá igual.
De
acuerdo con Latinobarómetro (2021), a un 51% de los ciudadanos latinos
no le importaría que un gobierno no democrático llegara al poder si resuelve
los problemas. En 2002 este porcentaje era de un 44%.Apoyo a la democracia en las Américas, 2021 | Fuente: Barómetro de las Américas (2021).
2.
Emergencia ambiental
El
cambio climático, la escasez de agua y la contaminación son temas
ausentes en la agenda de discusión política latinoamericana. No destacan
entre los principales asuntos sobre los que conversan los gobernantes en
cumbres regionales ni encabezan las agendas bilaterales.
Países
como México, Chile y Nicaragua ya consumieron más del 60% de sus reservas de
agua.
Este dato, entre otros, es más ignorado que conocido. Tampoco tiene prioridad
el debate sobre la ausencia de control a prácticas ilícitas ampliamente
extendidas en el territorio de la región.
Por
ejemplo, la minería ilegal en los países andinos, la destrucción de la
selva virgen en Venezuela, la tala, la quema y la ganadería extensiva en el Amazonas brasilero, en Argentina
o Paraguay, los mares de plástico en Centroamérica o las montañas de desecho textil en el desierto de Atacama
en Chile.
[Leer
también: La sociedad civil en las Américas]
Todo
esto también incrementa el riesgo político. ¿Por qué? De acuerdo con el
informe Riesgo político en América Latina, la falta de políticas
efectivas y acuerdos regionales que organicen una gobernanza decidida en torno
al tema, incrementa «el riesgo de transitar a escenarios de mayor
escasez, principalmente de bienes públicos como el acceso al agua, un mayor
impacto de los desastres naturales y, en definitiva, agravar la
vulnerabilidad de los países ante sus efectos».
La
percepción ciudadana respecto al cuidado del ambiente en Latinoamérica ha
tenido un descenso drástico. Los datos de Latinobarómetro muestran que en
2015 un 49 % de los latinos consideraba garantizada la protección del medio
ambiente, y en 2020, esta cifra bajó a un 38 %.Garantía de la protección del medio ambiente, 2007-2020 | Fuente: Latinobarómetro (2021).
3.
Migraciones internas
La
explosión de la migración interna en Latinoamérica, cuyo máximo exponente desde
2015 es el éxodo venezolano, exige repensar la migración
intrarregional como fenómeno y las normativas para regularizar la circulación y
las residencias de los ciudadanos migrantes en general. La
pandemia generó una contención del flujo migratorio entre los diferentes
países. Sin embargo, tanto los caminos y pasos irregulares como las solicitudes
de refugio y asilo siguieron su curso.
A
medida que las políticas de flexibilización han permitido la reapertura
de fronteras, los caudales migratorios vuelven a su tamaño prepandemia. La
falta de coordinación intrarregional, la escasez de recursos para abordar el
tema y la debilidad de los Estados para organizar el movimiento migratorio son
una falencia que en los últimos años han incrementado el riesgo
político de este asunto.
Las
grandes movilizaciones de septiembre de 2021 contra los migrantes venezolanos
en Iquique, al norte de Chile, son similares a las que se han registrado con
frecuencia en Colombia, Perú y Ecuador.
[Escucha La diáspora como refugio del migrante venezolano]
Esta
marea alta de xenofobia es una expresión de la tensión social generada
por los inesperados flujos migratorios que no parecen cesar en el corto plazo.
El tema requiere un posicionamiento jerárquico en la agenda intergubernamental
con miras a generar mecanismos mancomunados que permitan articular soluciones a
los movimientos migratorios actuales y futuros.
Elementos
que agregan complejidad son: el movimiento migratorio en la frontera sur de
Estados Unidos con México, la nueva ola de migrantes cubanos que
huyen de la crisis en la isla y los desplazados por la violencia en
Centroamérica. Si bien son temas más notorios en la prensa, no encabezan las
agendas de encuentros multilaterales en la región.
A
contrapelo de esto, un estudio de Lapop
Lab (2021), que entrevistó a 3083 personas en Brasil, Perú, Panamá,
Ecuador, Colombia y Chile, arroja luz sobre la conciencia ciudadana de apoyar a
los migrantes. El «56,6 % de los entrevistados indicaron algún
nivel de acuerdo (respondiendo algo o muy de acuerdo) y apenas el
31,3 % indicaron algún nivel de desacuerdo». Según el informe, el «número de encuestados
[latinoamericanos] que apoyan el acceso de los inmigrantes a servicios
sociales financiados por el gobierno es mayor que el de quienes se oponen».Porcentajes de migrantes intrarregionales por país, 2010, 2015, 2020 | Fuente: ONU (2010, 2015 y 2020, citados por Riesgo político en América Latina, 2022).
Más
acción, más conciencia
La
opinión pública refleja la pérdida de confianza en la democracia mientras, a la
par, se incrementan los autoritarismos. Este fenómeno es tendencia a
escala global. La coyuntura en la que estamos agrega dificultades
adicionales que deben ser abordadas por los gobiernos democráticos.
El
cambio climático trae aparejado catástrofes y dificultades que afectan
de forma desigual a la población. Hace aún más precaria la vida de
sectores ya vulnerables, como los campesinos, indígenas o pescadores.
A ello
se agrega el fenómeno de los grandes flujos de migración intrarregional que
carecen de regulaciones claras y acuerdos mancomunados que
permitan dar garantías y salvaguardar derechos básicos de los migrantes.
Los
tres asuntos descritos exigen su lugar en la agenda política de los países de
la región y en sus espacios de coordinación internacional. La garantía
más fiable de la democracia es su protección constante. Por esto, la élite
dirigente no debería obviar estos llamados de atención.
Tomado
de: https://dialogopolitico.org/debates/riesgos-para-la-democracia/
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